Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #164: Lo Malo (y lo Bueno)de la Tortura

La CNDH asegura que el número de torturados por las autoridades bajo la administración de Vicente Fox --para obtener confesiones falsas-- va en aumento. El número es igual o mayor en el 2002 que en los sexenios priístas. ¡Ohhh! Qué desilusión.

¿Y el cacareado "cambio" panista?

Pues el "cambio" panista fue para peor, pero parece que en México nomás yo sabía lo que nos esperaba con el Primer Mentiroso de las botas. Por eso no me extraña que los derechos humanos de los ciudadanos sean mancillados igual que antes por los cuicos.

Los medios escritos que le dedican loas diarias al Abarrotero Fox, y los dueños de Televisa y Tvazteca que nunca ven nada malo en la administración panista mientras los dejen amasar millones de dólares apendejando a la indiada en el proceso, merecen ser remojados en el cazo de los rituales taoístas por uñas-largas. Ya los maicearon otra vez.

Los gobernantes panistas con Fox, con la Amigocha Marta (la "segunda dama" para usted, porque la primera dama es la mujer con la que Fox está todavía casado por la Iglesia y hasta que Fox no entregue la educación pública de México al Popis, éste no le dará la anulación), y con Abascal a la cabeza, nos presumen de ser muy católicos, de ir mucho a la iglesia los domingos, y de confesarse y comulgar regularmente.

Pero ya fuera de la iglesia, los hipócritas panistas en el Gobierno son peores que delincuentes comunes. Vea el alto número de mexicanos que mueren de hambre y retan a la muerte al brincar la frontera norte en busca de pan, mientras la Amigocha Marta viste diseños carísimos y remodela a todo lujo las chocitas en Los Pinos con cargo a los bolsillos de la indiada. Eso, eso precisamente quiere decir el slogan "Fox Contigo": El pueblo paga para que Marta-de-Fox derroche y para que el Primer Uñas-largas de México robe lingotes de oro a los mexicanos (vea el bocado que se quiere tragar con las tierras expropiadas para el aeropuerto en Atenco) y nos regrese viles cacahuates.

Aunque vayan a oír misa y comulgar todos los domingos, aunque saquen su rosario de la bolsa en cuanto las cámaras los enfocan en burdo intento de engañar indios (ningún ladino es católico, son judíos), los panistas son unos explotadores (fíjese en los líos de tráfico de influencias en que anda el senador "jefe Diego"). Y el siniestro secretario de Trabajo, monseñor Abascal, exige que los mexicanos adultos se mueran antes que recibir pensión por sus años de trabajo. Si, para proteger a sus cuates explotadores-empresarios y que se roben las pensiones a su gusto, quiere el muy gachupín Abascal aumentar ¡a 70 años! la edad de jubilación. En el Infierno se han de pudrir esos "católicos" hijos de su pu…

No es raro pues que Fox sea tan presicabrón como cualquiera de sus predecesores en el trono de México, y que los índices de tortura suban con los pseudo-católicos en el poder, pues hasta los ciegos ven que resultó peor el remedio panista que la enfermedad priísta.

Dicen en la CNDH que "legalmente la confesión no es prueba concluyente si es obtenida a base de torturas," e insisten los ilusos en que la tortura "debe desaparecer totalmente." Se dicen sorprendidos por prácticas represivas que, según ellos, "pertenecieron a épocas superadas" con la llegada de Fox a la presidencia. ¡Pues qué ingenuos o tarugos son estos cuates de la CNDH, ¿verdad?!

Porque los podridos jueces mexicanos gustan precisamente de recibir confesiones obtenidas por tortura, porque así concluyen los casos rápido aunque el acusado sea inocente. La consigna es primero. (Por eso, en movimientos de guerra civil, los principios de estrategia militar china mencionan que hay que liberar a los presos. Por estar resentidos al ser víctimas de injusticias, los reos resultan ser bravos soldados.)

Presumen los africanados cuicos mexicanos de ser muy listos y resolver los más peliagudos casos en cuestión de horas, cuando es la tortura lo que les ahorra el trabajo de investigar pistas de crímenes. Por eso pueden los cuicos dedicarse de tiempo completo a explotar ficheras (en los bares y demás antros de vicio los cuicos no pagan por las bebidas y aparte los dueños obligan a las putas a meterse en la cama con policías de gratis), y a secuestrar y extorsionar ciudadanos, para lo cual si tienen talento de sobra.

Además, con las confesiones salpicadas de sangre pero logradas en pocos minutos, tampoco hay que gastar dinero del presupuesto en demasiado personal y ese dinero queda completo en las cuentas de banco de los jefes policiacos. Por su parte, los jueces quedan bien con sus superiores al condenar a los inocentes que les ordenen, por eso desde la ONU les llaman por su nombre: ¡Corruptos cochinos, manipuladores de la justicia, y de pilón encubridores de torturadores! Y se me hace que se quedaron cortos los investigadores de la liga de naciones.

Lo lamentable es que cuando los procuradores no pueden encarcelar a militares sospechosos de crímenes ordenados por el Estado (como le ocurre al procurador Bátiz en el caso Digna Ochoa), entonces las víctimas, o sea los asesinados, se convierten automáticamente en "suicidados," aunque hayan muerto víctimas de docenas de puñaladas por la espalda. Hasta en la ONU saben ya que los criminales procuradores mexicanos se inventan las más grotescas explicaciones para demostrar, digamos, que al "suicidado" le crecieron los brazos temporalmente y se apuñaló solito.

¿Y los "informadores"? Pos acallados con dólares. O peor, auto acallados al traer una mano en el trasero por miedo a los militares.

La muestra de que la administración de justicia está en manos de delincuentes, es que ningún abogado decente quiere la peligrosa chamba de "demostrar" que dizque Digna Ochoa "se suicidó," como buscan hacer aparecer los pillos-procuradores Bátiz y (m)Acedo de la Concha.

Mi opinión es que deberían expulsar de una vez por todas a México de las Naciones Unidas, pues es un país gobernado por ladinos genocidas e indigno de pertenecer al mundo civilizado mientras esos engendros estén en el poder. Si usted piensa que exagero, veamos al azar un caso de perversión de la justicia, ejemplo de cómo los procuradores y jueces mexicanos se alían para justificar crímenes de Estado cometidos por militares asesinos. Observe la maldad nata de cualquier militar en la calle, deténgase a estudiar la cara de asesino sádico y desalmado que se carga el secretario de la Defensa, y luego avergüéncese de que sea nuestro dinero el utilizado por los gobernantes para producir en serie matones torvos y repugnantes vestidos con el uniforme militar mexicano. Eso no debiera ser, pues los militares deben estar sujetos a las leyes de la nación, tema que el desvergonzado Congreso evita tocar. Pero como el Ejército está para proteger a los ladinos en el poder, nos aguantamos. ¿O qué?

El atroz caso de injusticia que veremos es similar a los que ocurren diario desde la Conquista, un botón de muestra. Le llamaremos el caso Vélez, por el apellido de la víctima. Resulta que el 29 de marzo del año san Juan Diego 2002, militares "con licencia" y disfrazados de cuicos de la AFI rescataron a una mujer secuestrada, dueña de un gimnasio. Fueron enchiquerados varios muchachos que rápidamente aceptaron --después, claro, de la respectiva golpiza a manos y patas de los cuicos federales-- pertenecer a una banda de malosos secuestradores subtitulada Los Antrax.

De inmediato el comandante Hugo Armando Muro, militar navegando en la Agencia Federal de Investigaciones, decidió por sus pelotas que el jefe de Los Antrax debía ser Guillermo Velez, gerente del gimnasio propiedad de la secuestrada. Así de chingones en investigación andan los feroces changos verdes. Pero acuérdese que la exagerada presencia de militares en las filas policiales municipales, estatales y federales (presencia que va en descarado aumento) se debe al terror ancestral que los ladinos le tienen a un "alzamiento" de indios. El señor de las patotas, Vicente Fox, presiente que el horno político se está poniendo al rojo vivo y por eso los ladinos están colocando desesperadamente a militares disfrazados de cuicos en la primera línea de combate para cuando la guerra civil en México estalle. Como si los militares fueran a servir de algo una vez que el pueblo decida sacudirse a los chupa-sangre ladinos. Ya lo verán, nomás acuérdense dónde lo oyeron primero.

Decíamos, pues: El militar y jefe de grupo de la AFI, Muro, se fue como de rayo a la casa de Velez para arrestarlo. Sin orden de aprehensión, naturalmente, para eso es chango verde mexicano, para escupir en las leyes. Para "hacer bola," Muro llevó consigo a cuatro agentes de la corporación. Pero en el domicilio del sospechoso, Muro se encontró con el padre del buscado, hombre por demás educado, quien le informó que el hijo andaba fuera. Muro intuyó que no podría asustarlo con la pura charola, como hacen habitualmente los cuicos con la indiada, por lo que procedió a echar mentiras diciendo que le quería comprar a Guillermo Velez equipo de gimnasio. Ese tipo de "magnífica preparación" militar, el vil engaño a los ciudadanos, el tratarnos como si fuéramos babosos, es el que los alcahuetes periodistas alegan como justificación para que el sucio Ejército sature de militares a los cuerpos policiales civiles.

El ingenuo padre creyó en las palabras del militar --ningún ciudadano espera tanta maldad-- y llamó por el celular a su hijo. Pero en cuanto éste llegó, el militar y su gavilla se convirtieron de ovejas en lobos --por algo gustan los militares y los chacales de la PGR de utilizar pasa-montañas cuando andan dizque de "operativo"-- y levantaron al muchacho alegando tener una orden de presentación ante el Ministerio Público, pero carecían del documento judicial que avalara el atropello. Sabía bien el militar Muro que después de una pequeña "calentadita" en las mazmorras de tortura de la AFI, no habría necesidad de mostrar orden de aprehensión ninguna, pues el secuestrado confesaría cualquier delito del que lo acusaran los changos verdes, y listo.

Y se llevaron a Guillermo Velez para torturarlo en alguna "casa de seguridad," pues no lo llevaron directamente a las oficinas de la PGR sino hasta después de tres horas, ya fallecido. Pagamos colegios militares y cuarteles para que los uniformados aprendar a vejar y secuestrar a los pagadores de impuestos y de sus sueldos. Y cuando el cuete del asesinato le tronó en la mano al estúpido militar Muro, la Procuraduría de (m)Acedo de la Concha se sacó de la manga una orden de localización y presentación (únicamente) pero expedida al vapor por un corrupto juez federal una hora después que la víctima había sido secuestrada. O sea, la supuesta orden de localización que Muro decía tener no existió, y la verdadera orden se expidió por consigna extemporáneamente en relación a los hechos. Bien dice el proverbio chino: "Es fácil para el juez cometer un crimen."

"La Iglesia en manos de Lutero," se aconsejaban en voz baja y se iban las abuelitas bien enrebozadas ante percances similares. O las ovejas en manos de la Zorra, digo del lobo, diría yo, mucho más cínico que las dulces viejecitas de mi niñez.

El atropello de los militares de la AFI a la legalidad ocurrió cerca de las nueve de la noche. A las diez de la noche el "honorable" juez giró la orden de presentación (no de arresto) contra el presunto secuestrador, sin más fundamento que su criminal complicidad con los cuicos. Y para la una de la madrugada del día siguiente los sanguinarios matones de la Agencia Federal de Investigaciones ya habían torturado hasta la muerte a Velez. Es decir, ¡lo torturaron alrededor de cuatro horas hasta que lo mataron!

Y fue hasta el mediodía cuando las autoridades federales le avisaron al padre del asesinado que su hijo había fallecido, dizque "de muerte natural." Pero cuando el padre de la víctima de los sardos vio los enormes moretones en el cuerpo de su hijo, reclamó a las autoridades. Entonces los animales vestidos cambiaron la canción y le aseguraron al padre que su hijo murió porque había querido escapar de las garras de los "feos" que lo secuestraron. Qué fue entonces cuando el comandante Muro le aplicó la socorrida "llave china," matándolo accidentalmente.

Pero resulta que el peritaje incluido en la averiguación previa señala que la lesiones en el cuerpo de Velez "son representativas de maniobras de traumatismos, inmovilizaciones, golpes con puños, puntapiés y pisotones en las uñas de los dedos de los pies, y mecanismos de asfixia." Aunque a simple vista y sin necesidad de ser forense, fácilmente se apreciaban también muchas heridas más y quemaduras en los genitales que el peritaje oficial no incluyó, obviamente para no involucrar más a los agentes de la AFI en el a todas luces homicidio. Porque el forense alegó no estar seguro si la muerte ocurrió por torturas, aún cuando todos veían que se trató de una ejecución clandestina, ilegal. Pero usted sabe, "perro no come perro."

Para rematar, las fotografías tomadas al cadáver por elementos de la Procuraduría del Distrito Federal revelan la horrible magnitud del crimen. Muestran un cuerpo con graves escoriaciones e inflamación de genitales, hematomas por golpes contusos en tórax, abdomen brazos y piernas, quemaduras con cigarrillo en la cara, heridas sangrantes en brazos, manos, cuello, espalda y rodillas. Además, los moretones detrás de una oreja, y en la frente y coronilla, indican que lo golpearon horriblemente con un pesado objeto de metal. Y claro, también se ven huellas de "la china," llave o "agarre" de artes marciales que le causó la asfixia y muerte al secuestrado. Treinta y una heridas en total tenía el cuerpo.

En otras palabras, el pobre hombre murió víctima del ataque de una sobre-excitada jauría de hienas vestidas y sedientas de sangre humana, no de policías. Y a ese cuadro de sadismo otro "honorable" juez mexicano le llamó horas después "homicidio imprudencial," buscando y logrando que el asesino comandante Muro alcanzara fianza y escapara protegido por la PGR.

(Y Jacobo Zabludowsky, mercader de la información made-in-Televisa, no pudo negar la cruz de su particular parroquia. Después de platicar en su programa radial con el padre del asesinado, alguien en cabina mencionó a Jacobo la espeluznante odisea del entrevistado que acusaba ardorosamente a las autoridades de encubrimiento de los militares asesinos, y el miserable Zabludowsky dijo en un tono casi despectivo: "Es un padre dolido." Es decir, para Zabludowsky las autoridades siempre tendrán la razón a pesar de sus atropellos. Pero si a Zabludowsky le hubieran asesinado a un hijo las autoridades en circunstancias similares, júrelo que todavía estaría chillando.)

Yo lo que digo es que aunque les duela oír esto en la PGR, asesinar ciudadanos no es para lo que la ciudadanía les paga a los militares. Pero los changos verdes aprenden a matar impunemente…y matan. Están acostumbrados a ser policías, jueces y verdugos con la total complicidad de el Congreso y de los medios de comunicación que nada ven. ¿Cuál democracia presume entonces el Cocacolo Fox? A ver, explique alguien eso.

Ante el estentóreo silencio a mi pregunta, mejor prosigamos. La PGR de (m)Acedo de la Concha, naturalmente, protegió a "sus muchachitos," asesinos con licencia, y permitió la fuga de el comandante Muro y cómplices. La PGR alegó no tener informes de que el occiso hubiera sido torturado. El comandante Muro fue protegido simplemente por ser militar, y con una fianza le fue permitido escapar primero de la cárcel, y luego de la ciudad. Pa'que me entienda mejor, el chango verde anda prófugo gracias a la PGR.

El procurador perseguidor de criminales nos ha resultado tan criminal como los delincuentes. Así que los policías que le ayudaron a Muro en la tortura y asesinato de el ciudadano Velez, como era de esperarse, recibieron de la PGR el premio de irse de vacaciones para que no sean molestados en las indagatorias acerca de su responsabilidad en el crimen. Dijo un día (m)Acedo de la Concha que sus hijos son "hombres de bien." Pues suerte rara la de los hijos, porque al padre no se le ven por ningún lado ética ni vergüenza, mucho menos decencia. Ojalá y los hijos no salgan al padre.

El doble fondo en el asesinato del "sospechoso de secuestro" Velez se acrecentó cuando la PGR trató de justificar el monstruoso crimen sacándose de la manga a un reo que orondamente se dijo jefe de la banda Los Ántrax. El fulano aseguró a los medios, con la ayuda y bendición de la PGR, que Velez fue quien le dio información secreta sobre la dueña del gimnasio. Y los jueces mexicanos, tan listos ellos para violar la ley cuando les conviene, esta vez pretendieron no saber de la existencia de los mecanismos al servicio de la justicia para aceptar o rechazar la acusación del "jilguero," y se tragaron enterito el sapo asado que (m)Acedo de la Concha les sirvió.

Los jueces ven a diario que arrestados y "confesos" presentados por la policía ostentan moretones y golpes contusos y sangrantes cuando los presentan al Ministerio Público aunque sean menores de edad, y nunca cuestionan las confesiones. Pero el supuesto jefe de Los Ántrax presentaba un rostro limpio de marcas de tortura física cuando acusó a Velez de complicidad. Y nadie, mucho menos los reporteros de la fuente, notaron la ausencia de tortura. Los reporteros porque están maiceados, y porque no tienen ni un centenar de neuronas todos juntos. Con decirle que siempre se refirieron al asesinado como "el secuestrador," a pesar de no haber ninguna prueba sobre ello, excepto la (siempre cuestionable) palabra de las autoridades.

La empresaria secuestrada por Los Ántrax y rescatada por los agentes federales, mientras tanto, dijo por televisión que "estaba segura" de que su empleado por dos años, Velez, "estuvo implicado, porque mis secuestradores dijeron que les dio información para mi secuestro." Válgame dios, su argumento debe ser verdad, puesto que "los secuestradores dijeron." Obviamente manipulada por Muro y (m)Acedo de la Concha, la mujer pidió al público (como si tuviera derecho a ello) que no se hiciera "un mártir" de Velez, pues ella estaba viva "gracias a Muro." Pues qué bien, pero resulta que gracias a Muro Velez está muerto. ¿Y ahora?

En fin. Hasta aquí hemos mencionado lo malo de la tortura. Hablemos ahora del lado positivo de la tortura, necesaria cuando de interrogar criminales se trata, pero que es solamente una rama del difícil arte de la interrogación.

La interrogación de prisioneros no es para fabricar culpables, sino para encontrar la verdad. Los mejores principios de interrogación que yo he tenido oportunidad de examinar, son principios chinos. Acuérdese que todos, pero todos los instrumentos de tortura que utilizó la Inquisición en Europa y en México fueron importados de China por los misioneros católicos. (No para presumir, sino para poner el asunto en su contexto apropiado, déjeme decirle que en 1980 yo mencioné en un documento en inglés de circulación limitada que en China los prisioneros de Estado (no comunes) estaban vendados y arrodillados en oscuras celdas día y noche. Únicamente les desataban las manos para comer, pero la venda en los ojos era permanente. En cuestión de dias, y sin avisarme nadie, este principio lo pusieron inmediatamente en práctica los judíos de Israel contra los palestinos (¿cómo terminó allá mi documento, a ver?), y hoy lo vemos aplicado por los americanos a terroristas musulmanes presos en Guantánamo. No estoy reclamando nada, simplemente le quiero decir que sé bien de lo que hablo.)

El problema de la tortura en este país es que las autoridades conocen solamente el lado negativo de la tortura --ignoran que exista el otro aspecto-- y atormentan reos para satisfacer sus enfermedades mentales, no para solucionar acertijos criminales. No es posible, por ejemplo, que Televisa muestre en su habitual pasarela de "delincuentes" no-ladinos, que tanto gusta a López Dóriga, a adultos y menores por igual con huellas físicas de golpizas que satisfacen el sadismo de los televidentes ladinos, empezando por el Multiplicador de Caca, Azcarraga-3.

Desafortunadamente, aplicar el lado positivo de la tortura requiere inteligencia, y hasta ahorita yo no he conocido un sólo cuico ladino mexicano que sepa interrogar. No tenemos interrogadores, sino salvajes dando libre rienda al instinto animal en el hombre. Contrario a lo que las autoridades mexicanas aprenden de sus "maestros" militares nacionales y extranjeros, interrogar prisioneros es una ciencia que no se aprende matando gente a golpes, labor de golpeadores. O sea, el interrogador no tortura, sino pregunta.

La tortura bien aplicada es para que el interrogador también contraste la información voluntaria del interrogado, no únicamente para extraerla. Y no se pueden mezclar jamás las técnicas de la interrogación militar, que generalmente tienen que ver con la seguridad de la nación, con las utilizadas en la interrogación a delincuentes comunes. Vamos, no es lógico utilizar métodos militares contra civiles, por lo tanto no es justificable que los militares se metan a hacer labores de policía civil. Aunque parece que al Cocacolo Fox y a su generalote y Procurador (m)Acedo de la Concha no les cae el veinte en sus vacías cabecitas ni a mentadas. Al fin que no hay consecuencias de sus propios crímenes contra la población civil.

Pero para que usted calibre lo delicado de la ciencia de la interrogación militar, le contaré lo que voluntariamente platicó en una revista especializada un soldado americano acerca de su terrible experiencia con un interrogador militar chino. El incidente ocurrió durante la guerrita (que oficialmente nunca existió) entre Norcorea y Surcorea en la década de los cincuentas en el siglo XX, despuecito de la Segunda Guerra Mundial. El soldado americano cuenta en su artículo que un día el y un grupo de soldados gringos estacionados en Corea, y en área de combate, fueron capturados por soldados norcoreanos. Fueron llevados, ya entrada la noche y con la nieve cayendo con ganas, a una fría tienda de campaña iluminada solamente por una lámpara de petróleo que colgaba de uno de los palos cruzados que sostenían la lona sobre sus cabezas. A un lado se encontraba un escritorio pequeño y detrás de éste, sentado, un interrogador chino enfundado en grueso abrigo militar prendió un cigarro y jugueteaba despacio con el encendedor en la mano. Frente a el tenía papeles en blanco, pluma y tinta.

Sin mediar palabra, los soldados coreanos tomaron a uno de los prisioneros y lo pararon frente al escritorio del interrogador. Éste le preguntó cuántos soldados americanos había en su campamento y dónde estaba. El prisionero respondió recitando su número y su rango. Resulta que los soldados están entrenados para no dar más información que su número de identidad y rango militar a los interrogadores enemigos. El interrogador le preguntó entonces por el tipo de armamento que tenían en su base y el prisionero volvió a contestar lo mismo. El interrogador no dijo nada, se levantó y a una señal los soldados coreanos estiraron horizontalmente los brazos del interrogado a la altura de los hombros, cada uno deteniéndole un brazo por la muñeca. El interrogador parsimoniosamente tomó a dos manos una espada larga que estaba sobre su escritorio, se dirigió hacia el prisionero, y sin decir más de un tajo vertical le cortó el brazo derecho exactamente del hombro. Retiraron al herido, y el interrogador regresó la espada al escritorio y caminó sin cambiar de expresión hasta su asiento.

Entonces llevaron frente al escritorio al soldado de la narración, quien según el mismo cuenta, ni siquiera esperó a que le preguntaran nada para revelar todo lo que sabía. Lo mismo hicieron los demás prisioneros. Desde aquí se ve que ninguno supo que estaban ante una muestra práctica del principio de estrategia china llamado "Matar al gallo para asustar al mono." Por eso no hay razón para dudar de la veracidad del relato, pero eso ocurrió en tiempos de guerra. Utilizar técnicas de interrogación similares en civiles sería una barbaridad. Aunque en los USA están cambiando las leyes para usar cierto nivel de tortura sobre terroristas enemigos del Estado, el castigo fisico no aplicará para delincuentes comunes.

Ciertamente, aunque parezca paradoja, un poco de tortura no es mala siempre y cuando el interrogador sepa interpretar el grado de verdad que recibe a cada momento del interrogado. La tortura en México es exagerada porque ningún interrogador sabe cuándo debe detener el castigo, además de que se tortura para proteger a delincuentes uniformados haciendo "confesar" a inocentes. Eso pasó precisamente con el torturado Velez, ya que está claro que la PGR protege a algún comandante federal, verdadero culpable del secuestro de la dueña del gimnasio. De ahí la súbita aparición y la declaración sospechosa del supuesto jefe de Los Ántrax. Declaración que habría que examinar con un grado apropiado de tortura antes de creerla.

Porque resulta que hay muchos testigos que conocieron a Velez, incluyendo vecinos y comerciantes, y ninguno creé que fuera culpable. Sin embargo la policía no les creé a ellos, sino al delincuente jefe de Los Ántrax, que aparentemente no lo conocía pero lo acusa de ser su cómplice. ¿Verdad qué entonces no hay lógica en el comportamiento de los "feos" de la PGR? Mi opinión es que habría que poner a prueba la sinceridad de la declaración (por muy "voluntaria" que haya sido) de este facineroso, con un poco de tortura.

De otra manera, ¿cómo llegaríamos a la verdad de los dimes y diretes? Acuérdese del delincuente ex-Procurador del DF, Samuel del Villar, que permitió al "cocinero" en el caso Stanley decir babosada y media para encarcelar inocentes, declaración que antes de aceptar como verdadera debió someterse a la prueba de la mínima tortura nomás para ver si el declarante era sincero y decía la verdad. El que alguien confiese un crimen no lo convierte automáticamente en el verdadero culpable. Tampoco la acusación de un criminal convierte a alguien en culpable, especialmente sin más pruebas que su palabra. A menos que aguante el pillo una torcidilla de muñecas sin desdecirse, riesgo que debe estar dispuesto a correr cualquier soplón de galera que esté seguro de lo que afirma.

Es decir, no puede un prisionero, o "testigo protegido," ir por la vida diciendo tarugadas que causen prisión o muerte a inocentes, sin antes pasarlo a él mismo por la prueba del añejo. De otra manera nunca sabremos lo que realmente pasó en el caso Velez.

Y ése sería un crimen más descomunal todavía que la muerte de un inocente a manos de salvajes militares mexicanos.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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