Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #176: Empezó La Tercera Guerra Mundial

El ser humano ordinario, incluyendo a los generalotes y sus kilos de medallas, es capaz de analizar aceptablemente eventos militares actuales y pasados. Pero muy pocos estrategas (poquísimos, realmente) pueden interpretar acertadamente los engañosos eventos que conducen a conflictos bélicos futuros, mucho menos anticipar su desenlace final y las secuelas para los combatientes. Me refiero, desde luego, a los auténticos estrategas militares, no a generales cuya función habitual es ser simples administradores de tropas y perros de presa al servicio de los gobernantes, ni a incrúngidos estrategas de universidad que se sueñan Napoleones de sillón después de leer el Sun Tzu en el último semestre de Ciencias Políticas bajo la tutela de algún "profesor de estrategia" que probablemente habrá visto muchas películas de guerra, pero que ni de turista ha pisado jamás un campo de batalla.

Los auténticos estrategas son expertos en el arte de ganar o perder países, genios militares poco vistos y conocidos por la tropa y que no portan uniforme militar de ninguna clase, pero que automáticamente pagan con su vida un error de cálculo (en los ejércitos de verdad la derrota por mala planeación es considerada traición militar) que cause dolorosas derrotas y pérdidas cuantiosas de vidas en el campo de batalla.

La actual proliferación en Occidente de "analistas militares" salidos de aulas universitarias me recuerda un hilarante incidente similar ocurrido en la China de hace un milenio. Sucede que en esos días la capital de China se encontraba rebosante de itinerantes tutores en "estrategia militar." Estos supuestos conocedores del arte de la guerra ofrecían sus caros servicios a cualquier excitable joven que les hiciera caso en las calles principales --no había todavía periódicos ni revistas, mucho menos televisión y radio donde exponer sus sesudas y extrañas teorías castrenses extraídas todas ellas (cuándo no) del Sun Tzu.

Las quejas de furiosos padres de familia embaucados por auto-llamados profesores que solamente hacían perder tiempo y dinero a sus hijos, llegaron inevitablemente a Palacio. Y ñaca, que obligan al emperador a lanzar un edicto público en el que se ordenaba a todos los so-called maestros de estrategia militar a presentarse a la academia militar imperial, con la ineludible obligación de pasar un examen de proficiencia ante calificados estrategas civiles y militares. Con el proviso, advertía el edicto, de que quienes no pasaran el examen tendrían que dejar su cabeza a los pies del verdugo. ¡Santo milagro! El día del examen ningún "perito en estrategia" callejero se presento en Palacio, pues hacía ya días que habían levantado polvareda desertando la capital para nunca más volver.

(Quizás aquí en México nos haga falta un edicto de ésos, pero para examinar a los aspirantes a gobernantes. Así evitaríamos que avariciosos ególatras como el ex-canciller Jorge Castañeda (la gallina que se creé pavoreal), y el Gran Caca Vicente Fox, accedan a puestos de gobierno, puestos para los que a todas luces son incapaces y en los que nomás causan perjuicios a la nación.)

Pero por ahora, "A lo que te truje, Chencha." O sea, al topico de la proxima guerra mundial.

Según diferentes métodos (taoístas y budistas) de adivinación china de los que dispongo, hemos entrado este año a la primera de tres fases que irremediablemente conducen a la Tercera Guerra Mundial. Durante esta guerra se utilizarán armas nucleares, biológicas y químicas y a la mayoría de los que estamos vivos hoy nos tocará experimentar al menos una parte del conflicto. No quiero espantar innecesariamente a nadie, pero al parecer la matazón de seres humanos será horrenda, aunque no será esta guerra la que provoque el temido "fin del mundo." Nos quedará mundo (para regresar en próximas reencarnaciones) por unos siglos más. Por eso a mí no me da miedo la muerte en ninguna de sus formas, pues creo entender algo del proceso taoísta de la transformación vida-muerte-vida.

Lo malo (para Occidente) de la guerra que se nos avecina es que China es el único país que tiene el antídoto contra radiación y agentes químicos que acabarán con la comida (y la gente) en todo el planeta, de manera que los que quedemos vivos vamos a terminar hablando solamente en chino. A güevo, porque no quedará en la tierra ninguna otra cultura en pie (en efecto, dije ninguna otra) para resistirse a lo inevitable. A comel aloz todos, nos guste o no.

De hecho, el mundo entero (para que luego digan curas y científicos que lo sobrenatural no existe) percibe subliminalmente la hecatombe que nos acabamos de comprar. En las principales capitales del mundo las protestas contra la guerra en el Oriente Medio se multiplican desesperadamente, pero a pesar de que el sexto sentido de la gente funciona adecuadamente y por eso temen lo peor (todo empezará con el ataque y hundimiento de uno o más barcos petroleros japoneses o alemanes) nadie puede evitar ya el conflicto armado porque la ambición humana es mucho, pero mucho más poderosa que la razón. Las protestas civiles únicamente avivan más la prepotencia de los babosos militares y mandatarios de países avanzados, quienes consideran su ego insultado por la oposición mundial. Su poca inteligencia les impide ver la violencia militar que todo mundo ve y teme, impidiéndoles razonar adecuadamente sus planes, palabras y acciones. Ciegos de soberbia, se rehúsan a aceptar sus errores aunque para eso tengan que destruir al mismo mundo que desean dominar y explotar.

Y todo por el petróleo, aunque la excusa es lo de menos e igual nos hubiéramos inventado otra.

Contra mi costumbre, entonces, esta vez no me voy a poner melodramático. Estimo que éstos son más bien tiempos para arreglar nuestros enredados asuntos en este mundo, y prepararnos para enfrentar antes de tiempo y cara a cara al Juez de la Muerte en el otro mundo. Es decir, ya valimos caca.

Pero, ¿cómo es posible que los mandatarios de media docena de países militaristas decidan la suerte del mundo entero? Pues ya ve. Dejamos que los dueños del mundo se ensoberbecieran al máximo, y ahora hasta ellos y sus países quedaron sentenciados a la destrucción masiva. Al menos así lo marcan los oráculos chinos, y lo más seguro es que así será pues yo me equivoco muy poco en cuestiones de adivinación. Así que pensar en detener la guerra mundial es ya tan inútil como ver pasar por media calle un caballo desbocado y minutos después tratar de correr a alcanzarlo para detenerlo.

Aún si la guerra contra Irak se aplazara un par de años debido a la fuerza de los rituales que se llevan a cabo en ese país, o si el conflicto armado fuera de corta duración, estamos ya dentro del ciclo de tiempo fatal que la adivinación china y maya pronostican para el fin de la presente civilización. Porque hasta donde yo alcanzo a calcular, el ciclo fatal se inicia al principio del milenio con el símbolo de un carnero, agua, fuego y tierra. Y en la astrología china el año 2003 es... el Año del Carnero. Año violento por donde se le mire el que nos espera a casi todos, por cierto. Y las cosas, militarmente hablando, se pondrán peores en manera ascendente.

No se qué método de adivinación utilizaron los mayas para pronosticar el fin de la civilización en la segunda década de este milenio (aunque es asombrosamente idéntico al chino), pero casi triangula su método (con diferencia de una decada en cualquier dirección) con la lectura de adivinación taoísta y budista. Curiosamente, aunque obviamente el conflicto militar Irak-USA será de tan grandes proporciones que cubrirá eventualmente al mundo entero, no entreveo muchas tropas en combate, pero sí mucha mortandad. Demasiadas naciones totalmente destruidas para un conflicto que aparentemente empezará regionalmente. Aclaremos que mi lectura de la situación militar no está errada, por cuanto su símbolo es una águila de oro, simbolo de futura dominación militar china a nivel mundial, sino que más bien parece que el armamento militar (artefactos nucleares, bombas químicas y bacteriológicas, sometimiento por terrorismo económico) causarán el mayor daño a la humanidad, no los ejércitos convencionales.

Además, no percibo al final de la tercera fase ocupaciones militares a ningún país. De hecho, esta guerra terminará no solamente con la civilización, sino también con el horrible ciclo del militarismo actual y con el feroz sometimiento de los países de Primer Mundo sobre el resto de naciones. Para efectos prácticos, no quedarán naciones ni de primer nivel ni de ninguno otro. Habrá espantosas inundaciones, se desgajara la tierra tragándose ciudades enteras, y los volcanes escupirán lava día y noche sin parar. Sobrevivirán solamente pequeños núcleos de seres humanos de los que se prepararon adecuadamente para el flagelo, y eso en tribus. En China reinará de nuevo un emperador.

Y a empezar todo de nuevo, mi amigo. Después de todo, el hombre tiene la habilidad, como los ratones y cucarachas, de multiplicarse fácilmente después de cada catástrofe natural que casi acabe con la humanidad.

(Y pensar que el par de avariciosos ladinos muertos-de-hambre, el Cocacolo Fox y la Cocacolita Marta de Fox, andan ocupados robándole al pueblo de México hasta la morralla en los mercados. Como si fueran a tener tiempo de disfrutar el malhabido botín. Pobres pendejos. Me recuerdan la imagen de la sigilosa manta religiosa a punto de atrapar a la descuidada cigarra, sin fijarse que atrás tiene a un pájaro que a su vez está a punto de acabar con su vida de feroz picotazo.)

Porque resulta que ésta no será ni la primera vez, ni la última, que el mundo del hombre desaparece envuelto en llamas. ¿Cómo sabemos esto? Pues resulta que en China hay una misteriosa secta taoísta cuyos habilidosos adeptos se especializan en desprender a voluntad el espíritu del cuerpo. Esta capacidad físico-mental les permite viajar espiritualmente a otros mundos (Cielo e Infierno, por ejemplo), mundos donde hay récords de civilizaciones que existieron en ciclos pasados en la Tierra. Por eso sabemos que este planeta ha visto nacer y perecer varios ciclos de seres humanos de físico muy diferente al del hombre actual. Esto es, estamos por concluir nosotros nuestro propio ciclo, que al terminar automáticamente dará nacimiento al futuro ciclo de la humanidad.

Pero, y entonces por vía de mientras, ¿qué haremos la mexicanada? Pues aguantar vara y a sacar ladinos de Los Pinos, ésa es nuestra tarea, a eso venimos la indiada de mi generación a este mundo. Después que venga lo que tenga que venir. Y si entre fuegos artificiales nucleares nos vamos de este planeta este año o el otro, entonces nos veremos aquí mesmo en próximas reencarnaciones. Aunque para entonces ya no nos vamos a ver tan bien como ahora, porque físicamente pareceremos hombres feos de circo. (Jodidos los sastres del futuro.) Pero nada le hace e igual nos parecerá sabrosa la vida, porqué como no sea que parezcamos bueyes...

O ladinos.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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