Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #193: Zapata Cabalga...De Nuevo

Dicen quienes saben de metafísica que la vida es como un gigantesco escenario de teatro donde todos, creyentes o no, vendríamos en diferentes épocas por razones de karma (yuan fen) y reencarnación, a personificar diferentes papeles (extras y/o primeros actores) sobre el tablado.

Según eso, hay karma negativo y hay karma positivo. De manera que malos y buenos recibimos y retribuimos gratitud y resentimiento por igual, según sea la situación. Deshacemos entuertos a voluntad, pero también tejemos enredadas marañas de maldad con escalofriante facilidad. Afortunadamente, aquí nadie goza de impunidad. Tarde o temprano cada persona recibe lo que se merece, en esta o en futura encarnación, y el karma negativo es tan letal para el destino personal como lo es un virus mortal para la salud corporal.

Si usted creé en el karma, lea la siguiente historia (si no creé, también la puede leer).

En este año 2003, un nutrido grupo de personajes reencarnados están personificando (de nuevo) un zafarrancho metafísico-racial pero en forma de película que ellos mismos han bautizado como Zapata.

Resulta que durante la puesta en escena en 1910 de una magna obra llamada Revolución Mexicana, estos mismos actores tuvieron una participación importante, pero les salió demasiada violenta. Para el grupo, todo culminó un 19 (¿o 10?) de abril de 1919, con la muerte artera y violenta del primer actor Emiliano Zapata, quien en esos días la hacía de redentor de indígenas y campesinos. Naturalmente, acabó bañado en sangre, traicionado por otros miembros del casting.

Se suponía que la Revolución era para ayudar a legiones de mexicanos desposeídos de sus tierras y explotados sin piedad por los gachupines en el poder, a la sazón encabezados por el mocho uniformado haciéndola de dictador, Porfirio Díaz. En lugar de ayudar, los miembros del grupo causaron la muerte de cientos de miles de inocentes y los dejaron más desprotegidos que nunca. Esto es, la regaron, pues no fue el resultado deseado por los dioses en ese capítulo del guión. Todo porque a algunos actores les ganó la ambición, la maldad y hasta la inocencia, terrible y mortífero cóctel de emociones humanas. Unos actores se calentaron más de la cuenta, otros se apendejaron más de lo recomendable...y al final echaron a perder todo.

Así que de arriba (y no me refiero a Los Pinos, sino a la cámara del terrible Juez de la Muerte), mandaron de nuevo a la Tierra a los "actores" del desastre mencionado, pues dejaron enorme deuda de sangre, sudor y lágrimas que debe ser ahora cobrada por las víctimas y pagada por los victimarios.

(Como presagio de la resurrección del nombre de Zapata, el presidente gachupín-mocho, Mariquita Fox, ordenó en la fecha de la filmación cerrar la secretaría para la Reforma Agraria, creada originalmente un par de años antes del asesinato del agrarista y utilizada como versión fraudulenta ladina del zapatista Plan de Ayala. Es decir, Fox ha dado oficialmente por finiquitada la falsa y utópica entrega de tierras robadas a campesinos por los ladinos. De hecho, Mariquita Fox es uno de los latifundistas más grandes de México, pero esta verdad es encubierta a diario por todos los medios de (des)información del país, medios controlados por ladinos hermanos étnicos del encomendero guanajuatense. Evidentemente para eso sirven las licencias de Comunicaciones, para sobornar a periodiqueros y televisos corruptos y traidores al Pueblo.)

Lo interesante es que esta vez los dioses no permitirán a ninguno de los "actores" derramar sangre. Y sin embargo, deben pagar y cobrar sus deudas, así que las divinidades los dotaron con metafísica china. Esto es, el odio racial y kármico entre los actores de aquélla obra puesta en escena en el lejano 1910 persiste. Aunque sin fusiles ni disparos, excepto de salva y en película. Pero de que Zapata y sus seguidores se van a poner a mano con sus asesinos de entonces, se van a poner. Todos ellos traen el resentimiento de su pasada encarnación atravesado en el gaznate.

Sin resentimiento, después de todo, no hay razon ni espíritu de retribución.

Así pues, ya está un selecto grupo de "actores" de la Revolución de 1910 de nuevo en sus camerinos. Vinieron puntuales a la cita desde diferentes países.

Lugar: México.

Fecha: Agosto-Septiembre-Octubre, 2003.

Motivo: La filmación de la película Zapata.

Se apagan las luces, se levanta el telón. El general Emiliano Zapata vive y cabalga otra vez por obra y gracia del karma, principio inmutable de retribución por crímenes cometidos en vidas pasadas.

(Zapata ya lleva varias reencarnaciones desde que originalmente, cuando llevaba penacho [plumero, le dicen los racistas marranos --judíos conversos-- ladinos mexicanos] perdió México hace cinco siglos [históricamente incorrecto pero karmaticamente exacto, en su película Zapata Alfonso Arau le quema again los pies a Zapata], y en cada vuelta los gachupines lo vuelven a asesinar. No ha podido desmontarlos del poder todavía, pero a ver si en esta encarnación lo logra finalmente sacándolos de raíz de su trinchera y poniendo fin a su propio ciclo de pesados regresos.)

Aparte de Zapata, están presentes en Zapata las reencarnaciones de Venustiano Carranza y Victoriano Huerta (autores intelectuales del asesinato del Zapata de 1919), de Pancho Villa, del coronel Jesús Guajardo (quien supuestamente iba a desertar en favor de los zapatistas y en cambio ordenó las dos andanadas con que los soldados que "presentaban armas en honor de Zapata" lo acribillaron en cuanto traspasó la puerta principal de la Hacienda de Chinameca).

Presentes están también en el escenario las actuales reencarnaciones de todas las mujeres de mi general y de las mujeres de los asesinos. Esto es, presentes están los personajes mayores y menores de la traición, emboscada y magnicidio ocurrido en 1919.

¿Nombres de los "actores" encarnados?

Pues al frente están Alfonso Arau (co-productor de la película) y Vicente Fernández (productor principal), quienes serían reencarnaciones de Victoriano Huerta y Venustiano Carranza respectivamente.

También está Alejandro Fernández, hilarante mariachi ladino de pacota hijo de ya sabe usted quién. Este cantorcillo de zarzuela a la mexicana (con pantalones rancheros entallados como si fuera bailarín de ballet), está impersonando [ni siquiera interpretando] con bigotes y carrilleras de utilería al general Zapata. Alfonso Arau lo eligió genialmente, a pesar de que nunca a actuado, para caracterizar a un mestizo como Zapata, verdadero hombre de campo, recio domador de caballos y líder militar de indígenas. Las "cualidades" del ridículo y atildadito hacedor de gorgoritos musicales, según Arau, son insuperables: "Tiene arrastre entre el populacho, buena presencia y popularidad."

Ah no, pos así sí.

Por su parte, el general guerrillero de utilería, Alejandro Fernández, nos dice que nos hará el favor de dizque hablar "náhuatl" en la película, lo cual será asombroso ya que Zapata no lo hablaba. A ver si no lo trauma la experiencia.

Pero así es el mundo de ficción ladino. Evidentemente, el pilluelo Arau buscó no a un actor, sino a un famosillo para vender su película a la indiada, alegando defensivamente: "Si no era Alejandro, quién más?" Cierto, especialmente cuando Vicente Fernández puso bastante dinero para que su hijito estelarizara el bodrio. La ambición de hacerse millonarios llevó a los Fernández y a Arau a meterse en un lío metafísico sin solución que únicamente les arruinará el resto de sus vidas. La ambición, dicen, siempre acaba por romper el saco.

Está también el italiano Vittorio Storaro (camarógrafo de la película), y entre las mujeres destaca la cantante y actriz (?) Lucero. Agréguele a la lista varios banqueros ladinos haciéndola de productores asociados (incluyendo a Ángel Isidoro Rodríguez, El Divino, y a su primo Javier, a Miguel Arce y Ricardo del Río), reencarnaciones todos ellos de personajes que en 1919 gustosos apoyaron la aniquilación del movimiento zapatista, y que hoy hasta de extras saldrán en la película.

Aparte está la chiquillada: Patricia Velásquez (venezolana, quien la hará de "india" mexicana, hágame el cabrón favor), Jaime Camil, Jesús Ochoa, Evangelina y Roberto Sosa, José Luis Cruz, Arturo Beristain, el diseñador argentino de arte Eugenio Zanetti, Angélica Aragón Juan Peláez...

El "objeto de arte" lo distribuirá Televicine y esperan hacerse millonarios todos, pues la película costaría diez millones de dólares (de los cuales, naturalmente, ni un dólar fue destinado a los descendientes del Caudillo agrarista), y ya recibieron de adelanto por la distribución a veinte países, alrededor de cien millones de dólares. Negocio redondo, ¿eh? Paga bien a los ladinos explotar la memoria de héroes mexicanos, sobre todo cuando de paso se les denigra para sicológicamente confundir y reprimir más a la indiada.

Lo interesante es que en la película será fácil reconocer a gente que al menos de 1910 a 1919 estuvo alrededor de Zapata, aunque hoy tienen diferentes papeles. Por ejemplo. Desde el punto de vista kármico, el psicópata chacal militar, Victoriano Huerta, seria ahora Arau, productor principal de la película. Y su tarea sería la misma que en 1919: destruir a Zapata y a todo lo que representa para los mexicanos no-ladinos, traicionando a la Historia y a la memoria del guerrillero y sus descendientes. Se trata hoy, igual a como sucedió en 1919, de quitarle al pueblo uno de sus pocos héroes auténticos.

Porque de los involucrados en la Revolución, Zapata honestamente buscó el beneficio de los jodidos, algo que todos los ladinos gachupines en el poder, entonces y ahora, fingen buscar pero nunca lo han hecho ni lo harán. Olvídese de curas (Hidalgo y Costilla, Morelos y Pavón) y militares criollos envueltos en falsas "independencias," y olvídese del ladino Pancho Villa: pocos mexicanos han buscado servir a los indígenas y campesinos como lo hizo Zapata. Muy pocos.

Porque Zapata nunca fue brujo ni cantante de rancheras, como nos quiere hacer creer ahora el maligno Alfonso Arau. Tampoco hubiera tenido tiempo para sandeces tales. Zapata fue simplemente un patriota que sacrificó su vida por creer en Tierra y Libertad, algo que ni los gachupines de antes ni los de hoy están dispuestos a dar a los mexicanos nativos.

Claro, el perverso Arau ensucia en su película a Zapata y al México no-ladino con el acostumbrado y pueril pretexto de que "no soy historiador y en películas se vale distorsionar la verdad," (pero no diría lo mismo si algún productor de cine "no-historiador" quisiera distorsionar la versión judía del holocausto, ya que a los ladinos les gusta hacer pero no que les hagan. ¿Por qué mejor no hace Arau una película, y la distorsiona a su gusto, sobre su hermano étnico Hernán Cortés y el peor genocidio de la Historia que nos causó en México, mil veces peor que el de Hitler? O si quiere explotar judíos más contemporáneos, ¿por qué no hace una película sobre los sádicos ex-presidentes Gustavo Díaz Ordaz [descendiente del dictador Porfirio] y Luis Echeverría, causantes del genocidio campesino y estudiantil más brutal de los últimos tiempos con el pretexto de la guerrilla y subversión?).

Arau actúa igual que en 1919, cuando encarnado como Victoriano Huerta buscó la muerte de Zapata en la forma más artera y vil posible: emboscándolo. No hay peor crimen que traicionar y asesinar gente. Por eso el mismo Arau "confiesa" un invento suyo: "Soñé a Zapata advirtiéndome que no lo traicionara." Pero claro, lo traicionará de nuevo. Ya sabemos que los ladinos nunca aprenden lecciones, y repiten los mismos errores aunque vuelvan a nacer. La despreciable película de Arau es entonces la segunda versión de la emboscada en Chinameca.

Dice Arau que tal bodrio será "una obra de arte," y que por eso a un hijo de Zapata que le pidió no tergiversar la vida de su padre, simplemente le contestó: "Tu papá no tiene vida privada."

Cabrones...

Por eso les pasa lo que les pasa, a ellos y a sus hijos, generación tras generación. El Cielo tiene ojos y oídos.

Porque Arau alega que hay libertad de expresión para despedazar la memoria de quien le pegue la gana, pues "en el arte uno puede dar su interpretación personal." Utiliza el sobado pretexto de que "Nosotros somos contadores de historias." Pero las "historias" de Arau en su película recuentan hilarantes y falsos pasajes en la vida de Zapata. Un pasaje en el guión incluye a un Zapata singular domador de caballos, pero no por habilidad en su profesión sino por tener "fuerza mística sobre los caballos." Hágame el favor. En otro pasaje, una nube de luciérnagas que rodean a Zapata se metarmofosean en un grupo de campesinos indígenas siguiendo a su líder. Bendito sea dios.

Pero es que Arau, más que "contador de historias" nos ha resultado un fantasioso cineasta alucinado por el fuerte calor morelense.

Aunque aquí viene lo bueno: de todos los multicitados personajes o "actores," únicamente a la actual encarnación de Zapata (quien vive fuera de México) le fue permitido por los dioses estar consciente de la misión actual del grupo en la Tierra. Zapata (reencarnado) es, por decir algo, el tuerto entre los ciegos. Los demás no recuerdan nada, aunque tienen la libertad de enmendar su conducta. Pero como ya vimos con el malévolo Arau, no lo harán aunque se les den mil oportunidades para ello. (Para entender entero este principio, y no solamente en el contexto de Zapata, lea la sección llamada Puente de los Pesares [poción del olvido] en mi libro Ocultismo Chino.)

La labor actual del Zapata reencarnado fue lograr que los participantes de la tragedia revolucionaria filmada supieran con antelación que recibirán su castigo o premio a través de rituales chinos. Para ello, ostensiblemente aplicó la táctica de utilizar un palo largo para hacer que la serpiente abandone su nido. Buscó que Arau (quien no conoce la contratáctica) actuara voluntariamente y sin necesidad de ser provocado, pues desde antes de nacer él sabía su misión. Por lo tanto, cuando aflojó el paso, bastó soltarle el cebo en un anzuelo que no pudiera rechazar. Y la (falsa) frase clave, "Zapata homosexual," le retumbó a Arau en el inconsciente al "recordar" que Huerta y Carranza la habían utilizado ya sediciosamente en 1919. Eso lo catapultó, junto con Vicente Fernández (Carranza maricón reencarnado), a redoblar esfuerzos y a echar a andar definitivamente la película Zapata.

Su suerte y la de su grupo quedó así echada y atorada en el breñal, sin posibilidad alguna de retroceder.

De manera que tenemos ante nuestros ojos la repetición de la emboscada en Chinameca, pero al revés. Aquí caerán atrapados, con rituales chinos, los autores de aquélla emboscada que inmortalizó a Zapata. Porque la inmortalidad de una persona se mide en la intensidad con que perduren sus actos en la memoria de los hombres. Hay dizque famosos que a la semana de fallecidos nadie se acuerda más de ellos, y hay personajes a quienes siglos después de su muerte todavía los veneran hasta los niños. Inmortal entonces es aquello que supera y trasciende lo mortal.

Y dentro de tal parámetro, Emiliano Zapata es un inmortal. Manque les pese a más de cuatro ladinos mexicanos.

Pero es que, como la mayoría de los mexicanos, Zapata fue mestizo y su lealtad estuvo siempre para con la tierra de su madre (se dice madre tierra, no padre tierra), y no con los gachupines explotadores en el poder. Esa decisión le costó la vida, es cierto, pero también lo inmortalizó en nuestra memoria de mexicanos. Tanto ha crecido su heroica imagen, que de ser un guerrillero regionalista cuando fue arteramente masacrado por el "glorioso" y H(orrible) Ejército mexicano en abril, 1919, hoy su nombre es conocido en el mundo entero. Aunque precisamente por eso todavía lo odian los gachupines judíos en el poder, por eso han fraguado ridiculizar su nombre y su historia, por eso Alfonso Arau distorsiona criminalmente la vida del general revolucionario en su churro filmado. Arau ignora el principio de metafísica china que advierte: Lo que hagas mal hoy te pudiera costar caro mañana.

Y la veldad, la veldad, Arau está descobijado frente a los rituales chinos, por muchos millones de dólares que logre obtener con la película. Aunque ya se huele el canijo el resultado esotérico final.

Temeroso, porque el miedo no anda en burro (su conciencia como que quiere recordar su destino y el encontronazo que se dará con los rituales chinos), Alfonso Arau inició la filmación con un ritual prehispánico (bendición náhuatl) tratando (inútilmente) de evitar consecuencias esotéricas. (Copeando así a los estudios de Hollywood, donde las filmaciones son ahora [inútilmente] precedidas por rituales budistas debido a que en 1980 los productores judíos me robaron un manuscrito sobre artes marciales chinas y metafísica llamado White Tiger, Blue Dragon, que les sirvió para hacer muchísimas películas pero que saló para siempre a grandes productores y estudios hollywoodenses, quienes ahora ya no se la acaban).

Nos asegura Arau (más bien se quiere asegurar él mismo de tal quimera) que chamanes de Morelos lo protegen a él y a su película. Desafortunadamente, la realidad le reventó rápidamente su burbuja de falsa seguridad, pues ya empezaron los inevitables problemas de mala suerte, anunciándole la hecatombe metafísica que se acaba de comprar. Y esto, naturalmente, apenas comienza.

(Si usted es amante de las estadísticas, llévele cuenta al futuro de los involucrados en Zapata, y a sus hijos e hijos de sus hijos, para que se espante de lo serio que será el castigo de los dioses por la babosada que acaban de hacer. No se puede ofender impunemente la memoria de los héroes porque los dioses se enfurecen, aunque Arau y socios se rían por el momento de tal posibilidad.)

Porque a ver. Resulta que Lucero, la estrellita femenina ladina de Zapata, ya recibió tremenda sacudida de mala suerte, presagio del tamaño de la tormenta metafísica que envuelve a la película. Su guarura sacó una pistola frente a los reporteros de la fuente de espectáculos, y sin irle ni venirle a ella el asunto, se metió hasta el cuello en dimes y diretes con los nada mansitos reporteros y camarógrafos. Perdió Lucero no solamente su hipócrita imagen cuidadosamente cultivada de engaña-bobos en el Teletón de Televisa, sino varias telenovelas, y lo peor fue que mostró al mundo entero su verdadera cara de ladina déspota, grosera y terca como mula. Ya nadie creerá jamás su falsa carita de mosca-muerta. Su carrera le reventó literalmente en la cara. Tantos años de trabajo echados por la borda en cuestión de minutos. Ella misma repite como perico su mantra de que "En este negocio se necesita suerte," y sin embargo voluntariamente agarró un martillo y procedió a machacar la suya de cara al público.

Aparte, Mateo Zapata, hijo del Caudillo, amenazó con meter a Arau en pleito legal y con manifestaciones en el set de la película si el productor insistía en contar mentiras sobre su padre, advirtiéndole que la memoria del héroe suriano "es intocable." después de todo, Arau basa sus conocimientos sobre Zapata en un par de pláticas (ni siquiera pagadas, pues los ladinos están para repartirse el dinero entre ellos, no con indígenas) que sostuvo con el hijo del guerrillero. Arau dice que Mateo previamente le pidió dinero (que no le dio) para "cederle los derechos sobre el nombre de su padre." Así ha de ser, pero ya sabemos lo muertos-de-hambre que son los ladinos y que ellos están para explotar a otros, no para pagarles. De los diez millones de dólares que costará la película, no hay ni un dólar asignado a los herederos de Zapata. Así queman los judíos "mexicanos." Naturalmente, los funcionarios ladinos del gobierno de Morelos se pusieron inmediatamente del lado de su hermano étnico Arau, asegurando que Mateo puede hincharse, "porque nosotros no vamos a proteger una serie de mentiras." Esto es, no protegerán nunca a un no-ladino en pleito contra ladinos.

Tales gobernantes explotan México, pues no tenemos ojos para ver ni oídos para oír.

Imperturbable ante las posibles protestas de Mateo y seguidores que pudieran interferir con la filmación, Arau aseguró: "No podrán tomar las instalaciones, éste es un lugar cerrado y hay vigilancia. En todo caso, se enfrentarían a muchas personas que trabajan aquí." Ajá. Para eso si tiene dinero el avaricioso Arau, para pagar vigilantes, pero no para extenderles un dinerillo a los zapatistas, ¿eh?

En fin.

Yo no voy a decirles a los mexicanos no-ladinos cuáles rituales utilizar para bajar del macho a la porquería de película, ni en cuáles columnas están en este sitio, ni los nombres de los ladinos involucrados en el film tratando de chupar ya no la sangre sino el polvo del cadáver de Zapata. Tampoco voy a señalarles la importancia de hincar también a los distribuidores, a los teatros donde exhiban en estreno la película, a las cadenas de televisión nacionales y extranjeras que años después la retransmitan. Cada quien es libre de hacer lo que guste con su rabia, y todos sabemos muy bien lo que tenemos que hacer. O no.

Sin embargo, mi opinión es que los ladinos abusan de nosotros al burlarse y explotar hasta nuestros muertos.

Pero al utilizar rituales chinos, la cosa se empareja. A ver a qué les sabe a los ladinos una sopa de su propio chocolate amargo. Porque después de cinco siglos de represión, gente como Alfonso Arau nos creen inofensivos y tontos. Pero sucede que "El tigre puede acabar con el enorme y poderoso elefante si le da una mordida diaria." Principio éste de guerrilla y metafísica nada teórico, pues ha sido probado durante siglos en China.

Dado que Arau se jacta de que tuvo a varios ladinos mexicanos millonarios de productores asociados y hasta de extras en la película, mi consejo es que los generosos mecenas guarden en paño el film, porque después de los rituales que la mexicanada les dedicaremos por su burla, yo no estaría tan seguro que seguirán teniendo muchos millones para desperdiciar en más producciones cinematográficas.

Y acuérdense que aquí se los presagiamos primero.

Una astróloga ladina le anuncia a Lucero que 2004 será su año de éxitos, y que viajará mucho a Europa. Mmmhh... Lamento contradecirla. Yo también veo esos viajes, pero únicamente para buscar chamba porque aquí en México se le acabará. Tocada por la mala suerte de la película Zapata, todo a su alrededor se contaminará de su negatividad. Dicen que Arau convenció a Lucero de enseñar un poco de nalga en la película, porque eso la lanzaría a una "carrera internacional." Pues sí veo carrera, pero para todos lados y de desesperación al acabársele su buena suerte.

Ye ve que el delicado charrito Alejandro, junto con Camil y otros amigos, estuvo envuelto en un pleito a golpes en un restaurante. Y Vicente Fernández perdió recientemente un pleito en los tribunales que le saldrá bastante caro. Ya les empieza a rondar entonces la ruina.

Pero sin duda habrá muchos más ejemplos, pues Zapata arde.

Ya les andaba.

Pero no olvidemos que Hay Que Sacar A Los Ladinos De Los Pinos.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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