Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #32: El Mundial de Televisa

El mundial de fútbol en Francia dejó en claro, para México, dos cosas: la actitud de los jugadores mexicanos ya no es ratonil (quedan los originales "green mice" como Lapuente, Borja y compañía enquistados en el sistema), y la selección nacional es manejada por Televisa.

La valentía de los jugadores en el campo es para alegrarnos y lo de Televisa es para lamentarnos.

Televisa utiliza la selección como gancho para vender publicidad, incrementar sus ganancias, e imponer jugadores. Prefieren que juegue contra El Salvador y hacer dinero, a jugar contra Holanda y que las ganancias sean mucho menores.

Burrillo, personaje de la televisora, hizo valer en Francia su exclusividad comercial con la selección para disminuir el acceso de otros medios informativos al campamento mexicano. Todo con el beneplácito de Lapuente, el técnico nacional. Un técnico extranjero jamás aceptaría ser títere de Televisa. Basta recordar que precisamente por no plegarse a Televisa el argentino Menotti tuvo problemas cuando dirigió al "equipo de todos."

Por eso los títeres parlantes repiten hasta el cansancio en Televisa que la selección no requiere de técnico extranjero. No se necesita entonces una bola de cristal para adivinar qué, por "flexible" hacia los requerimientos de esa empresa, Lapuente tiene asegurado su futuro como técnico pierda o gane la seleccion.

(Jugando siempre contra Guatemala y contra el Salvador, difícil será que pierda, ¿verdad? Pues no. La selección sigue perdiendo contra ellos).

Más artero fue el hecho de usar el mundial para que Televisa intentara llenarnos la cabeza de caca con una programación criminal a base de "cómicos" pesados y carentes de vocación. Entre ellos destacan dos, Suárez y Derbez, por promover activamente la imagen del mexicano borrachín, idiota y holgazán. Con chistes de mal gusto estos sujetos agravian la inteligencia del público pensante y dañan la imagen de su propio país (suponiendo que éste fuera México y no el del Medio Oriente que todos sabemos cual es). Como si hiciera falta remachar desde aquí la pobreza y el vicio que tanto nos critican desde el exterior.

En cuanto al trabajo en Francia de los comentaristas y narradores de fútbol de Televisa, ¿qué quiere que le diga? No es que los muñecos parlantes no sepan de fútbol. Pero los televisos son hábiles en desvirtuar la realidad a base de "análisis" tramposos encaminados a engañar bobos e inflar la selección para hacer creer al televidente que lo que ve en la pantalla no es cierto.

Tradición no les falta, pues Televisa está cebada en eso de engañar al televidente: transmite noticias amañadas o suprimidas, pero siempre favorables al gobierno; incluye una programación bárbara como luchas y boxeo, demasiados programas musicales malos y telenovelas idiotizantes. Y por supuesto, nula programación cultural.

Pero ni modo. Se le permitió al gobierno prohijar tal monstruo televisivo para mantener al pueblo a raya, y ahora es difícil de cambiar, como no sea con rituales chinos de metafísica.

Examinemos mejor el papel que hizo la selección en Francia a nivel cancha, pues un principio de estrategia china dice que "la competencia revela la diferencia entre ganadores y perdedores."

Si a usted ya se le pasó la cruda del "si se puede" que no se pudo, ya puede afrontar la negra realidad.

En los conflictos armados y en el fútbol, usualmente el perdedor es pequeño en todos los sentidos y el ganador es grande. Los números son fríos y a pesar de la alharaca previa por parte de los televisos, fiel a su tradición la selección no llegó lejos en este mundial. Diremos mejor que ni llegó, y lo más rescatable fue el carácter mostrado por los muchachos en la cancha.

No hubo lugar en Francia para milagros, ya que el nivel futbolístico de los seleccionados fue menos que mediocre. Es obvio que más de la mitad de los jugadores le fueron impuestos al técnico Lapuente. ¿Cómo explicar de otra manera la presencia en la selección de jugadores como Villa, Lara, Terrazas, Ordiales, Carmona, Pérez, y otros? ¿Qué diablos hacian ahí esos jugadores que obviamente no están para un mundial?

Al final, el televiso Orvañanos repitió la sobada necedad que palia las derrotas en México: "Los seleccionados cayeron con la cara al sol." En efecto. Como los boxeadores cuando son noqueados, cayeron de nalgas al suelo a manos (y pies) de los alemanes. Y así seguirán cayendo cara al sol por los siglos de los siglos, amén.

Ni la bendición previa del Papa ni la rezada diaria del rosario (escenas descaradamente montadas por Televisa para impresionar y calmar a la infantil plebe en México) ayudó a los jugadores. Y es que no hay rezos que resuciten muertos.

Para explicar lo que realmente pasó en la selección empecemos por admitir que el fútbol es idéntico al ajedrez y la guerra. El ajedrez y el fútbol son juegos militares inventados por los chinos y con principios de formaciones tan complejos que raramente hay dos juegos iguales.

La guerra en sí no es invento chino, pero la mejor estrategia militar del mundo es china (por eso los americanos andan locos buscando textos de estrategia china).

El ajedrez lo utilizan en China para enseñar estrategia a los militares, pero sin incluir los traumas físicos que produce la guerra, pues las piezas en el tablero son inertes, carecen de emociones. El fútbol lo diseñaron para incorporar la teoría del ajedrez al combate físico, pero sin armas. El fútbol incluye ya muestras de valor y cobardía, de heridos y golpeados, de lágrimas y sangre, pero la disputa es sólo con un balón.

El ajedrez, fútbol y guerra son factores inseparables en el mundillo militar, por eso el fútbol y el ajedrez también se empiezan con una raya separando a los dos bandos, como se hace en el campo de batalla.

La guerra incorpora los tres factores - ajedrez, fútbol, muerte - al utilizar armamento para la destrucción total del oponente.

Ahora bien. El ajedrez se juega más con la mente que con las manos. En cambio, el fútbol se juega más con los pies pero se coordina con la cabeza, lo cual desarrolla simultáneamente la agilidad física y mental de la persona. Por eso los jugadores de fútbol tienen la expresión facial viva, mientras que los jugadores de rugby, béisbol y basquetbol, por ejemplo, la tienen aletargada. Nótese que el actual dirigente de la FIFA nunca jugó fútbol y tiene cara de andar cazando moscas.

Cuando ejecutivos de televisión que jamás han pateado una pelota tienen a su cargo los destinos de la selección nacional, las derrotas no se hacen esperar pues carecen de la inteligencia necesaria para captar en su magnitud las consecuencias militares, deportivas y sociales del juego.

Debido a esa falta de estrategia se contratan técnicos nacionales como Cárdenas, Trelles, Lapuente, Bora, Mejía Barón, y demás alineadores mediocres. Y es que televisos como Burrillo entienden de ganancias producidas al explotar la bandera y el Himno Nacional pero no perciben el creciente descontento del pueblo ni el grado de rabia que éste acumula al sumar tantas decepciones la selección.

Así fue como un día, faltando seis meses para el mundial en Francia, los televisos pusieron la selección en manos de un sargento, Lapuente, para enfrentar a selecciones europeas comandadas por verdaderos generales del fútbol.

Lapuente sabrá de fútbol, pero no de estrategia. En consecuencia cometió los siguientes errores.

Uno. Antes de asustar a los seleccionados diciendo que Holanda es imbatible, Lapuente fue un técnico incoloro. Llevó al Necaxa al campeonato nacional, pero jugaba en estadios vacíos. Ahí tenía a Luis Hernández de suplente, y cuando el muchacho destacó en la Copa América en Bolivia, declinó ponerlo como titular en el Necaxa aduciendo que "el ser titular en la selección no le garantiza un puesto de titular a Hernández." Para este señor ser goleador en la selección no es mérito suficiente. Siendo sargento ignora que un general debe saber aplicar el sistema de Castigos y Premios para sus hombres. Castigó a Hernández en lugar de premiarlo, demostrando que no sabe reconocer méritos ajenos. Siendo del mismo grupo étnico que gobierna al país, Lapuente actúa igualito que los priístas. O sea, es defecto genético.

Dos. En lugar de buscar batirse con los mejores del mundo antes del compromiso en Francia, el sargento arrastró a la selección a jugar en estadios vacíos, como a el le gusta, con equipos de segunda división en Europa. Ya iba asustado por las derrotas que le aplicaron previamente equipos suramericanos, demostrando inconscientemente su nivel mental y por qué en sus tiempos no fue jugador grande. Decía Lapuente que tenía una "arma secreta" para hacer ganar a la selección y esta resultó ser un ejecutivo de Televisa dándoles puñitos de dólares a los jugadores para "incentivarlos." !Viva México!

Tres. El fútbol ya está inventado y es fácil jugarlo. A menos, claro, que los técnicos quieran pasarse de listos reinventándolo. El sargento Lapuente es de estos últimos. En México hay al menos un jugador bueno en cada posición y se puede formar una selección decente, pero los televisos llevaron muchos jugadores que son malos en todas. Los llevaron por razones étnicas y tuvieron que poner a muchos de ellos en posiciones que nunca antes habían jugado. Por ejemplo, el sargento puso a Luna de lateral cuando es mediocampista y falló, puso a Suárez en la media y falló. La cosa era repartirse entre ellos el pastel del viaje, primas, publicidad, y demás. Los jugadores mexicanos de talento, pero ajenos al grupo étnico de come-solos, vieron el mundial por televisión. Ya se arrepentirán los televisos, pues "el come-solo muere solo."

Cuatro. En el juego contra Corea, "los escogidos" de Lapuente no pudieron con los asiáticos en el primer tiempo. Para ganar, el sargento tuvo que meter en la segunda parte a Peláez y Arellano. Ya había dado muestras Lapuente que Arellano no es de su preferencia, quizás porque el muchacho es talentoso de verdad: lo incorporó a la selección hasta el último minuto y sin muchas ganas. Normal, pues un mediocre siempre siente celos de un inteligente.

Cinco. El sargento también peca de tonto. Miloc dijo hace décadas (y Bora lo repite ahora como perico) que "equipo que gana no se toca" y el sargento, claro, lo tocó: para el partido contra Bélgica de nuevo alineó a sus consentidos. Y de nuevo castigó a Arellano por su buen juego contra Corea y premió a los jugadores malos haciéndolos titulares. Salió Lapuente para este juego con una formación de miedo y los europeos cercaron a los tricolores. Espantado, el sargento hizo cambios irracionales. Metió finalmente a Arellano para que dirigiera al equipo, sí, pero metió a Lara por Aspe y a Ordiales por Villa sin otra excusa que su miedo, tronando todos sus cambios a lo tarugo. Cuando Hernández se lesionó el tobillo derecho ya no había por quien cambiarlo y jugó así veinticinco minutos más, agravando su lesión y sin poder hacer ya nada en el juego. Digan lo que digan, Hernández nunca se recuperó y jugó el resto de los juegos con su condición física mermada. Los grandes técnicos (como Miloc) saben hacer sus cambios acertadamente pero el sargento no es de ésos. Para su fortuna, Arellano otra vez le resolvió la situación.

Seis. Arellano salvó a Lapuente dos veces y el sargento continuó castigándolo: no le dio titularidad en el juego contra Holanda y ni siquiera compartió con el muchacho el ladrillito escénico en las triunfales y pomposas entrevistas que el sargento daba a Televisa. Peor aún, se dejó embaucar por el técnico de Holanda que aseguraba que México es ofensivo y el iba también a atacar al tricolor. El sargento se sintió halagado y salió a atacar. Craso horror: el técnico holandés mintió (como debe ser) y Holanda salió a defender. En dos contragolpes le hizo dos goles fácilmente al equipo de Lapuente. Resultado? Vuelta a meter a Arellano en el segundo tiempo para que le salvara la chamba.

(Entre juego y juego, el sargento se dedicó a decir estupideces como ésta: "Este equipo tiene corazón y no tiene metas". En otras palabras, !no había plan para la guerra, sólo para la batalla frente a su nariz! Para Lapuente no había mañana y por eso después de cada partido los jugadores acababan fundidos. O sea, México no podía llegar lejos pues no hubo dosificación física. Pero después de todo, ¿qué va a saber un sargento de estrategia? Lo peor fue que en vez de estar en su campamento durante la campaña como hace todo buen comandante, el señor se iba a jugar golf como si la selección hubiese ido a vacacionar a Francia.

Siete. Contra Alemania, otra formación de miedo: diez defensas y un portero. Arellano otra vez en la banca cuando el sargento debió haberlo metido desde el principio, o no meterlo en todo el juego. Por supuesto que Alemania se adueñó del medio campo, pues Lapuente alineó a los jugadores de Televisa. Para eso, tuvo que habilitar a Lara, que es jugador (y malo) de medio campo, !de central! Las consecuencias de tal imbecilidad no se hicieron esperar: Alemania hizo su primer gol contra México cuando Lara no supo que hacer con un balón perdido en el área, y el segundo gol porque se le ocurrió saltar inocentemente detrás del altísimo delantero Alemán. No supo que las pelotas en el área se revientan y que un delantero alto se empuja o jala en el aire. ¿Pero y los verdaderos centrales dónde estaban? Pues ellos viendo el juego desde la banca o desde casita. Esta vez el cambio de Arellano fue equivocado, pues se trataba de contener, de defender el gol que México tenía, no ir a buscar más en un juego que ya estaba ganado. Peor aún: se dice en China que táctica que se repite dos veces indica que el estratega es tonto, y el sargento hizo ese cambio cuatro veces así que los técnicos enemigos esperaban el cambio. Presa del pánico al ver que lo derrotaban, el sargento metió a Peláez tres minutos antes del final a ver si ganaba el juego. Inocente.

Conclusión: El fútbol es algo profundo que únicamente los de mente simple ven como un juego. En Francia no perdieron los jugadores mexicanos, sino mercaderes del fútbol como Burrillo y los directivos de la federación. Está claro que con jugadores adecuados y un técnico de verdad otro gallo nos cantaría. Pero como en el PRI, no cambiará nada pues los televisos quieren ganancias, no el buen nombre de México. Por eso se dice que ya le renovaron el contrato al sargento Lapuente por cuatro años más. ¿Y por qué no veinte? Al fin que somos un país de aficionados tontos.

Mientras tanto, desde el punto de vista militar pasó algo realmente alarmante: los jóvenes mexicanos de esta generación ya no se asustan en el extranjero. Esto significa que el gobierno va a enfrentar pronto soldados rebeldes de muchas agallas. Desde luego que los futbolistas de Televisa no están para la lucha armada - le preguntaron a un seleccionado en Francia por los zapatistas y dijo qué son un sindicato de huelguistas - pero reflejan el espíritu nacional de esta generación de jóvenes.

Está claro también que el detonante de la lucha armada en México puede ser el resultado de un juego de fútbol (para los de memoria corta: con un juego de fútbol empezó lo de Tlatelolco). Ya nomás falta el líder o el pretexto para una revuelta.

Cuidado entonces, señores priistas, porque "son los descuidos los que tumban al jinete del caballo." Luego no digan que todo fue ``inesperado,'' como en Chiapas.

METAFÍSICA:   A la Iglesia le importa poco que la gente sepa que sus curas son poco religiosos, o intolerantes, o pervertidos, o borrachos, o mujeriegos.

La mentalidad de las huestes del Vaticano es que la gente no tiene otro remedio que hacerse de la vista gorda, pues son los únicos que pueden oficiar misas y dueños de la Biblia.

Pero cada individuo puede hacer sus propios rituales, y si son chinos mejor. Con éstos no necesita ir a misas ni esperar que nadie rece por el pues en la intimidad de su casa puede hacer rituales y pedir a los dioses directamente lo que quiera sin necesidad de intermediarios.

Los dioses no quieren saber si la persona es sacerdote o seglar, lo que ven es la sinceridad de la persona que les pide deseos. Para ellos vale el corazón de quién los llama, no sus ropas ni títulos.

Queme usted mismo en el ritual chino básico su petición escrita, y verá que no necesitará a los curas más que para bodas, bautizos y funerales, que es en realidad para lo único que deben servir.

PRINCIPIO DE DINERO:   ¿No tiene dinero para poner su propio negocio? No se apure, hágalo en el negocio de otros (pero pídales permiso).

Por ejemplo. Si usted es cantante, pídale a los gerentes de restaurantes populares que le permitan darles serenata a los comensales. Pocos están de mal humor mientras comen, así que de seguro le echarán monedas a su botecito.

Los espectáculos populares - toros, fútbol, luchas y boxeo, etcétera - reúnen gente dispuesta a gastarse algunos pesillos, así que véndales en las afueras del lugar un producto de fácil aceptación.

Fíjese como le hacen otros negociantes y repita el método: la guía de televisión vende la programación de las televisoras, lo mismo hacen los fabricantes de televisores y las tiendas que los venden. Los fabricantes de llantas aprovechan que otros fabrican autos y camiones. Los vendedores de seguros de vida (a través de maquinitas) en los aeropuertos aprovechan que las aerolíneas transportan viajeros, y lo mismo hacen los que rentan automóviles ahí mismo. Las tiendas que venden artículos infantiles en México se aprovechan que los curas tienen entrenada a la indiada a parir como conejos y hacen una millonada. Los vendedores de féretros cuentan con la incapacidad de los matasanos para vender muchos ataúdes, etcétera.

Los ejemplos serian interminables, así que póngale poquita inteligencia al asunto y seguro hallará usted un producto fácil de vender en los negocios de otros.

Así es como mejor corre el dinero en la sociedad: cada uno busca como servir y servirse de otros. Nomás acuérdese del principio de la reciprocidad y déles aunque sea un calendario en año nuevo a quienes le den la mano. No hay que ser malagradecido pues se enojan los dioses.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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Copyright © 1998, Francisco J. Vargas