Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #50: Todos Somos Culpables

La Edad de la Barbarie nos volvió a caer encima en plena víspera del nuevo milenio, y todos somos culpables de ello por tolerantes o por tarugos. Posiblemente por las dos cosas.

Se pensaba que después de la Tercera Guerra Mundial el hombre regresaría a la Edad del Mono, con taparrabos y blandiendo palos y piedras como armas.

Pues no, ya le dimos la vuelta completa al círculo. Exceptuando el taparrabos, en lo demás estamos de vuelta en el punto de origen de la civilización. Y por favor aléguenme que no es cierto, asegúrenme que estoy equivocado, por piedad despiértenme de esta pesadilla.

En su nada ejemplar historia el hombre ha hecho poco para distinguirse de los animales. Afortunadamente siempre hay personas que procuran dotarnos a los demás de ética y de respeto para la propiedad y vida ajenas. En esto, los filósofos chinos se llevan la palma. Y aunque no siempre han tenido éxito, por voluntad no ha quedado.

Pero uno de los más inquietantes conceptos de la filosofía china es precisamente que el hombre tiende a retroceder, no a progresar. Puesto que cada generación es inferior a la anterior, el hombre tiene que estar en guardia constante para evitar que le gane su tendencia a la barbarie.

Por cinco mil años, contando desde los primeros intentos chinos por racionalizar las acciones humanas, hemos ido mal que bien pretendiendo que si no caminamos en cuatro patas es porque nos hemos ganado el derecho a no hacerlo.

Pero la batalla contra la barbarie la empezó a perder la humanidad cuando lo de las las Cruzadas y la Inquisicion, cuando llegaron españoles y europeos por estos rumbos y arrasaron con los nativos, demostrando que el hombre sigue siendo un animal que come a otros hombres sin piedad ni remordimiento. Y todavía se asombran en España de que México no tenga una estatua de Cortés.

En lo que va de este siglo, con nueva tecnología que se supone debería ayudar a la humanidad, el hombre destruyó en acciones bélicas más vidas humanas que en toda su historia.

Los cuicos le dan duro a negros, o como a aquéllos espaldas mojadas a plena luz del día en Los Ángeles, bajando a hombres, mujeres y niños del pickup en que viajaban a puro golpe de macana cual si fueran bestias pues ignoraban los pretorianos que desde un helicóptero los filmaban. Los policías de New York que el otro día le metieron un palo por el ano a un haitiano arrestado han de haber ido a la escuela juntos con Gutiérrez Barrios, o con el exsecretario de Gobernación que presume haberle metido un palo de escoba por el ano al Che Guevara cuando éste vivió en México.

Hasta hoy ``descubren'' que los cuicos ingleses son racistas y le dan caña a cuanto negro pueden, o que los franceses arrestan ilegalmente, torturan y matan islámicos con saña inaudita. Y ni para que mencionar a los españoles con sus actuales barbaridades contra los inmigrantes.

En Africa desaparecen violentamente tribus enteras de la noche a la mañana y ni quien parpadeé.

Y en Israel - oh Israel - tocó fondo la miseria humana en forma peor aún que en Africa. Traumados por la zapateada que les propino Hitler, los judíos andan ciegos de rabia buscando quien se las pague. Molernos con el holocausto en las películas de Hollywood ya no les es suficiente. Ahora los soldados judíos balean niños palestinos que protestan, y de pilón legalizaron la tortura.

No, no me equivoqué. Leyó usted bien: los judíos legalizaron la tortura para obtener confesiones a guevo de cuanto árabe caiga en sus manos. Y nadie, pero nadie, dijimos nada ante esta monstruosidad que en tal forma aleja a esa raza hebrea de cualquier similitud con el resto de la humanidad.

La Corte Suprema de Justicia judía seguido autoriza ``permisos especiales'' para que se utilice la fuerza física en la extracción de información y se les han muerto algunos reos islámicos por las sacudidas. Para tal interrogación atan al preso en una silla, ojos vendados, y le atizan lluvia de golpes y patadas, sacudidas a la cabeza y más civilizadas técnicas de golpeo hasta que ``canta.''

En Israel obviamente creen que a nadie se le había ocurrido legalizar la tortura. Lo que pasa es que en los demás países el ser humano todavía siente vergüenza admitir la existencia de la tortura aunque todos la practican, pero al menos a escondidas de sus ciudadanos.

Un semanario inglés, The Sunday Times, informa que científicos israelíes están trabajando sigilosamente para crear un tipo de arma biológica que, maravilla de maravillas, destruirá únicamente árabes. La tal ``bomba étnica'' utilizará los nuevos descubrimientos médicos que identifican los genes para destruirlos usando el virus y bacteria adecuado. Tales micro-organismos serían lanzados por aire y agua pero atacarían al código genético de los árabes y no al de los judíos.

Ya los blancos de Suráfrica habían investigado lo de armas genéticas para deshacerse de la negrada en forma efectiva y barata. No me extrañaría entonces que pronto salgan ``bombas étnicas'' para deshacerse de los mojados, de los malcontentos, de los negros, de los que no acepten el Evangelio en las escuelas públicas, de las mujeres que aborten y hasta de los que no hablen inglés.

Como estará de feo el asunto que las asociaciones de médicos en Europa están denunciando ante las Naciones Unidas este plan de infectar, esterilizar o eliminar grupos étnicos específicos. Lo peor de esto es cuando los genes son dañados, las víctimas pudieran no sentir el efecto sino hasta la segunda generación. O sea, efecto hereditario, y como los blancos se creen los dueños del mundo en cien años dejarían puros güeritos en el planeta.

Por su parte, los ciudadanos blancos de varios países que no tienen otra cosa que hacer ya se dedican a cazar indocumentados. Lo mismo en la frontera México-USA, que en la frontera Alemania-Dinamarca, que en varias más en Europa, los blancos hostilizan a los prietos.

Los talibanes destazan vivos a los infieles y nadie dice nada. Siguen estos fanáticos islámicos la edificante costumbre que les llevaron los católicos durante las Cruzadas. Aprendieron bien los angelitos de esa plaga que son los europeos.

En tiempos de las Cruzadas los jinetes católicos practicaban ensartar infieles con sus lanzas cortándole primero la cabeza a un prisionero y colocándola sobre una estaca. Sin duda Dios se los agradeció. Y el Papa en turno también pues de los que regresaron con vida chamuscó vivo a cuanto templario pudo pescar y embotellar. Todo para bajarles las fortunitas que los cristianos y avariciosos caballeros habían traído de tierras de infieles pero sin mocharse antes con la Iglesia.

Y ni los muertos se escapan. En tiempos más modernos, digamos el año pasado, el jueguito de la cabeza de turco de los cruzados ha sido actualizado en Francia. Las fábricas de autos Renault y Peugeot experimentan con cadáveres de adultos de ambos sexos y de niños y bebés para probar la seguridad de los autos durante accidentes. Dicen en la Renault que ``apenas'' llevan 400 cadáveres hechos polvo en accidentes simulados. Al cabo que ni se quejan los cadáveres.

México también tiene historias de horror. Dejemos de lado las chamusquinas humanas de la Inquisición en su loable tarea de salvar almas y quedarse con sus fortunas materiales. El Ejército y las distintas policías ilegalmente arrestan y asesinan a tantos mexicanos que el clero se queja que hay muy poquitos mexicanos para dar diezmos y limosnas.

De ética también andamos escasos: el otro día pescaron a un magistrado capitalino encuerado y prensando el cuerpo de una mujer (que trabajaba de MP) contra el asiento de su automóvil en oscura calle haciéndole cochi-cochi. Por ahorrarse unos pesos en hotel el tipo fue exhibido como víctima de su propia calentura sexual.

La humanidad superó el canibalismo y superará el Sida. Pero ya nos van arreando otra vez al oscurantismo los curas con su necedad de querer mezclar la religión con la educación pública. No les basta el negociazo de la educación privada, quieren todo el pastel los avariciosos.

Admitir curas en la educación pública o en la política es volver a los siglos en que se daba igual poder a la Iglesia que a gobiernos. Volveremos a los abusos religiosos de excomuniones como castigo legal, y a la intromisión de tribunales religiosos en la ley civil, eliminando la separación entre Estado e Iglesia. Volverán las hogueras humanas en las plazas pues quien ofenda a la Iglesia ofenderá al Estado.

Nunca les han dicho a los gobernantes en México que la cartera de Ministro del Interior (Gobernación) existe precisamente para supervisar las religiones, para controlarlas y prevenir los desórdenes religiosos que estamos otra vez padeciendo.

En Argentina la intromisión de la Iglesia llegó al extremo, en la ``guerra sucia'' de 1973-83, de adoctrinar a los militares asesinos para que no sintieran remordimientos. Los curas les decían a los verdugos militares que podían matar civiles con la bendición católica, pues sólo estaban ``separando la cizaña del trigo.'' Con razón el Vaticano defiende a Pinochet. Y esta misma Iglesia, tan culpable de crímenes contra la humanidad como tanto dictador que anda por ahí suelto, arma cada borlote aquí en México con el cuento del aborto, qué no vea.

Y como si no tuviéramos bastantes problemas ya, para vergüenza de todo el país menos de Televisa y sus futbolistas y de sus gobernantes complices, Cuauhtémoc Blanco da otra de sus ya habituales exhibiciones de estupidez. Este muchacho es un magnífico futbolista, un jugadorazo, pero en cuanto se ofusca hace puras barbaridades.

Esta vez le arreó tremendo puñetazo en el rostro a Robles, jugador del Guadalajara, en forma artera y cuando no había ni pelota en juego de por medio pues el clásico había terminado. Lo que es peor, la agresión ocurrió sin aparente provocación por parte de Robles, pues la televisión mostró la toma frontal de su rostro y ni insulto verbal hay por parte del jugador golpeado.

Ahora hasta mentiroso y patán se ha vuelto Cuauhtémoc, pues contestó con una agresión el gesto de despedida de Robles. Ni siquiera la excusa de que ``se calentó'' vale para Cuauhtémoc, pues cobra lo suficiente como para comportarse en público con decencia pues actúa frente a mujeres y niños y no puede seguir siendo un bravucón de barrio.

Su carácter recio es deseable en un jugador de Selección que trota por muchos países y en campos de fútbol enemigos. Pero hay límites. Eso de haber esperado a Robles fuera del vestidor después del incidente, diciendo que lo esperaba ``A ver si es tan hombre,'' es una vergüenza para Cuauhtémoc y un insulto para sus padres, para sus maestros, para su club, para su técnico, y para México. Hasta los aficionados tenemos la culpa pues lo hemos subido a un pedestal bien ganado como jugador pero no como persona.

Nadie es perfecto, no se exige que el jugador sea un mequetrefe. Pero debe comportarse aún en el mismo momento de cometer un error. Tiene que ser responsable con los demás para beneficio propio. Su fisonomia es la de una buena persona pero que ha vivido en un entorno violento. Y para defenderlo sale el jugador americanista compadre de Cuauhtémoc, el enano mental Terrazas, con la burrada de qué ``En el América nos enseñaron a no llorar.`` Pues vaya. Es como decir ``en el América nos enseñaron a no mear.'' ¿Y qué con eso?

Los que se dicen amigos de Cuauhtémoc y lo defienden diciendo que es un cuate a todo dar obviamente no han sido blanco de sus puñetazos. Y el encubridor de la violencia, Reinoso, autonombrado americanista de corazón, dice que hay que disculpar a Cuauhtémoc porque los jugadores contrarios ``lo salen a buscar.'' Pues que se quede en su casa.

Aparte están los poco inteligentes tele visos, sobre todo el narrador de luchas Rivera. Este alcornoque dijo que el golpe no fue puñetazo, que fue ``bofetada.'' No cabe duda, hay ``comentaristas'' que mientras más hablan más enseñan su ignorancia.

Pero más estúpida todavía ha sido la opinión de Lapuente respecto al incidente. En una escala de inteligencia del uno al diez, Lapuente se colocó solito por debajo del uno. Mire que decir que la culpa de la violencia de Cuauhtémoc la tienen los Medios. Y agrega que es deseable que el carácter del jugador sea fuerte ``para que gane juegos.'' Si Lapuente fuera el técnico de la selección de una nación civilizada lo habrían despedido inmediatamente, pero no en este México de compadrazgos.

Cuauhtémoc se rehabilitaría con la ayuda de un buen siquiatra, con mandarlo 6 meses a segunda división, y con darlo de baja por el mismo periodo de tiempo en la Selección. Pero entonces Televisa no podría cobrar bien los juegos de la Selección, así que Lapuente ensalza taimadamente las virtudes boxísticas del futbolista.

De seguro el América no castigará a su jugador y hasta le podrían dar un premiecito en la FMF pues aquí se castiga a los buenos y se premia a los malos. (Así protegieron a Gonzalo Farfan cuando mató a tres trabajadores manejando ebrio).

Pero si tuviéramos vergüenza, los aficionados presentes en los juegos de la Selección no permitiríamos que alinearan a Cuauhtémoc por un tiempo.

Por otro lado, el que si demostró un magnifico carácter es el jugador del Guadalajara, Robles. Hasta sus lágrimas de impotencia por no poder vengar completamente la agresión, lágrimas que ofenden al pigmeo y muy macho Terrazas, es la reacción natural en una persona consciente de su responsabilidad como jugador y como hombre. Su defensa ante el golpe fue la correcta, pues a pesar de la sorpresa por lo alevoso del ataque ya que el iba camino fuera del campo cuando lo agredieron, alcanzó a patear a Cuauhtémoc aún estando para entonces solo contra tres americanistas.

Y que conste, más cobarde todavía fue el ataque de el #11 del América que golpeó a Robles cuando se defendía de Cuauhtémoc.

El valor y la reaccion de Robles son admirables. Muchos se hubieran tirado al pasto, pero el hizo ni más ni menos lo adecuado a la situación.

La Comisión Disciplinaria por supuesto castigó inmerecidamente a Robles y merecidamente a Cuauhtémoc, pero no a ese #11 americanista. Dicen que porque no lo reportó el árbitro en la cédula. ¿Entonces para qué diablos examinan los vídeos de los juegos? Para el incompetente Aarón Padilla ni la evidencia del vídeo vale.

Y si todos somos culpables de la barbarie imperante, el primero entre iguales, Zedillo, es todavía más responsable. Cuando fue funcionario de educación Zedillo empeoró las cosas y ahora que es presidente dejó escapar a los maestros criminales que secuestraron gente en la Cámara de Diputados. ¿Cómo exigir severo castigo oficial a Cuauhtémoc cuando los maestros secuestradores obtuvieron ilegalmente la libertad?

Si pusiéramos rejas en las fronteras podríamos cobrarles a los turistas boleto de entrada a este zoológico.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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Copyright © 1999, Francisco J. Vargas