Todos los países (y los individuos) tienen secretos, dicen en China. Y cuando se relacionan con los profundos misterios de la mente, los secretos chinos no tienen paralelo en la historia de la humanidad. ¿Por qué? Pues porque China es el único país con suficiente cultura antigua para ser considerada civilización intacta desde hace siete mil años.
El resto de las naciones más antiguas -Egipto, Grecia, Roma- podrán argüir que sus culturas son más antiguas y con diez mil o más años de antigüedad -bla, bla, bla- pero ninguna lo es en línea directa e ininterrumpida como la civilización China.
En mi opinión, China mantiene intacto su conocimiento porque no solamente ha sobrevivido guerras internas y externas, invasiones brutales -como las invasiones mongol y manchú, la Guerra del Opio que les infligió Inglaterra y la invasión militar de Japón- hambrunas, y desastres naturales terribles incluyendo terremotos e inundaciones terribles en lo que probablemente fue el Diluvio, sino porque resistió con éxito la peor plaga que azota actualmente a la humanidad: Los malignos misioneros católicos cuya única misión es destruir cultura y religión de los países, apropiarse de lo que sea valioso para su propio provecho, y luego ya puestos de rodillas someterlos al explotador yugo del Vaticano.
De manera que China ha acumulado bastante conocimiento, aunque la mayor parte no es conocido en Occidente porque debido a necesidades estratégicas modernas algunos de esos métodos están militarmente restringidos -todas las naciones tienen secretos, dijimos- y de otros simplemente nadie fuera de China sabe que existen. Y nadie puede preguntar por lo que no conoce. Las artes marciales chinas y la acupuntura, por ejemplo, son métodos populares y muchos extranjeros van hoy día a China para aprenderlos, pero es más lo que desconocemos de ese país que lo que conocemos. Por eso el fabuloso método para incrementar la inteligencia es desconocido en Occidente.
Debido a que aprendí de un general chino desde edad aceptablemente joven, tuve décadas para familiarizarme con diversos métodos chinos que por sentido común no mencionaré, pero no tengo empacho en decir que siempre me ha fascinado el conocimiento chino relacionado con los poderes de la mente humana. Recuerdo que a mi maestro -¡como lo extraño!- le divertía ver mi cara de asombro cuando entre clase y clase hacía diversos actos para hacer más ameno el momento.
Por ejemplo. Ponía una vela prendida en la pared opuesta del cuarto, y luego desde quince o veinte metros de distancia pasaba su mano suave y horizontalmente en el aire y se apagaba la vela, dejando solamente el pabilo humeante. Pero luego volvía a pasar la mano en dirección contraria, y la vela volvía a prenderse pues la llama retornaba al pabilo. O se tallaba un antebrazo con las llemas de los dedos de la otra mano, y aparecía una llama en la punta de sus dedos. O, atraía objetos hacia su mano y los sostenía en el aire sin agarrarlos, como si su palma fuera poderoso magneto. Alguna vez caminaba yo frente a mi maestro, que aparentemente leía sentado con gran concentración un periódico, y de repente mi cuerpo involuntariamente dio media vuelta como marioneta y me encontré caminando en dirección contraria, mientras la sonrisa de mi maestro sin levantar la vista delataba que él había sido el causante. Otro día vi que una persona en la calle, banqueta de enfrente, se enojó con otra y empezó a gritar pero mi maestro volteó a verlos, cruzó los antebrazos y súbitamente el histérico se calmó totalmente. Y yo, claro, con la boca abierta.
En treinta años que estudié con mi maestro, le vi hacer docenas de diferentes actos como los antes mencionados pero él decía que no valían la pena perder tiempo en aprenderlos. Y lo primero es lo primero.
Es decir, yo no aprendí nada de eso. Gracias a dios, porque de otra manera quizás hubiera terminado trabajando en un circo.
Ahora bien. Recordemos que antes de que en Europa oyeran siquiera de hipnotismo, técnicas profundas y relajantes de meditación, alquimia interna corporal, control de la mente sobre el cuerpo y la memorización a gran escala, en China y en India eran del dominio público. Griegos, judíos y persas tuvieron contacto con China desde hace más de dos mil años. La Biblia menciona a personajes como Moisés y Jesús haciendo técnicas mágicas similares a las taoístas de la época como convertir un bastón en culebra, caminar sobre el agua y multiplicar la comida, actos más o menos similares a los que hacía mi maestro para divertirse.
Tampoco es coincidencia que dos de los tres grandes sistemas religiosos de la actualidad fueran inventados en China e India hace milenios: El budismo y taoísmo (aunque el Nuevo Testamento está fuertemente influenciado por el confucianismo). Después, solamente refritos religiosos hemos tenido. Es más, sin los rituales taoístas y budistas, la religión católica actual no fuera nada en cuanto a ceremonias y ritos se refiere -la figura del Papa católico es copia exacta del Patriarca taoísta en China. De la "grandiosa Grecia" no hay nada actualmente en cuestión religiosa, ni de la un día militarmente poderosa Roma.
Evidentemente, entonces, no hemos tenido en los últimos dos milenios gente mentalmente fuera de lo ordinario como para inventar sistemas filosóficos como el de Confucio, y métodos de estrategia militar como el de Sun Tzu.
Sabido es que los genios nacen y luego se hacen, pues si no son educados apropiadamente no van a hacer mucho con su inteligencia natural. Es como si al roble se le impidiera crecer manteniéndolo a propósito dentro de una maceta chica, impidiéndole extender sus raíces y crecer enorme como lo haría plantado en el bosque. (Así nos atonta a los mexicanos no-ladinos el sistema de educación pública nacional.) El niño genio cuyo padre es zapatero hará solamente buenos zapatos, mientras el hijo de un astrofísico explorará los confines del universo. A lo que voy es que la inteligencia superior tiene mucho que ver con la clase de maestros que el niño tuvo (dice el I Ching: Viendo al hombre conocemos al niño; viendo al niño conoceremos al hombre). Por eso, en China, a los genios naturales los elevan intelectualmente enseñándoles técnicas para incrementar rápidamente y a temprana edad su inteligencia natural.
Para bien o para mal, decía, en la actualidad China es el único país que posee las técnicas secretas para incrementar la inteligencia. Ni Grecia ni Roma las tuvieron porque para cuando tuvieron contacto con China ese conocimiento apenas había sido restringido. Por eso en Occidente ni siquiera se conocía la existencia del método. Fue hasta que yo lo mencioné por vez primera en los USA en 1980 (junto con la influencia de las feromonas femeninas en el olfato masculino como detonante para el comienzo de la vida sexual del hombre, la manera de despertar pacientes en coma hablándoles al oído, los rituales chinos...), que se despertó la fiebre de los judíos gringos e israelitas por descubrir tales secretos. Pero hasta la fecha van y vienen de China...y no le han llegado al guato. En China supe después como llegaban judíos preguntando por lo que yo había escrito sobre sexo, metafísica, estrategia militar china, acupuntura, principios de artes marciales, etcétera. A buenas horas. Según mis no-calificados cálculos, dentro de dos mil años más o menos descubrirán los mencionados buscadores de tesoros mentales algo más de lo que yo les mencioné en mis escritos hace veinticinco años.
El método chino para controlar la mente y aumentar rápidamente la inteligencia en las personas es verdaderamente asombroso y más valioso que secretos militares o nucleares, mismos que tarde o temprano pueden caer en las manos de cualquiera, pero no los secretos de la mente que tienen que ser forzosamente transmitidos etapa tras etapa y cara-a-cara por un maestro. Aquí no hay alternativas, tampoco espías que los encuentren por más que busquen pues ningún no-iniciado tiene idea de cómo o dónde buscarlo, mucho menos sabe qué forma tienen.
Debido pues a que este conocimiento chino es secreto de Estado, no es negocio mío divulgarlo, así que no le diré cómo incrementar la inteligencia humana. Pero sí mencionaré de qué se trata, lo cual será de gran ayuda a los curiosos. Se lo diré en primer lugar para que no piense usted que hablo de oídas, y en segundo para que capte el grado superlativo de fuerza mental que sostiene la metafísica y estrategia china de mi libro Ocultismo Chino, método al alcance de nuestras manos para acabar con los enemigos.
No me molestaría tampoco si usted prefiere no leer mis garabatos en relación con este asunto y se va a ver un episodio de Chespirito, o una telenovela mexicana, o una película gringa, o manipuladores noticieros como los de A-de-la Micha y Javier Alatorre, o la carpa de payasos apodada Deportes Televi$a dirigida por un repelente gordinflón ladino cuyo orgullo es la "mano que habla" (es tan, pero tan prodigiosa esta mano parlante, que hasta el supuestamente racional técnico argentino de fútbol, Carlos Bianchi, le contesta).
A ver, pues.
Todos sabemos que la imaginación es la principal virtud del cerebro humano. Aparte de su capacidad de memorización, y de ser el centro que controla las actividades físicas de las personas, el cerebro nos permite imaginar hasta lo imposible. Una vez que imaginamos algo no estamos lejos de hacerlo realidad así sea una revolución, un viaje al espacio, un invento... Y claro, mientras más cosas imaginemos más cosas podremos hacer realidad. El problema es, y eso lo sabían en China desde hace milenios, que el ser humano solamente utiliza una porción del lado izquierdo del cerebro para pensar, lo que intelectualmente nos limita enormemente. Pensamos más que los animales, cierto, pero no tanto como quisiéramos. De hecho, al hombre moderno le cansa más pensar que el trabajo físico pues no podemos hacer funcionar el cerebro a su capacidad total para ayudarnos. Es como si fuéramos cuesta abajo en un vehículo, pero siempre en la primera velocidad.
Ni antes se sabía ni ahora conocemos con exactitud la capacidad intelectual del cerebro, pero aparentemente utilizamos algo así como lo que sería menos de la tercera parte de su potencial real, digamos entre un 10% y 25%. Y por si lo anterior fuera poco, el hombre debe utilizar su propio cerebro -y no alguna otra parte del cuerpo- para estudiar y conocer su máximo potencial mental. De manera que nos es imposible utilizar el cerebro a tope mientras ignoremos cuál es su límite, o en cuántas y cuáles direcciones se mueve la mente. Estamos pues condenados a vivir limitados mentalmente, a menos que un día logremos activar como mínimo y permanentemente un tercio más de nuestro cerebro, digamos al 75% de su posible capacidad.
Hhmmm, sueño guajiro según la lógica de la ciencia, ¿verdad?
Entonces sorpréndase. Porque desde hace milenios los chinos han sabido que la educación de cualquier tipo a edad temprana estimula enormemente la parte izquierda del cerebro y que ciertas técnicas mentales incrementan la capacidad de memoria en las personas. Más importante ha sido saber que físicamente la parte izquierda y la derecha del cerebro están conectadas por "puentes," pero intelectualmente están permanentemente desconectadas. Porque si se activa el lado izquierdo del cerebro de una persona normal o muy inteligente con una carrera universitaria, por ejemplo, más se expande su capacidad intelectual y más alerta mentalmente se hace...pero solamente en el aspecto físico.
¿Whhaaattt?, dirá usted saltando un metro arriba de su silla, ¿acaso hay otro aspecto del cerebro además del físico?
Pues sí. Miedo me da decirlo y hasta se me hace chiquita chiquita la voz, no sea que me vayan a saltar violentamente al cogote mis escandalizados tres lectores. Pero ni modo, así es la cosa. ¿Qué puedo hacer yo?
Del cerebro sabemos que si dejamos de alimentarlo con nueva información o actividades mentales varias, o simplemente por la edad (un niño encuentra fácil aprender idiomas pero no un adulto), se atrofia (use it or lose it!). De manera que por estar el lado derecho del cerebro permanentemente inactivo, está atrofiado aún en genios naturales. Y la sociedad en general no sabe cómo hacer funcionar esa área cerebral. Por eso todo lo que el hombre ordinario produce con su imaginación proveniente del lado izquierdo de su cerebro -ciencias, artes, literatura- es ordinario, pues tiene que ver exclusivamente con nuestros cinco sentidos en el aspecto interno -olfato, vista, oído, tacto y gusto- y con las leyes de la primera, segunda y tercera dimensión.
Pero agárrese: ¡Hubo un momento en la historia en que al menos China y la India conocieron el método para activar a voluntad un porcentaje más del lado izquierdo del cerebro, y un porcentaje inicial del lado derecho! Es decir, sabían cómo incrementar la inteligencia humana.
Obviamente Buda conoció el método, Confucio también, así como Sun Tzu y Lao Tzu, por mencionar a personajes históricos. Eran tiempos digamos más inocentes o menos precavidos en los que ese tipo de conocimiento no era secreto, sino más bien motivo de orgullo nacional. Es más. Gente acaudalada que en China entendía para qué sirve el dinero (preferible pagar una fortuna al maestro para que hiciera más inteligente al hijo que dejársela al heredero para que la dilapidara por ignorancia), mandaba a sus hijos a estudiar diversos métodos mentales ahora secretos -es decir que ya no tienen precio ni se compran con todo el dinero del mundo- con maestros reconocidos, digamos como el filósofo Confucio -uno de sus discípulos fue un genio financiero que algunas veces tuvo que salvar económicamente a su mentor- o el alquimista taoísta representante de la escuela mística del Yin y Yang conteniendo los principios secretos del funcionamiento del universo, Lao Tzu. Ambos personajes hicieron generaciones de estudiantes extremadamente inteligentes.
(Poca gente fuera de China sabe que actualmente viven descendientes directos vía paterna de Confucio y de varios personajes de la historia china como fueron el estratega militar Sun Tzu y el famoso general Tsao Tsao. Ningún otro país aparte de China puede presumir descendientes directos de personajes históricos (como no sea tener el mismo apellido y alegar que descienden de fulanito o zutanito), con sus enseñanzas particulares y milenarias intactas, como el mencionado método para incrementar la inteligencia.)
El método chino para incrementar la inteligencia a través del lado izquierdo del cerebro es deseable, huelga repetirlo. Pero activar el lado derecho es secreto más valioso -y más práctico- que la mejor tecnología nuclear o satelital. ¿Por qué? Porque la función del lado derecho del cerebro tiene que ver con el aspecto metafísico del hombre, con su sexto sentido y con la cuarta dimensión.
Maravíllese (o no): Activando el lado derecho del cerebro se descubrió que dentro del cuerpo humano hay otro cuerpo inmaterial - espejo del cuerpo material, cuya naturaleza está exclusivamente relacionada con lo metafísico, con lo celestial, con lo universal.
Por eso sabemos quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Cuando en China dominaron el método para adentrarse en la naturaleza espiritual del hombre, supimos de los misterios del más allá y muchas otras cosas. Surgieron técnicas de adivinación como el I Ching, principios misteriosos del más allá como el yuan fen (karma), el Paraíso, el Purgatorio, el Infierno (Dante se plagió enterita la descripción taoísta de la estructura del Averno), se descubrió el método para entrar en trance y viajar mentalmente al mundo de la muerte, además de la importancia y significado del culto a los ancestros, el circuito de los 12+2 meridianos de fuerza interna que invisibles cruzan en red vertical y horizontal el interior del cuerpo humano, el concepto de alma y espíritu ocupando simultáneamente ciertas partes del cuerpo humano, los secretos de la alquimia interna -misterio de misterios- y los movimientos de el tigre y el dragón en el cuerpo relacionados con la longevidad, principios transmitidos hoy día en forma verbal únicamente, y supimos de la naturaleza de las posesiones diabólicas y los exorcismos, y mucha más información sobre las cámaras del Yin y Yang reflejada en sistemas religiosos y sectas esotéricas como la Escuela taoísta del Yin y Yang.
Se descubrió también con el lado derecho del cerebro el método para predecir eventos a través de los sueños: "Los sabios (como Confucio) no sueñan". Igual se descubrió como utilizar la metafísica y rituales chinos para obtener ayuda y protección de los dioses. Y lo más interesante, se descubrió la manera de desarrollar un "feto" artificial de energía vital en el abdomen masculino, feto que al morir la persona que lo "engendra" la hace "nacer" al universo al enviar su espíritu de regreso al lugar de donde originalmente vino a la vida. Es decir, este "feto" le permite al hombre ser "uno con el universo."
Pa'su madre!, ¿eh? Y lo que no le voy a decir, para que no me diga que son "cuentos chinos."
¿Pero quién o qué influyó en el hombre de hace milenios -la ciencia moderna supone que estaba más tapado que el hombre moderno- para descubrir aspectos secretos de la mente humana obviamente programados en nuestro cerebro desde antes de nacer, pero que aún hoy son insondables para las mayorías?
Pues quién sabe, oiga.
Lo extraño es que ese conocimiento no fue exclusivo de China. Sea que lo aprendieran directamente de los chinos o independientemente, hay vestigios pictóricos de que los mayas y aztecas tuvieron el mismo método a nivel similar. Lo sé porque este método se estudia utilizando ciertos símbolos esotéricos chinos que representan cual si fueran mapas pero en forma abstracta, las etapas del proceso que "conecta" el lado derecho del cerebro al izquierdo. Imagínese entonces mi sorpresa cuando vi los mismos símbolos esotéricos chinos, y en el mismo orden, en un museo mexicano exhibiendo artefactos prehispánicos. Es decir, mayas y aztecas dominaron el proceso de destilar información metafísica activando el lado derecho del cerebro (teniamos nuestros propios "cuentos mayas-aztecas"). Por eso, entre otras cosas, me repatean los salvajes espanholes y los malignos curas al grado que verlos y oírlos me produce vómitos, pues nos destruyeron con su mendiga avaricia e ignorancia un conocimiento que nadie sabe cuántos siglos les costó a los antiguos mexicanos desarrollar o aprender de otros.
Y ya encarrerado el ratón, ¿sabrían en Egipto de ese conocimiento? Pos sabe, aunque cuando menos sabían principios de alquimia interna. Lo cierto es que con excepción de China, este método de pensar con el lado derecho del cerebro está totalmente desaparecido hoy día. Y como toma milenios estructurarlo desde la raíz en sus vertientes teórica y práctica, no se ve para cuándo alguna cultura moderna lo desarrolle independientemente pues aparte de lo que yo escribo ahora, ni siquiera se tiene conocimiento generalizado de que existe. Ya mencioné que este conocimiento tiene en China, desde hace dos mil años, etiqueta de secreto de Estado.
Intuimos entonces que lo que actualmente saben los chinos sobre la función del cerebro está en manos de un anónimo y pequeño grupo de personas (es imposible que el método se disemine a las masas) con habilidades mentales -y por la tanto síquicas- excepcionales. El hombre medianamente inteligente pero con cerebro funcional en sus dos hemisferios es mucho más listo, digamos a niveles insospechables, que un genio cuyo cerebro solamente funcione del lado izquierdo. Si a usted le han dicho los judíos mexicanos que ellos engañan a la gente "tan fácil como a un chino," piénselo otra vez.
Permítame ponerle un ejemplo de que a pesar de lo que digan los criollos mexicanos, los chinos no son tan fáciles de engañar como nos cuentan. La siguiente anécdota tiene que ver con la actual tecnología satelital en China. Advierto que a mí no me interesa juzgar cuál bando de los actores en estos hechos verídicos tiene o no la razón, yo me limito a contarle las cosas tal y como sucedieron. Usted recuerda que en la década de los 80s los americanos, en compañías privadas con contratos para desarrollar tecnología militar avanzada, inventaron diversos artilugios para controlar las órbitas de los satélites. Eso permitió, aparte de sus usos militares, que la sociedad en general se beneficiara pues abrió la posibilidad de que compañías civiles y comerciales de televisión rentaran satélites para retransmitir sin necesidad de hacerlo más por alambres.
Los americanos compartieron su nueva tecnología para usos militares y comerciales con sus hermanos étnicos europeos y de Israel, quienes inmediatamente formaron consorcios para lanzar satélites y hacer fabulosas ganancias. Pero ya ve como es el hombre blanco. Vendían la retransmisión de señales televisivas y de comunicaciones satelitales a países del tercer mundo, pero también decidían cuáles países podían progresar beneficiándose de tal tecnología y cuáles no. Usted recordará cuando Televi$a compró derechos en los primeros satélites y después de gastar pequeñas fortunas y perder tiempo esperando el lanzamiento -de 3 a 5 años era el tiempo de espera entre cada lanzamiento- veían cómo cada cohete que llevaba al satélite explotaba...y a rentar espacio en el próximo. Al fin que los satélites estaban asegurados, pero obviamente el progreso de comunicaciones por satélite en Ladinoamérica estaba y está en manos de europeos, israelitas y gringos.
Bendito sea dios. Por algo nos dicen país de estúpidos.
Vámonos entonces a China. Mao Tse-tung -quien conocía el método para incrementar la inteligencia en el lado izquierdo del cerebro- planeó a largo plazo (y correctamente) en 1940 el resurgimiento económico de China para 1990. De modo que cuando China emergió de la pobreza a la que estuvo sometida durante la monarquía manchú, la invasión japonesa y luego la guerra civil, el gobierno contrató los servicios de una compañía gringa de tecnología satelital para poner en órbita un satélite que cubriera la demanda de comunicaciones satelitales en China y Australia.
Posiblemente pensaron los chinos en evitar las "extrañas" explosiones de cohetes que destruían los satélites en otros países cuando pusieron como condición a la compañía de satélites que les vendió el artefacto, que el satélite fuera lanzado desde China y en un cohete chino. Por su parte, la compañía aceptó siempre que los chinos permitieran que el satélite estuviera físicamente vigilado día y noche en China por personal militar americano protegiendo la tecnología secreta en el artilugio, pues tecnología similar en satélites militares americanos era usada para espionaje aéreo. Una vez lanzado el satélite, los americanos no tendrían jurisdicción sobre el artefacto, pero sí tenían derecho a recoger los instrumentos más sensibles montados en una especie de "caja de controles" satelital en caso de que el aparato se viniera a tierra por accidente. El desmantelamiento a manos gringas era forzoso, ya que la Fuerza Aérea americana requiere que las compañías satelitales recojan inmediatamente la caja de controles de satélites accidentados precisamente para prevenir que durante la recuperación del artefacto y durante la investigación del accidente la tecnología secreta gringa caiga en manos de otras naciones. Esta caja herméticamente cerrada usualmente contiene las tarjetas de computación con los circuitos y códigos secretos de navegación espacial -literalmente el "cerebro"- necesarios para mantenerse en órbita y comunicarse con los controladores en tierra, interpretando y respondiendo a sus instrucciones para mantener correctamente su órbita en el espacio.
Los chinos y los americanos aceptaron sus respectivas condiciones.
Pero durante el lanzamiento en 1992, el satélite explotó a los 48 segundos de vuelo, antes de desprenderse del cohete y entrar en órbita. Tal y como estaba pre-establecido por ambas partes, al momento de la explosión los chinos condujeron a los americanos hasta el sitio donde cayó el satélite para que extrajeran y se llevaran su caja de controles.
En cuanto a las causas del "accidente" en China, los americanos dijeron a sus pares chinos que el cohete estaba defectuoso y fue el causante de la explosión que echó por tierra al satélite. Los chinos, obviamente, rehusaron aceptar la culpa del accidente pues tal cohete nunca les había dado problemas cuando ellos lo lanzaban con otros fines. Así que les propusieron a los americanos un empate de culpas y les compraron otro satélite, pero solicitando información técnica americana para mejorar las fallas del cohete chino que los gringos decían causó el accidente.
Debido a que la información para mejorar cohetes esta prohibida vender o regalar por el gobierno gringo, se fueron un par de años entre negociaciones. Según la compañía de satélites, el problema del cohete chino era la cubierta del mismo en la nariz, donde conectaba con satélite, muy débil estructuralmente porque era de fibra de vidrio. La compañía dio a los chinos información aparentemente restringida sobre la estructura para mejorar la cubierta del cohete. En esencia, los americanos rediseñaron el cohete chino con el fin de tenerlos entretenidos, pero esa tecnología caída del cielo fue invaluable para los chinos pues así mejoraron también la estructura frontal de sus cohetes militares capaces de lanzar misiles balísticos intercontinentales.
Así llegamos a 1995, fecha para el lanzamiento del segundo satélite americano vendido a China. Al igual que el primer satélite, fue lanzado desde el sur de China en un cohete chino mejorado estructuralmente por las exigencias de los americanos y por cuestiones de aseguranzas. El costo inicial del segundo satélite fue de $93 millones de dólares. Al igual que la primera vez, personal militar americano custodió las 24 horas del día al satélite mientras estuvo en territorio chino, evitando que estos tuvieran acceso físico a la tecnología espacial americana tan secreta.
Naturalmente, el segundo satélite también explotó. Pero esta vez se vino a tierra a los 50 segundos de vuelo, mejorando su marca anterior por dos segundos. Obviamente los remiendos al cohete habían servido para nada, pues los americanos volvieron a negar que el satélite hubiera sido el causante del segundo accidente. Para ellos, el cohete chino explotó y dañó al satélite. Repitióse la historia, y los americanos fueron rápidamente trasladados al lugar donde cayó el satélite. Puntualmente recogieron la caja de controles...y se fueron a casa.
Los chinos contrataron la compra de un tercer satélite, aunque los americanos mantuvieron firme su postura de que el cohete chino fue la causa del accidente por tener estructura deficiente, y los chinos sigueron negándolo. Aparentemente forzados ambos bandos por exigencias de compañías aseguradoras, volvió a repetirse un intercambio de información técnica de la compañía de satélites hacia el gobierno chino para volver a reforzar el cohete, y se pactó entre las partes el lanzamiento del nuevo satélite para el siguiente año, 1996.
Cada lanzamiento era más caro, y el tercer satélite costaría inicialmente 200 millones de dólares. Todo indicaba que China estaba siendo un gran negocio para la compañía de satélites, pues no se veía para cuándo se pusiera exitosamente en órbita uno sólo de los artefactos.
Y aquí fue donde la puerca torció el rabo. Negociadores chinos con habilidad para pensar con ambos hemisferios del cerebro entraron en acción. No hay otra explicación.
Lo que le voy a decir enseguida son especulaciones mías, así que no lo tome a pecho. Según yo, estrategas súper inteligentes fueron reunidos para que analizaran las intenciones de la compañía de satélites después de la primera explosión del satélite, no antes. Por supuesto que esos analistas militares chinos supieron que el cohete no era la causa de la primera explosión, pero aprovecharon la coyuntura para pedir información tecnológica a los americanos, pues ellos inventaron el problema.
Ahora después de la segunda explosión, los americanos alegaban que el cohete chino tenía problemas adicionales de ventilación. Los estrategas chinos supieron entonces con certeza que la compañía de satélites no tenía intenciones de poner ningún satélite en órbita en beneficio de China. Aún así, los chinos sabían que era el momento para pedir más tecnología americana usualmente restringida para uso militar, pero no para cohetes de uso civil. Eso les daría tiempo extra mientras preparaban una contra-estrategia apropiada. Después de todo, la información recibida para mejorar el cohete para lanzar satélites para usos civiles estaba sirviendo a los chinos para reforzar áreas débiles -aerodinámica, telemetría, capacidad de carga, etcétera- en su programa de cohetes militares intercontinentales lanzados desde tierra y desde submarinos.
Principios antiguos y modernos de estrategia militar china para explicar cualquier situación sobran, lo que escasea siempre son estrategas capaces de inventar tácticas nunca antes vistas y aplicarlas con éxito en situaciones radicalmente nuevas.
Para cuando se llegó la fecha del tercer lanzamiento, en febrero 1996, los chinos tenían la respuesta estratégica para poner fin de una vez por todas a la enojosa situación en la que chinos y americanos se acusaban mutuamente de ser la causa de las explosiones sin que hubiera ningún satélite ya en órbita. La cosa llevaba visos de ser el cuento de nunca acabar, aunque los chinos estaban trabajando para que ese lanzamiento fuera el último contratado con cualquier compañía extranjera.
El tercer lanzamiento desde el sur de China utilizó el rediseñado cohete chino para transportar al nuevo satélite a su órbita. Según las noticias diseminadas en la prensa internacional del día, presentes en el lanzamiento había oficiales militares americanos monitoreando el evento. Pero exactamente como ya sabían chinos y americanos que sucedería aunque ninguno lo hubiera admitido, el vehículo explotó después de solamente 22 segundos en el aire. La cosa iba de mal en peor, pues no solamente tecnológicamente se habían estancado los chinos por obra y gracia de la compañía de satélites sino que la nueva catástrofe trajo consigo la tragedia: El cohete cayó en un villorio chino desparramando combustible ardiendo y una lluvia de fragmentos metálicos que mataron al menos 200 de los habitantes. Qué casualidad.
Con el villorio literalmente en llamas, las autoridades chinas no permitieron esta vez que los americanos se acercaran inmediatamente al satélite y desmantelaran la caja de controles. La prohibición fue supuestamente "por su propia seguridad." Cinco horas después, cuando el área se había enfriado, los chinos permitieron que los americanos se acercaran al humeante y torcido satélite y recogieran su preciosa tecnología secreta. Pero, ¡sorpresa!: La caja de controles estaba intacta como se esperaba, pero al abrirla los americanos se percataron que se había "perdido" la tarjeta electrónica con el circuito secreto que hacía de "cerebro" en ese satélite.
¿Qué fue lo que pasó? Sepa Chana.
Los americanos preguntaron a los chinos que dónde estaba el "cerebro" electrónico del satélite, los chinos contestaron que no era de su incumbencia el paradero del circuito porque ellos no tenían acceso legal a la caja de controles. Buscaron y buscaron gringos y chinos alrededor del satélite...pero nada. Nunca encontraron el canijo "cerebro."
Eventualmente, los americanos regresaron a su casa con las manos vacias, pues esta vez ni siquiera hubo contrato para otro satélite.
El asunto fue a dar hasta el Congreso estadounidense, pero ni ahí pudieron saber qué sucedió, porque en realidad ni civiles ni militares americanos presentes en el lanzamiento tenían la menor idea. Eso sí: Todos los americanos involucrados estuvieron de acuerdo en que si el circuito secreto "perdido" era sometido al proceso de ingeniería-al-revés, ese conocimiento haría más fuertes a los chinos como adversarios en el plano de las comunicaciones y en el aspecto militar. Así que preguntaron oficialmente a los chinos sobre el asunto. Los orientales contestaron que ellos también estaban suatos, pues según acuerdos previos pedidos y aceptados entre chinos y americanos, ellos "nomás estaban milando" cuando cayó el cuete, digo, el cohete.
Y a mí no me pregunten los lectores nada, pues yo ni sé ni tengo opinión alguna al respecto.
Pero aquí no hay más que dos sopas: O la tarjeta de códigos secretos saltó fuera de la caja de controles sin abrirse esta al impactarse el satélite en tierra y se desintegró en el fuego que se desató con el combustible del cohete...o se chamaquearon los chinos a los gringos y les volaron el circuito mientras esperaban todos que el fuego fuera apagado. Esta última posibilidad nos indicaría, a toro pasado, que para el tercer lanzamiento ya había brigadas volantes de científicos chinos en varios puntos cardinales esperando el accidente para aligerar al satélite de su circuito secreto antes que llegaran los americanos con sus desarmadores.
En otras palabras, alguien en China analizó militarmente la situación utilizando un cerebro con más capacidad mental del hombre común, porque con ese panchito acabaron los chinos con el monopolio de los circuitos secretos satelitales en manos de americanos, franceses y rusos.
Sí. No solamente ya no necesitaron los chinos después del tercer lanzamiento a compañías extranjeras para lanzar sus propios satélites civiles y militares, sino que "extrañamente" nunca les volvió a explotar otro cohete. Ya lanzaron los chinos un hombre al espacio y anuncian que en la próxima década pondrán pie en la Luna. Y aunque para eso se necesita mucha y diversa tecnología en avionics y navegación aérea, podemos decir que la aventura espacial china comenzó para efectos prácticos desde que se "perdió" el circuito secreto americano en China en 1996.
Pero hay mucho más. ¿Quiere que le cuente cómo cayó "sin querer" en manos chinas la fabulosa tecnología en comunicaciones de la compañía de satélites Sky, del australiano-americano Rupert Murdoch?
No, mejor no. No vaya a ser el Diablo.
Pero lo que he dicho basta para poner en relieve lo que han dicho los estrategas militares chinos desde hace milenios: Cuando se cuenta con estrategas inteligentes no importan los recursos ni calidad del armamento enemigo, tampoco su poderío económico y humano. Un cerebro súper inteligente puede diseñar el plan perfecto para destruir a todo un ejército o país.
El asunto de inteligencias superiores se hace más importante en la presente "villa global," pues los problemas militares y políticos actuales no son por falta de información en manos de gobiernos, sino porque no hay correcto esclarecimiento y utilización de la misma. La posibilidad de que China todavía no haya tomado militarmente control del mundo entero simplemente porque no lo ha querido o considerado prudente todavía, es cada vez más clara y aterradora. Al menos yo, no percibo en ningún país occidental estrategas con suficiente inteligencia militar para detener a China cuando se le antoje avanzar hacia acá. Recordemos que estamos ya en la tercera guerra mundial. Por las dudas, hay que darle otra leída a las Chinese Military Prophecies.
En la Escuela de Estrategia Militar China del meteorito Rojo nadie empieza siquiera a aprender lo básico en estrategia a menos que haya aprendido ya el método para incrementar la inteligencia de al menos el lado izquierdo del cerebro. En México, cualquier estudiante se receta el Sun Tzu en la clase semanal de ciencias políticas y se creé Napoleón. Pero vea nomás las pendejadas diplomáticas que hizo Jorge G. Castañeda -"profesor" de ciencias políticas en la UNAM, hágame el favor- cuando fue secretario de Gobernación: Un elefante enloquecido suelto en una cristalería es poco (no contento con sus babosadas y robos a la SRE, ahora el sujeto quiere ser presidente).
Y del mismo nivel intelectual de Castañeda están los estrategas civiles y militares que se inventaron la invasión a Irak, pues ni siquiera a estas alturas se han enterado que con ello inauguraron la actual fase de la tercera guerra mundial ya en progreso. Todo porque los sistemas occidentales de educación están limitados a trabajar con el lado izquierdo del cerebro...y ni este lado pueden activar artificialmente. Antes, errores militares del calibre de la invasión a Irak eran únicamente lamentables. Ahora, con los rituales chinos en manos de todo mundo -y en el esquema mundial el México político no pasa de ser caca de mosca en la pared- un error de tal magnitud puede traer consecuencias militares incalculables para todo mundo durante los próximos siglos.
Sí. Porque ya mencioné que no había religiones nuevas, pero olvidé decirle que en los próximos siglos los rituales chinos y las peticiones del meteorito rojo van a contar por millones sus adeptos y practicantes, ya que quemar peticiones no requiere del practicante pertenecer a religión o partido político alguno. Es digamos, la religión del futuro. Así que para que se divierta le contaré en la próxima columna (además de los -uuuhhhuuyyy- exorcismos), las repercusiones militares que globalmente tendrá para entonces el libro Ocultismo Chino.
Y es que tal libro, así como la estrategia metafísica y peticiones del meteorito rojo, fueron diseñados con el lado derecho del cerebro.
Juar, juar, juar.
Yo quemo una petición del meteorito rojo, mi compadre quema otra, así que ya tenemos dos, y mensualmente necesitamos solamente un oficiante más -Uno Solamente- para hacer al menos un triángulo esotérico y mantener activa la rueda de los desquites contra los enemigos de los mexicanos. Tarde o temprano, así nos tome un siglo, llegaremos al número que mantenga las peticiones del meteorito rojo en movimiento perpetuo.
Afortunadamente, al final de cada mes tenemos actualmente como cuatrocientos oficiantes en total que bajan las peticiones del meteorito rojo, más un número indeterminado a quienes esas mismas peticiones se distribuyen a través del correo electrónico por los lectores de esta columna. Es decir, ya somos un ejército de hacedores de rituales chinos. Chico o grande, pero somos un ejército invulnerable, invisible y anónimo. Los ladinos, obispos y rabinos no podrán tocarnos metafísicamente ni aunque sigan asesinando a diario niñas mexicanas para sus trabajos de magia negra contra los mexicanos nativos.
Yo pre-magnetizo personalmente cada una de las peticiones del meteorito rojo y no hay manera de que nadie las neutralice. Este temible ejército metafísico seguirá creciendo día a día. La cosa se va a poner mejor para nosotros, y peor para los chupa-sangre. Se lo garantizo yo.
Para órdenes y/o informes, comunicarse por correo electrónico a visionpf@direct.ca.
* Master, Estrategia Militar China
E-mail: visionpf@direct.ca
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