Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #223: El Calvario De Los Gorditos(as) (2 de 2)

Gordura, Enfermedad Terrible. Dicen en China: De todos los placeres, ninguno se compara con el deleite de comer. Vamos, ni siquiera el emocionante acto sexual se compara al placer de la buena mesa. Y es que, contrario al indispensable consumo de alimentos, nadie puede tener relaciones sexuales tres veces al día y vivir mucho para contarlo.

De manera que, en reconocimiento al inusitado número de preguntas de algunos lectores que me siguen llegando en respuesta al primer artículo sobre el tema de los gorditos (columna #145), paso a ampliar el tema y comentarlo por segunda y última vez. Tengamos en cuenta que mi opinión está basada en principios diferentes a los de la medicina occidental, de manera que si usted ya tiene su propio parecer al respecto y es diferente a lo expresado aquí, o le pregunta a su doctor y él le dice que soy un supersticioso medioeval, tómelo con buen humor, al fin que nomás estamos platicando. (A quienes me piden una dirección de correo aparte del buzón electrónico de e-mail, les recuerdo que pueden escribirme directamente [sobre cualquier tema] al P.O. Box descrito en la página principal de Acá México.)

Para empezar, entonces, le diré que mi maestro, general del Ejército chino durante la guerra China-Japón primero y prodigioso experto en acupuntura y herbolaria china en los USA después de su retiro, rehusaba sistemáticamente tratar a pacientes que buscaban bajar de peso. Su habitual consejo a los gorditos(as) era que comieran menos tacos o hamburguesas. Y no bromeaba. Claro que sus escrúpulos no eran ni son compartidos por doctores que viven de traer vuelta y vuelta a sus pacientes gorditos sin que pierdan definitivamente ni un kilo de gordura. Ya no hablemos de merolicos criminales que a media noche, como vampiros, anuncian por radio y televisión pastillas naturistas dizque "milagrosas" para supuestamente perder "docenas de libras por semana" (ja, ja, ja).

Por otro lado, cada año cientos de personas gorditas quedan parapléjicas o al borde de la muerte a resultas de operaciones fallidas de liposucción o reducción de estómago, operaciones con alto riesgo de dejar al paciente peor de como estaba. Y eso sin sumar todavía las secuelas fatídicas que deja cualquier intervención quirúrgica en el cuerpo humano y de las que poca gente fuera de China sabe su origen. La cirugía, entonces, tampoco es la solución definitiva para el problema del sobrepeso, pues no resuelve la raíz del problema de la gordura.

Además, si a usted ya lo operaron al menos una vez en su vida, por la razón que haya sido, no quiero espantarlo, pero es candidato seguro a desarrollar años después un sinnúmero de enfermedades diversas sin que la medicina occidental lo reconozca siquiera, mucho menos se responsabiliza o tiene cura para eso.

Mi maestro decía que la cirugía causa muchos más problemas de los que alivia, aunque es comprensible e inevitable en casos de emergencia. De hecho, la mayoría de los pacientes nuevos de mi maestro llegaban con enfermedades que él curaba exitosamente porque sabía que eran producto de intervenciones quirúrgicas. Según eso, en la China de hace más de mil años los doctores practicaron por un tiempo la cirugía, pues conocían la anestesia derivada de extractos de hierbas, pero pronto descubrieron que los efectos secundarios del bisturí eran frecuentemente peores a las enfermedades que trataban. Por eso la medicina china busca curar las enfermedades sin abrir el cuerpo del paciente.

Y sí. La expansión arbitraria de la cirugía en los últimos cincuenta años ha provocado que los hospitales se estén llenando con pacientes sufriendo enfermedades incurables. La enfermedad nueva más difícil de curar, peor que el cáncer y el Hiv, es cerebral. En los próximos cien años la medicina occidental reconocerá los peligros de la cirugía (más que nada porque personas como yo lo estamos avisando, pues sus doctores no encuentran por sí solos las causas de las enfermedades ni aunque se tropiecen con ellas), pero por ahorita en los hospitales operan a la gente de cualquier cosa.

(Considéreme loco si gusta, pero si a usted le gusta verse bien a base de innecesarias cirugías "arreglándose" la barriguita, las llantitas, los párpados, las arrugas en la cara, aumentándose o rebajándose el busto y otras partes del cuerpo, resígnese a vivir una vida madura con enfermedades difíciles de curar que ni usted ni su doctor saben todavía que están provocando con tales operaciones. Luego cuando resultan los problemas, los cirujanos no se responsabilizan de sus crímenes avalados por un certificado médico y echan a los quejosos fuera de sus consultorios. Los mandan a buscar otros doctores o tipos de medicina alternativa que les curen las consecuencias que cualquier operación provoca en la salud de los pacientes, muchas de ellas inmediatas y otras a diez, veinte, o más años después. Los doctores siempre dicen que las operaciones no causan efectos secundarios, pero después ni saben ni quieren ayudar a los que desconchinflan.)

Ahora bien. ¿Por qué se negaba mi maestro a tratar médicamente a personas con sobrepeso? ¿Acaso la gordura es una enfermedad incurable?

No. La gordura es curable. Pero la persona que pierda un kilo de grasa siguiendo una dieta convencional, lo vuelve a subir en cuanto se descuide y es el cuento de nunca acabar. Además, su gordura podría ser, por decir algo, consecuencia de graves desórdenes internos de salud que el simple control alimenticio no va a curar. O podría ser producto de la depresión, o de cualquier otra enfermedad nerviosa-mental. Y como la gordura en sí va produciendo otra cadena de problemas graves de salud, mi maestro prefería tratar estos últimos y no perder el tiempo contra la báscula.

La gordura, entonces, es peligrosa. Por culpa del sobrepeso la gente sufre diabetes, insomnio, problemas cerebrales, depresión, problemas renales, problemas cardiovasculares, problemas oculares, fallas hepáticas, fallas estomacales, alta o baja presión arterial, senilidad prematura como temblor en la voz y pérdida de memoria, migrañas, desmayos, úlceras, sudores fríos, estreñimiento, vómitos, náuseas, mareos, mala digestión (aquí la persona pudiera estar delgada y no gorda), arrugas prematuras, etcétera. Y de pilón las medicinas que les dan a estos enfermos en los hospitales les causan problemas secundarios peores a las enfermedades debido primero a los residuos químicos de los medicamentos y a su alta concentración (no se diga si le operaron a la persona alguna úlcera si está delgada o le rebanaron la gordura si esta gorda [porque tendrá problemas cerebrales posteriores].)

Y como no saben curar la gordura, los doctores dicen ahora que dizque el problema es genético. Deliran. Por eso los pacientes entran por una puerta al hospital con un tipo de enfermedad, y salen por otra peor de como entraron o en ataúd, ya que los doctores solo dan antibióticos o morfina para empezar y luego terminan cortando donde duele dejando peor al paciente. No saben hacer otra cosa. Pero curar cortando partes del cuerpo en lugar de buscar la causa del mal no es una buena idea. Eso es saber matar, no saber curar. Las enfermedades tienen no solamente síntomas, sino principalmente causas, por eso se extienden rápidamente por todo el cuerpo si no son rápidamente curadas.

Afortunadamente la gordura, como enfermedad, sí tiene cura.

El problema es que para llegarle a la raíz del sobrepeso (y de cualquier problema de salud) solamente hay un remedio conocido, y no es necesariamente parte de la medicina: El remedio se llama alquimia china.

Es decir, no es obligación del doctor chino utilizar la alquimia (si la sabe) para curar a sus pacientes, ni mucho menos decirles que existe. ¿Por qué? Pues porque este método es como darle una segunda vida al paciente y eso no entra en las obligaciones del doctor. No olvidar que las medicinas, sean chinas o sean occidentales, son para curar al enfermo pero no es su función hacerle el cuerpo más fuerte internamente tal y como hace la alquimia china, método que forma del arte de la longevidad perteneciente al sistema filosófico-religioso chino conocido como taoísmo.

Peor aún, no todos los doctores chinos por serlo conocen el método, pues es más fácil escarbar en el jardín de la casa y hallar petróleo que encontrar un maestro. Y quienes lo saben, como mi maestro, difícilmente aceptan saberlo y menos lo enseñan a cualquiera aunque traiga todos los diamantes del mundo. Como el método es famoso pero pocos lo saben, muchos dicen que lo tienen para engañar incautos. Y no es para menos, pues la alquimia china es sinónimo de longevidad. ¿Quién no quisiera adquirir longevidad? Hay muchos millonarios, hay muchas mujeres hermosas, hay muchos príncipes y princesas, hay muchos eruditos, hay muchos genios, pero muy pocos afortunados tienen el conocimiento de la alquimia china, conocimiento más ligado al karma personal que al currículum de alguna facultad de medicina.

La alquimia china, lo he mencionado en algún otro artículo, es la llave china de la longevidad. Y para vivir muchos años sabrosamente, primero hay que estar totalmente sano. Yo, por ejemplo, tengo una edad cronológica inevitable como la de cualquier persona, pero en cuanto a mi capacidad productiva, a mi nivel intelectual, a mi capacidad de raciocinio y al estado de salud de mis órganos vitales, apenas estoy empezando a vivir. Física y mentalmente soy lo que podríamos llamar un quinceañero. A mí no me duele nada, aparte de algún problema dental ocasional y usar lentes para leer.

En cambio, gente de mi edad o mucho más jóvenes, aún si son millonarios, andan haciendo antesalas en hospitales o viven temporadas encamados (el actor Marlo Brando, para mencionar un triste caso, acaba de morir después de pasarse veinte años extremadamente enfermo consecuencia de la obesidad y enfermedades colaterales sin que le ayudaran en nada ni la fama ni los millones de dólares, ignorando que hubiera podido comprar, si hubiera sabido dónde, longevidad y salud con una fracción de su fortuna), mientras yo apenas empiezo a vivir: Literalmente, pues la alquimia china mueve el factor tiempo hacia atrás en el cuerpo humano al retardar el proceso interno (no externo) de decrepitud. Según los principios taoístas, lo que se detiene en el tiempo se mueve automáticamente hacia atrás.

Es más, esta etapa de mi vida la disfruto más aún que cuando era cronológicamente adolescente, puesto que no tengo problemas físico-mentales de ningún tipo (mucho menos de salud), ni me preocupa el futuro. Ya aprendí lo que quise aprender y nadie me dice lo que debo hacer. El resto de mi vida será placentero y espero vivir feliz, mínimo, un siglo. Por supuesto que por respeto no aspiro a vivir más años que mi maestro, pero la última vez que lo vi vivo (ya "murió") tenía un siglo y cinco años de edad y actuaba con la agilidad y lucidez de un hombre con menos de la mitad de su edad. (Decir que "el estudiante debe superar al maestro," en conocimiento o en años de vida, es una salvajada propia del hombre bárbaro.)

Pero sí es deplorable, por cierto, ver morir relativamente jóvenes a mis amigos de la infancia, a mis parientes, a mis ex-novias, a mis ex-esposas, o a gente poderosa, famosa y rica (ni títulos nobiliarios confieren longevidad, y en la última fotografía que vi del rey de Espanha es evidente que está fatalmente enfermo del corazón y no le quedan muchos años de vida ni aunque fuera rey del mundo) mientras yo planeo tranquilamente mi vida a largo plazo. Pero es que simplemente no estaba en el karma de esas personas aprender la alquimia china. (En el aspecto religioso, por ejemplo, por carecer del conocimiento de la alquimia el Popis no es más que un hueco fanático religioso tapado con ropajes caros. En cambio, el Dalai Lama posee la alquimia aunque vista sencilla túnica.) Y no puedo ir por la vida diciéndole a todo mundo las virtudes de la alquimia y menos ofrecerles el método, ni aunque sean parientes cercanos. Cada quien tiene su propio destino-karma.

(El críptico pero simple lema curativo de la alquimia china es el siguiente:
"Padre Cielo, Madre Tierra
Hermano Sol, Hermana Luna
.")

Pero bueno, dirá usted, ¿y este cuate del espejo chino a qué se atiene para presumir de longevidad, algo que ni siquiera los doctores saben bien a bien cómo alcanzar, pues la mayoría de ellos vive y muere igual que el resto?

Ciertamente, no soy doctor (ni deseo serlo). Pero únicamente porque nunca quise aprender de mi maestro el tipo de medicina que encarcela y encadena al doctor en un consultorio, condenándolo a oír durante toda su vida las interminables quejas de sus pacientes. No considero tener un karma personal tan negro para deberle a la humanidad eso de andar levantando enfermos de la cama. Mi misión en la vida es otra, y mi especialidad es la estrategia china militar-esotérica. Desde muy niño (literalmente desde la cuna) exhibí habilidades sobrenaturales asombrosas para mis mayores pero naturales para mí, y la metafísica china les dio la dirección y profundidad adecuadas. Por eso soy quien soy en el campo del ocultismo chino. (Como curiosidad, le diré que sé cómo extender la vida mía o de otra persona [más allá de su ciclo natural] con rituales chinos por un término máximo de doce años. Pero tampoco le estoy pidiendo que me crea, ni su incredulidad me quitaría el sueño.)

Sin embargo, aparte de metafísica y artes marciales chinas internas (o de alta clase), también aprendí de mi maestro algo mucho, pero mucho más extraordinario que la práctica de la medicina común: Resulta que sé cómo curarme a mí mismo, pues conozco algunos secretillos medicinales taoístas interesantes y relacionados directamente con la practica de las artes marciales. Pero sobre todo, domino los principios fundamentales de la alquimia china, la fabulosa panacea de las leyendas. Saber curarme a mí mismo (física y metafísicamente), por si usted no lo sabía, es conocimiento chino infinitamente superior a saber curar a otros. Dígame ahora, ¿a cuántos doctores conoce usted que puedan presumir lo mismo?

Ah, ¿verdad?

Desafortunadamente, principalmente por falta de tiempo que no de disposición, no tengo grupos de estudiantes ni programas de enseñanza abiertos al público. Solamente enseño cara-a-cara (individualmente, o sea de uno en uno) el método de la alquimia china a muy pocas personas anualmente, sin importar si están sanas, gordas o enfermas (y cada año hago solamente una caja negra de metafísica pues consume tres meses de mi vida, así que si usted pregunta por una y le contestamos que no hay información por el momento, es porque hasta el próximo año habrá otra caja disponible). En verdad, no tengo tiempo para más. Lo bueno es que el método de alquimia china se aprende en horas (se comunica, no se enseña) y en circunstancias especiales es posible que yo vaya hasta donde esté el estudiante ("ayúdate y yo te ayudaré").

Eso sí, cada nuevo discípulo debe tener total afinidad con mi carácter, de otra manera ni aunque venga de rodillas y arrastrando lingotes de oro conseguirá el método. Ciertamente el conocimento que tiene precio, por muy alto que sea este, es barato, pero en estos niveles de conocimiento el dinero, aunque sea difícil de creer, no lo es todo. Falta ver cómo anda de karma el estudiante, pues adquirir el método de la salud y longevidad sin medicinas no es únicamente cuestión de maestro, ni de tiempo, ni de edad, ni de salud, ni de nacionalidad, ni de sexo, ni de países. Es cuestión principalmente de karma.

Y el karma, niñas y niños, viejitas y bolitas, es algo para realmente asustarse. Afortunadamente, pocas personas por acá se percatan de la profundidad del concepto de la retribución, de otra manera la gente (especialmente obispos, banqueros, políticos, gobernantes y militares) anduviera espantada gritando por media calle.

Las enfermedades, como muchas otras cosas, son parte del karma. Y el karma es factor inseparable de la alquimia china.

Aunque le de risa.


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* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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