En China se tiene muy claro el concepto de la retribución. Confucio lo reafirmó en su Regla de Oro, misma que siglos después reapareció (no tan) misteriosamente en el Nuevo Testamento: "Regresa favor por favor, y justicia por injusticia."
En otras palabras, Reciprocidad, principio sagrado.
Desea a otros lo que ellos desean para ti. Si te hacen daño, dáñalos tu también. Si te tratan bien, trátalos bien. De lo contrario, si pones la otra mejilla a quien te abofetea, ¿cómo le devolverás un bien? ¿Azotando acaso su cabeza contra una piedra?
Aquí no hay de otra sopa y el principio de la reciprocidad inevitablemente viene a mi memoria después de haber leído la siguiente noticia: "Los toreros, artistas y futbolistas mexicanos que van a España a trabajar son hostilizados y acusados de quitarles el pan de la boca a los hijitos de los españoles."
Pues menos mal que sólo hostilizan a los mexicanos, porque a los que apodan "moros" les reciben habitualmente a pedradas en cuanto ponen pie a tierra en España, y han acuchillado a más de cuatro.
Aún así, nuestros ingenuos coterráneos que han querido demostrar su talento en España no escapan del todo: de "indios," "mediocres" y "emplumados" no los bajan.
Si lo duda, pregúntele a Hugo Sánchez (a "Hugol," pues).
Aunque pensándolo bien mejor no le pregunte, porque este futbolista si puso la otra mejilla - u otra cosita - y regresó adorando a los españoles (y, hala, hablando como ellos).
Si, ahora Hugo muestra inusitado respeto a los qué tantas palizas verbales y físicas le dieron en los campos de juego. Y el día que "nuestro" singular jugador se enojó (después de seis años de insultos) y le hizo públicamente un gesto sexual muy mexicano a uno de sus agresores ibéricos.....!lo corrieron del Real Madrid!
Y ni así aprendió el buen Hugol. Todavía hoy dice qué sus mejores recuerdos son españoles, qué España es su segunda patria (no nos quiere ofender poniendola primero) y hasta su "botín de oro" dejó en las vitrinas del club merengue aunque el presidente del club no parece impresionado por el gesto.
Con Hugol si salió cierto el proverbio chino que dice, "Para que te amen otros, dales muchas patadas en el trasero (en España a las nalgas le llaman "culo").
¿Ejemplo de patadas ibéricas? A ver si le gusta éste: hace un par de años el entonces alcalde de Madrid les espetó agriamente a todos los trabajadores extranjeros en España: "Por qué mejor no os quedáis en vuestras casas en lugar de venir a molestarnos"?
¿Ya ves, nopal? A molestarlos únicamente habéis ido vos a España, Hugo!
Sin embargo, no dejan de escamarnos las insultantes palabras - la desfachatez, mejor dicho - del egoísta alcalde, hasta a los que no hemos ido a España mendigando una chambita.
Y lo que cae especialmente mal de los peninsulares y su maldito egoismo y arrogancia es que por cinco siglos ellos le han quitado no sólo el pan a los hijos de mucha gente en México y en muchos otros países, sino la tierra, la honra, y hasta la vida.
Y ya los ve usted: tan campantes y churumbeles que se pasean por el mundo los muy....descarados.
Porque francamente otro gallo nos cantara si los españoles hubieran seguido el consejo de su alcalde y se hubieran quedado en casa en vez de haber venido a joder indios (e indias) por acá.
Y no nomás durante la Conquista y la guerra civil española nos cayeron ibéricos en montones como mariposas Monarcas. No, todavía hoy, nomás oyen allá el ruido de navajas sacando chispas en las piedras y córrele manolo. ¿Y pa' dónde? Pos' a México, pueblo de nacos manejado por parientes ibéricos que acepta sin chistar todos los refugiados políticos y económicos que le endilguen sus gobernantes.
Por que digo yo: ¿qué les pareciera a los españoles si nosotros también recibiéramos a sus toreros (malos, la mera verdad), artistas (por ahí se salvará alguna cantadorcilla de buen ver pero los demás estan pa'l arrastre) y futbolistas (todos ya acabados) a pedradas, o ya de perdida a tomatazos?
Al fin y al cabo más no nos podrán subestimar los españoles, pues ya tocamos fondo en ese renglón. Nosotros les mandamos a Hugol en plenitud de facultades y lo regresan hecho un estropajo. Ellos nos mandan a Butragueño (aunque la verdad, la verdad, decentito el jugador) en el ocaso de su carrera y sus nuevos patrones en México (españoles también) organizan a las masas de desocupados en Celaya para que a lo reciban como la Malinche a Cortés (de pechito), y !con las llaves de la ciudad!
Hasta el mismo rubio y modosito futbolista estaba aterrorizado de ver tantos indios histéricos reunidos en una plaza para darle la bienvenida. El sabía que eran acarreados y como que temía que en cualquier momento se le fueran encima al grito de ''mueran los gachupines.''
Quisiera que usted hubiera oído los gritos histéricos de las cotorras futboleras (se han de creer españoles: deberían ir a pedir trabajo a España) que narran partidos en Telemundo, uno uruguayo y el otro colombiano. Se desgañitaban durante la transmisión por televisión de la recepción al jugador, aullando lindezas como ésta: "!La madre patria (Butragueño) conquista otra vez a México (los nacos celayenses)!" De seguro tuvieron que cambiar pantalones esos comentaristas en cuanto terminó el circo: no es posible que se hayan levantado secos de sus asientos.
En fin, en lo que estábamos: no me extraña que los españoles regresen el favor de la hospitalidad mexicana hostilizando a los nuestros allá, pues dicen en China que "Lo que distingue al hombre del animal es el agradecimiento, la reciprocidad."
Pero admitamos, así mismo, que no sólo los españoles malquieren a los mexicanos: en todo el planeta nos tratan de la patada.
Mucho han contribuido para formar la imagen que del mexicano tienen en el extranjero (panzones sucios y borrachos, y sirvientas chancludas y trenzudas) las racistas cintas de caricaturas del español disfrazado de americano, Walt Disney, Sus pinches monitos, los de la Warner Bros., y las peliculas de Hollywood han desarrollado subliminalmente el racismo contra mexicanos en las mentes de dos generaciones de americanos. También los cineastas mexicanos han cooperado con sus maravillosas películas de borrachos, albañiles y verduleras.
Otras culturas, digamos la oriental, educados en Historia Universal por Hollywood, desprecian a los mexicanos aunque jamás hayan platicado con uno.
Con decirle que hasta filipinos, guatemaltecos y salvadoreños se creen con derecho a respingar la naricita cuando ven a un mexicano. Especialmente si no necesitan de la ayuda de este último.
¿Por que nos sucede esto? Bueno, parte del problema estriba en que hay pleito ancestral entre la misma minoria etnica que maneja la industria cinematografica en Hollywood y sus primos que manejan la industria española y mexicana. Se desquitan los primeros discriminando a los segundos y de paso se llevan a los mexicanos de a deveras entre las patas.
Además, nosotros mismos nos pasamos de buenas gentes con los extranjeros que caen por aquí sin antes saber de que calaña son. Y si nos insultan buscamos besarles las botas cuando menos. Una hospitalidad mal entendida y peor practicada por nosotros. Después de todo, así nos han entrenado los propios extranjeros (maestros y curas españoles) que nos guían aquí.
La Iglesia no se cansa de repetir aquello de "No repliques, mejor agáchate más..." Y los maestros de escuela se refieren a España como "la madre patria" (será la de ellos). Y para paliar las atrocidades de españoles hechas en México, los maestros les repiten a los niños hasta el aburrimiento que "culpa fue de los tiempos, qué no de España," y demás sandeces colonialistas (palabra que ya todos sabemos viene de Colón). En las escuelas nos entrenan de antemano a perdonarlos si por casualidad nos enteramos o acordamos de las barbaridades que han hecho en México. Nada tontos, ¿eh?
Así es como los mexicanos de pura cepa andamos por el mundo ciegos, a tropezones, pues nos han hecho olvidar el genocidio español, el europeo y el americano en México.
Lastimoso todo esto. Y luego dicen los papanatas que los mexicanos somos desunidos. Como si fuera obligación que estemos abrazados todos, mexicanos y extranjeros disfrazados de mexicanos.
Lo importante no es la unión sino discernir qué fuerzas étnicas controlan al país. Vea usted fotografías de su gobernantes y dígame si son del mismo grupo étnico que usted. Y si la piel de usted es más oscura que la de ellos, agárrese.
El meollo pues, esta en identificar correctamente a los que nos rodean en nuestro propio entorno, pues no todos los que viven en México se sienten mexicanos. Un principio de estrategia militar china dice, "conócete a ti mismo." Esto es, hay que mirarse al espejo cada mañana para saber realmente de que grupo étnico somos y quien es el enemigo: sólo así se le podrá pagar con la misma moneda.
Así, si otro me da un golpe, en vez de poner la otra mejilla le voy a poner las orejas de coliflor a cachetadas aunque también sea mexicano. No reaccionar así es ser menos que un idiota.
Además, el ser humano es un ente curioso. Acuérdese de Hugol: trate usted bien al extranjero y éste se aprovechará de su bondad. Pero túmbele los dientes al primer insulto, y lo considerará uno de los suyos, pues no se dejó pisotear y esto para ellos cuenta mucho.
Ya ve usted, tratamos bien a los turistas y ellos maltratan a los empleados de hoteles, la comida les parece mal y se van echando pestes de México. Hagámosles la vida amarga (como se las hacen en el Oriente) y verá que inmediatamente nos recomendarán muy contentos con sus amistades.
Así que no se sienta mal si decide hacerle la vida de cuadritos a los extranjeros aquí, ya que ellos no son hermanitos (hermanitas, pues) de la caridad. Recuerde: si lo discriminan y no les retribuye el favor, se causará un trauma horrible usted mismo.
No se deje intimidar por nadie porque tiene la piel más blanca o habla con acento extranjero (delicioso o no). Como dicen en China: "Únicamente cuando se paga con la misma moneda a nuestros enemigos nos dejarán éstos en paz."
Si en México - o en corral ajeno - le insulta un extranjero y no puede responderle de otra manera, ofrézcale un café. !Pero no sin antes meterle el dedo a la taza después de cuando menos limpiarse la nariz con el!
COSAS ODIOSAS: Lamentable el horrible espectáculo - único entre las naciones civilizadas - que dan los reporteros mexicanos cuando entrevistan a alguien.
Primero que nada, se arremolinan sobre la víctima cual jauría de perros a media calle tras un pedazo de carne. Luego proceden a meterle las grabadoras de mano en la nariz o boca al "entrevistado."
¿Pero es qué nadie les ha dicho a estos cavernícolas de la noticia que los micrófonos - direcciónales y fijos - de las grabadoras son precisamente para que no le tengan que restregar tales aparatos en los dientes a la gente? ¿Eso les enseñan en las escuelas de periodismo, o es gracia personal de los reporteros?
Porque ya están usando en otros países esas imágenes para demostrar a sus reporteros como no se debe entrevistar a una persona.
Pobre país este, sin maestros capaces de inducir superación personal a ningún nivel.
EL "TERCER OJO" MILITAR: La guerra es algo tan terrible que no se le desea a ningún país. La guerra es, también, inevitable. Tarde o temprano los países que hoy gozan de paz la sufrirán, pues la guerra es cíclica.
Lo malo de la guerra civil es que las fortunas personales y familiares cambian de manos rápidamente y los soldados se hacen ricos de la noche a la mañana. Por eso las revoluciones son tan atractivas a los pobres y a los ambiciosos.
Los gobernantes y curas que están provocando una guerra civil en México se van a arrepentir una vez que el desgreñe empiece, pues perderán todo lo que han acumulado sinvergüenzamente durante cinco siglos.
Los conflictos armados internos son el producto de errores gubernamentales y ya sabemos que los dioses ciegan antes a los que quieren destruir. No hay, pues, modo de evitarlos, pues son el resultado de errores humanos acumulados.
Lo qué si se puede anticipar es el tiempo de una revolución, pues es el proceso evolutivo de un problema político. La guerra no se arregla con política pero si soluciona problemas políticos.
Podemos decir entonces que la guerra es como un melón: cuando la fruta está madura caerá por su propio peso. Cuando el descontento político madura en un país, la revolución es fácil de organizar y el pueblo la apoyará, pues tiene vida propia: "Toda guerra es fácil cuando se hace a su debido tiempo."
Esto quiere decir que el subcomandante Marcos no es el líder que las masas quieren para derrocar al grupo étnico en el poder.
Indudablemente se esta gestando una revolución en México, pero no tiene sentido decir ahorita quién será su líder, ni dónde está o qué edad tiene. Pero ese lider ya está preparándose, pues todos los portentos celestiales y la adivinación señalan qué hasta los dioses se hartaron ya del PRI.
Cuando ese líder se levante en armas, toda la plebe a una sola voz se alzará con el. Ahí acabarán vidas y fortunas por igual y se reescribirán las fronteras de el territorio mexicano.
¿Cuánto tiempo tiempo falta para el cambio? No mucho, pero no en este siglo.
NUESTRO FÚTBOL: Malas cuentas entregó Lapuente al regresar la selección de su gira por Suramérica con un saldo de diez goles en contra y tres a favor.
¿Y cuál es la opinión del ratón verde mayor? Con su acostumbrado cinismo (esas fallas de carácter si se las copian muy bien los técnicos mexicanos a extranjeros como Bora) Lapuente dijo, "Estamos bien....lo único malo son los resultados."
Ah, vaya. Menos mal que Lapuente no es cirujano: operaría bien, nomás se le morirían los pacientes. Nosotros - ilusos qué somos - creíamos que se trataba de ganar juegos. Por ahí alguien nos hizo creer (!qué barbaridad!) que las batallas se pelean para ganarlas.
Pero claro, el iluminado del fútbol (Lapuente) nos ha sacado de nuestro error rápidamente al decir, "Estos (malos) resultados no van a mermar nuestro entusiasmo." O sea, las derrotas alegran a Lapuente. Siendo así, ojalá la selección no gane nunca pues las victorias pondrían triste al dizque entrenador. Y nadie quiere verlo llorar.
Los que si nos lamentamos somos los aficionados al ver el ``fútbol'' que practican los seleccionados al mando de tan mediocre líder. Su demostración de sapiencia -el "método Bora"- es poner a los jugadores en posiciones distintas a la que ``dominan.''
Y así le ha ido a Lapuente. Pero nunca aprenderá, ya que unicamente los técnicos capaces aprenden de sus errores.
* Master, Estrategia Militar China
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