¿Existió alguna vez la alquimia, el arte secreto de convertir metales chatarra en oro puro?
Pos sepa Chana. Pero alquimistas los hubo y los hay, solamente que su único objetivo hoy día es la buena salud y la longevidad, no la transmutación de metales. Síganme entonces los curiosos y le daremos una repasadita al asunto de la alquimia.
Todo el relajo de la alquimia empezó en China hace cinco mil años. La Historia china dice una cosa acerca de la alquimia, y la tradición popular dice otra. Y es la tradición - conocimiento que se transmite de padres a hijos - la que asegura que hubo una época en China en que el nivel de la sabiduría estuvo muy por encima del nivel de conocimiento en otros paises. Fueron los tiempos del mítico Emperador Amarillo, y precisamente con ese cuate empezó lo que sabemos de la alquimia.
Al Emperador Amarillo y sus ministros se les atribuyen grandes inventos que van desde implementos de trabajo, hasta principios de medicina, de religión, de estrategia militar y esoterismo. Y los principios de la alquimia. Pero lo más interesante es que se dice que los alquimistas taoístas chinos no solo transmutaban metales, sino que lograron que el cuerpo del propio emperador produjera....¡pelo de oro! De ahí el nombre de "Emperador Amarillo" y la riqueza descomunal que China acumuló durante su reinado pues cuentan que bastaba con recortarle el pelo (de oro) para sufragar gastos enormes.
En años posteriores, cuentan, los alquimistas taoístas refinaron su arte hasta que fue posible que el cuerpo entero fuera de oro. Al morir, sus cuerpos no se descomponían puesto que quedaban en simples estatuas de oro. Pero dada la condición perversa de la naturaleza humana, cuando tal información llegó a oídos del populacho la cosa se puso al rojo vivo. Los malosos delincuentes que nunca faltan dieron primero en desenterrar cuerpos de alquimistas muertos para fundir el oro, y luego se fueron a la caza de alquimistas vivos para arrancarles pedazos de cuerpo y comercializar el oro.
Naturalmente que los alquimistas chinos se asustaron y le pararon a la transmutación. Al menos los que querían seguir vivos. Así se terminó con un extraordinario conocimiento cuyo lado negativo fue que atraía la muerte violenta sobre quiénes poseían tal sabiduría.
(No fue la primera vez que gente avariciosa destruía conocimiento maravilloso con tal de enriquecerse ellos aunque para eso dañaran a la humanidad, ni la última. Cuatro milenios después, los vaticanos quemarían vivos a los indios mexicanos que curaban con hierbas y practicaban una forma de acupuntura curativa con espinas de maguey. Así acabaron en poco tiempo los malditos curas con el conocimiento médico tradicional mexicano que nos había tomado siglos acumular, y que ya no volverá jamás.)
Pero los taoístas chinos no dejaron que sus secretos desaparecieran del todo y de paso inventaron algo más maravilloso aún. Lograron aplicar los principios de la alquimia internamente para cambiar cuerpos enfermos a cuerpos sanos a través de ciertos movimientos. Todo esto sin necesidad de ingerir medicinas. De esa manera extendieron la vida del ser humano hasta los cien años pero sin achaques comunes de la vejez, tales como la senilidad y otras enfermedades progresivas. Este conocimiento es superior a la transmutación de metales puesto que sin salud no hay riqueza que valga, por mucha que ésta sea. Además, no vale la pena vivir muchos años si el cuerpo está siempre enfermo, puesto que sufre el enfermo y sufren los que estan a su lado.
Y lo mejor de la nueva alquimia china fue que no es visible, así que no despierta la ambición humana y de esa manera los alquimistas no corren el peligro de perder la vida a manos de criminales, pues no hay tesoro tangible. Desde entonces la alquimia taoísta es la única que logra tal efecto en el cuerpo humano y ni medicinas ni ejercicios ni nada de nada alcanzan el mismo objetivo.
Para cuando griegos, romanos, persas y demás viajeros extranjeros llegaron a China hace más o menos veinticinco siglos, solo quedaban las leyendas de los alquimistas originales. Y los visitantes se emocionaban con esas historias y las llevaban consigo a sus países.
En la Edad Media las historias chinas sobre la alquimia llegaron a Europa y se desató allí una fiebre por la transmutación de metales que no vea. Todavía no descubrían los europeos las Américas con el verdadero oro, así que casi todo mundo le entró con ganas al asunto de la alquimia. Naturalmente que nadie logró el sueño, pero a los falsos alquimistas no les faltaban mecenas ambiciosos dispuestos a colaborar en la búsqueda del método perdido. Tampoco les faltaban enemigos poderosos (reyes y vaticanos que soñaban armar Ejércitos financiados con oro) que se creían lo de la transmutación y los torturaban hasta la muerte buscando la inexistente fórmula. Los curas chamuscaron a varios "alquimistas" tratando de sacarles el dizque secreto para hacerse ricos pronto y sin trabajar.
La gente en China se olvidó completamente de la transmutación de metales y hoy se concentra únicamente en la práctica de la alquimia como factor de longevidad y salud perfecta. Algunos vivales, desde luego, pretenden conocer el secreto de la transmutación de metales pero lo hacen para embaucar tontos, mostrándoles piedras teñidas de amarillo y demás triquiñuelas.
Demos ahora un salto en el tiempo, hasta la década de los años sesentas, cuando yo estudiaba estrategia militar con un famoso general chino que dominaba los secretos de la estrategia militar china, pero también los de la metafísica taoísta. También sabía mucho de medicina tradicional china y de acupuntura, secretos que en los últimos años de su vida utilizó para ayudar a un sinnúmero de enfermos. En esos días no sabíamos nada de esas cosas por acá, así que nadie valoraba el milagroso saber del hombre. (El insistía en que yo aprendiera acupuntura, herbologia y la alquimia china para la salud, pero yo andaba más interesado en mandar gente al hospital que en curarlas, así que, para bien o para mal, nunca le hice caso.)
Claro que algo se me pegó de mi maestro en relación a la alquimia. Pero la combinación de mi fuerte salud de adolescente, y lo poco que a regañadientes aprendía de la alquimia china para mi propio beneficio, mantenían mi cuerpo a prueba de enfermedades. Por lo tanto no le di importancia a cosas ajenas a las artes militares chinas. Fue hasta después de la muerte de mi maestro, al paso de los años, que entendí el valor de la alquimia pues mis contemporáneos y amigos de la infancia caían fulminados por las enfermedades sin que medicinas ni cirugía les sirvieran de mucho.
Aclaremos que mi maestro curaba en secreto pues en aquéllos años la acupuntura era ilegal. Los doctores occidentales decían que era vudú. Quién lo diría que sólo una década después los mismos doctores tratarían de aprender acupuntura. Pero ni el hecho de que algunos pacientes de mi maestro me platicaran que los curó de cáncer con las agujas me interesó. Mucho menos se me hacía raro que cuando mujeres estériles le pedían ayuda para tener hijos no solo las curaba sino que les ayudaba a tener hijos o hijas según lo desearan. Y aunque nunca enseñaba a extraños el arte de la alquimia interna, con la acupuntura le bastaba para ayudar a la gente.
Lo lamentable de todo esto es que, contrario a la acupuntura, el arte de la alquimia para la salud está condenado a ser practicado por unas cuantas personas, ya que la mayoría de la gente se declara incrédula cuando oyen la palabra alquimia. Recuerdo que después de la muerte de mi maestro platicaba aquí en México con un conocido mío, millonario por cierto. Hacía tiempo que no lo veía, así que me sorprendió que durante nuestra conversación mantenía un continuo bailecito. Al cuestionarlo, me dijo que padecía dolores reumáticos y que el movimiento continuo le concedía algo de alivio pues las medicinas que le recetaban los doctores sólo le producían efecto los primeros días. Le dije que estaba por partir a China y por un modico precio le daria unos movimientos de alquimia y le traería yo mismo de allá una fórmula líquida especial, preparada por mí mismo para que no tuviera más dolores. Su mirada se heló inmediatamente y contestó que el tenía amigos chinos en los restaurantes orientales y que si tal cosa existiera ya se lo hubieran dicho sus cuates. No acababa de darme su respuesta cuando yo ya me despedía de el. Hace poco lo vi de nuevo por casualidad, su adolorido cuerpo está retorcido como rosca de churros al grado que ni tallándose billetes de a mil dólares sentirá alivio. Hay gente que no sabe para qué es el dinero.
Si yo le dijera ahorita, por mencionar un ejemplo, a un diabético, o a un enfermo de la próstata que la alquimia le aliviaría su enfermedad pero tendría que pagarme cien mil dólares por el método para salir del problema, júrelo que esa persona preferiría comprarse un Picasso. Así es la gente. Los más dicen que si la alquimia china existiera realmente para curar enfermedades, los doctores occidentales ya la sabrían. Nunca explican por qué tendrían los doctores que merecer ese privilegio que les serviría nada más para hacerse más ricos.
Por eso digo. La alquimia de la longevidad y la salud existe, pero pocos saben de ella. Los alquimistas andan entre nosotros, pero usan su arte para hacer a sus propias familias fuertes, sanas y poderosas, no para enriquecer extraños.
Ésa es ley de vida: El más fuerte prevalece sobre los débiles y enfermos.
FISONOMÍA MILITAR: El hombre gusta de tragar otros hombres. Especialmente cuando las víctimas son dóciles y toleran a sus verdugos, tal como hace la indiada en México.
Amnistía Internacional asegura qué hay 25 países cuyos gobernantes emplean torturas tales como la privación del sueño, el obligar a los detenidos a beber grandes cantidades de agua, y la popular descarga eléctrica en los testículos, por mencionar lo mas mencionable. De seguro los sádicos soldados y cuicos mexicanos tendrán mas y bonitos métodos nacionales e importados.
Hasta en los países del Primer Mundo, o dizque "desarrollados," se condona la tortura y el asesinato de minorías a manos de cuicos y soldados. Así ha sido siempre, pero lo curioso es que últimamente los métodos de tortura están siguiendo un patrón más o menos similar en el mundo entero. Esto apunta a que mientras más instructores de países avanzados ofrecen instrucción gratuita a las fuerzas armadas de países tercermundistas, más crueles y uniformes son las técnicas de tortura que les enseñan.
Por ejemplo, instructores de países desarrollados enseñan a los tercermundistas a utilizar doctores para mantener vivos y conscientes a los torturados, método que no pueden emplear en sus propios países pero que sirven para sembrar violencia en países con gobernantes nangos. Como en México. Y como en El Salvador. Un jovencito militar salvadoreño declaró que los instructores extranjeros les enseñaron técnicas de tortura tales como perforar violentamente los ojos de los interrogados con la punta de lápices.
En fin. Dicen los de Amnistía que la tortura es utilizada para destruir la personalidad del individuo, pero yo creo que más bien refleja el nivel de perturbación mental de los torturadores y sus superiores. Y claro, las víctimas que sobreviven a la tortura quedan dañadas mentalmente y sufren insomnio, depresiones y miedo bastante explicables. Eso sin contar que muchos quedan mancos, tuertos, ciegos, sordos, mudos, incapacitados.
En México estamos peor. Aquí, por si los gobernantes ladinos mexicanos no fueran suficientemente abusivos, el Gobierno zedillista contrató al Ejército guatemalteco para que enseñaran a nuestros changos verdes y a los paramilitares chiapanecos técnicas de tortura más bárbaras que las que aquí se podían concebir. Y lo lograron.
Con la experiencia de haber causado el genocidio de más de un cuarto de millón de indígenas en Guatemala, los cavernarios militares guatemaltecos nos mandaron a sus sanguinarios "xaibiles," o "kaibiles." Esos miserables animales contratados por el gobierno mexicano, demuestran su "valor" masticando el hígado y el corazón de sus víctimas. No le estoy mintiendo. A esos guatemaltecos bárbaros en su propia tierra los indígenas les llaman "comegentes," y "destazadores." Bueno, pues ya enseñaron a los guachos mexicanos y a los paramilitares de escuadrones de la muerte, a destripar civiles vivos. Los militares mexicanos ya están ya igual de brutos que sus maestros, prueba de ello es el regadero de partes vitales de los indígenas masacrados en la matanza de Acteal.
Y los curas católicos, tan acérrimos defensores de fetos y tan enemigos de los condones, no dicen nada de la asombrosa afinidad de este país con la barbarie militar. Y ni a Zedillo ni al generalote verde Cervantes les remuerde la conciencia hacer asesinos despiadados de los hijos de familia mexicanos que inocentemente se dan de alta en el Ejército.
El mismo presidente guatemalteco es un asesino prófugo. Mató a balazos en México a un hombre y a una mujer cuando éstos estaban desarmados. Eso mientras trabajaba aquí de "catedrático." Imagínese el nivel de barbarie de ese maldito. Haría bien Zedillo en contratarlo para que de clases en la UNAM. Por lo pronto Zedillo ya lo recibió con honores en Los Pinos. Y es que los matones de todo el mundo hablan el mismo idioma. Nomás véales el rostro e esos dos pillos y se dará cuenta por qué los soldados y los paramilitares mexicanos tienen enseñanza militar guatemalteca.
NUESTRO FÚTBOL: Dice el técnico ladino del Pachuca, Aguirre, que "fue un error jugármela con jóvenes." Mentira. El error es que ningún técnico mexicano puede "jugársela con jóvenes."
Incapaces en su profesión, en puestos que tienen solamente porque son ladinos, los técnicos mexicanos no saben guiar a los jóvenes. Por eso piden jugadores ya hechos, como hace el técnico del Toluca, para que les salven la chamba. Así se evitan el compromiso de enseñar a los chamacos cosas que debido a su incapacidad profesional ellos mismos desconocen.
En cuanto un técnico extranjero, digamos argentino, toma las riendas de un equipo, inmediatamente debuta jóvenes mexicanos a carretadas. Y generalmente sabe darles la posición adecuada, donde rinden más. Por eso digo que fue el mediocre Aguirre quien les falló a los jóvenes jugadores del Pachuca y no los muchachos a él. Y es que bajo el mando de un "general" incapaz no hay tropa que triunfe.
Recuerdo que cuando el incapaz J.A. Roca tomó las riendas del Atlas en lugar de aportar estrategias adecuadas......¡les cambió el uniforme! Los Margaritas acabaron siendo "Zorros." Para eso sirven los técnicos ladinos mexicanos, para echar a perder lo que hay, no para mejorar nada.
Igual están Lapuente, técnico de las selecciones nacionales, y sus bufoncitos.
Y los dizque "especialistas" en fútbol de los medios informativos no ayudan en nada primero porque protegen a sus incapaces hermanos étnicos que son técnicos, y luego porque ellos mismos son también incapaces. Ni unos ni otros sirven para nada. Ejemplos abundan, pero tomemos el caso del títere televiso que habla de fútbol en Televisa, Orvañanos. Ya se que Televisa no se distingue por emplear talentos, pero Orvañanos no da una ni con un mapa.
Lea esto. El otro día el entrenador del Atlas, Lavolpe, "presentó su renuncia" porque los directivos venden jugadores pero no traen a los jugadores que el argentino pide para reemplazar a los que se van. Y Orvañanos, que en su tiempo fue mediocre portero profesional, nos resultó peor de comentarista. Incapaz de entender el problema mencionado, dijo que "Si Lavolpe se quiere ir, que se vaya, pues el Atlas es más grande que Lavolpe." Esas palabras son el ejemplo clásico de quien abre la boca a lo buey y habla sin saber.
Esa frasecita pendeja de que "las instituciones son más grandes que los técnicos" es popular en Espanha. Es una variación de la sobada frase que utilizan los gachupines en México, "nadie es indispensable."
La teoría de que el técnico es menos importante que el club la utilizan los presidentes de clubes ibéricos para humillar y despedir estrategas rebeldes. Sus parientes hacen los mismo aquí en México y de ahí las palabras de Orvañanos. Pero no es verdad. Unos técnicos van y otros vienen, pero hay algunos que en su momento hacen grandes a las instituciones. Acuérdese del técnico holandés, Leo, que trajo el América. Ese técnico llevaba al equipo directo al campeonato antes de que lo despidiera algún soberbio directivo americanista que se creyó más listo que el europeo. El nango ése repitió aquello de que los técnicos son desechables, y es hora que no han podido llevar al equipo de Televisa al nivel en que el holandés lo tenía cuando lo despidieron.
Lavolpe tiene razón en sus lamentos, sabe lo que dice y exige. El no puede especular con opiniones, como Orvañanos, pues debe presentar resultados al club y a la afición. Pero los ladinos mexicanos, televisos incluidos, se creen que una petición de un subordinado es razón suficiente para echarlo. O sea, no hay inteligencia para analizar si lo que el técnico dice es verdad, pues aquí "el que paga manda." Afortunadamente los actuales directivos del Atlas son más inteligentes que el televiso y atendieron a las quejas del argentino, ya que los buenos técnicos no se dan en los árboles. Ni en Televisa. Quizás nadie es indispensable, pero si hay hombres más necesarios que otros.
Hablar de lo que no se sabe será siempre un problema para cualquier persona, pero mucho más para quien lo hace frente a un micrófono pretendiendo entender la situación. Eso es un engaño. El televiso dice que el Atlas tiene fuerzas básicas para reponer jugadores, pero al decir eso demuestra únicamente su ignorancia pues Lavolpe puso el dedo en la llaga al decir que el no tiene tiempo a que chicos de quince años maduren, el necesita jugadores capaces ahorita.
Y es que dirigir a un equipo y al mismo tiempo tener que enseñar muchachos para suplir las necesidades urgentes del equipo es cosa que pocos saben hacer y aún menos quienes lo desean hacer.
Y ya es hora de entender algo elemental sobre las fuerzas básicas. La cantera de un club no es la panacea del primer equipo. Eso es un mito que a estas alturas Orvañanos ya debería saber. Ni el Barcelona, famoso por sus fuerzas básicas, saca material humano suficiente para apuntalar al primer equipo. Este equipo tiene actualmente la mitad de la selección holandesa en sus filas precisamente porque de las fuerzas inferiores no salen muchos jugadores excelentes.
Otro club famoso mundialmente, el Manchester United, tiene instalaciones para fuerzas inferiores que ya quisieran para si muchos equipos de Primera en México. Las instalaciones costaron más de diez millones de dólares y tienen los mejores entrenadores y 6 canchas con dimensiones reglamentarias y 4 canchas para juveniles. Hasta hospital tienen los Diablos Rojos para cuidar a los chamacos lesionados. Prácticamente todos los chicos británicos quieren jugar en el Manchester. Y sin embargo el club inglés carece hoy mismo de un buen portero, de un centro delantero y de un defensa central. Estos puestos, y otros, los tienen que cubrir comprando jugadores caros en el país y en la Comunidad Europea pues la cantera no produce muchos jugadores de calidad como para jugar en el primer equipo. Compran jugadores buenos que equipos pobres sacan pero que venden por no poder pagarles lo que valen.
Por eso Lavolpe se enojó cuando vendieron a Rafa Márquez en el Atlas, aunque al menos consiguió que lo vendieran a un equipo extranjero. Es que jugadores buenos en esos puestos no se dan en maceta. El Real Madrid, el Lazio y el Manchester carecen de un jugador de la categoría de Rafa. Y más inteligente que los directivos del Atlas resultó Rafa, pues aceptó no cobrar la comisión que le correspondía, alrededor del millón de dólares, con tal de irse. Y ahorita, a la vuelta de una temporada, es campeón en Francia y miembro del "equipo ideal." Puede pedir lo que quiera y lo que perdió inicialmente hoy es morralla. Pero precisamente por eso se encanija Lavolpe cuando quieren vender más jugadores, pues la idea de un equipo de fútbol es producir triunfos y espectáculo para su afición, no vender jugadores cual si fuera granja de sementales. Si ahorita vendieran a Zepeda, a Osorno y al "Chato," ¿de dónde sacarían jugadores de similar calidad para suplirlos? Menos mal que Lavolpe les avisa a los directivos el peligro a que exponen al equipo vendiendo todo el talento.
Y es que aparentemente en México nadie sabe, y menos los televisos, que para armar un gran equipo o selección primero hay que tener un gran técnico. Y luego escucharlo.
* Master, Estrategia Militar China
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