Los mexicanos no-ladinos no damos una. Con enormes trabajos y pérdida de vidas, echamos fuera a gobernantes ladinos malignos únicamente para que nos caigan encima otros todavía peores. Es el terrible destino de este país de tontos, donde el ciudadano tiene obligaciones más no derechos.
Y pocos ciudadanos protestan ante la cruel explotación a manos de ladinos, pues curas e ignorantes maestros de escuela nos pusieron una venda sobre los ojos desde hace cinco siglos. Frente a la salvajada de gobierno y religión que nos agobian, estamos intelectualmente indefensos.
La verdad sea dicha, los mexicanos estamos mentalmente peores que los animales y mucho de verdad hay en el cruel insulto cuando los extranjeros nos gritan "mexicanos estúpidos."
¿Suena a exageración?
Pues fíjese que no lo es, y a explicarme voy. Todas las creaturas en este mundo, desde ballenas a microbios e incluyendo al hombre, tienen un acendrado instinto de supervivencia. Pero sobre todas las demás formas de vida, según dicen los principios chinos de la naturaleza, el hombre tiene un instinto extra: Además de tener vida, el hombre aplica instintivamente su mente a cualquier problema. A eso se le llama "utilizar el cerebro." Por eso en la estrategia militar china se dice: "El cerebro es el estratega del cuerpo."
En casi todos los países, sus gobernantes tratan de hacer seres inteligentes de sus ciudadanos y los proveen con lo mejor en educación y en roce intelectual con los países más avanzados, pues eso redunda finalmente en el progreso de la sociedad. Pero no en México: Aquí el Gobierno requiere (y produce) ciudadanos estúpidos para poder cometer atrocidades genocidas con la indiada, para aplicar la represión política, y para cometer magnirobos. Atracos como el del petróleo y el de los habituales Fobaproas con diferentes nombres. Y para gozar de completa impunidad por sus fechorías.
Por eso Mentirosillo Fox es peor gobernante y mejor pillo que su antecesor Zedillo, y el próximo presidente (¿Roberto Madrazo?) será peor que Fox. Así hemos sido gobernados desde que el primer Gran Caca espanhol en México, Hernán Cortés, inauguró la dinastía espanhola-mexicana que sigue en el poder.
(Nótese que en esta "república" hay ilegalmente una Silla Presidencial, símbolo monárquico, haciendo las veces de trono disfrazado. Y los legisladores ladinos, paleros criminales del reyecito, callados ante esa barbaridad en el Ejecutivo. Además de que la banda tricolor presidencial que trae Fox ya alcanzó dimensiones de sarape, digna de competir en tamaño con las banderotas de Zedillo.)
Durante los primeros cuatro siglos en el poder, los conquistadores gachupines mantuvieron a raya a sus víctimas, o sea los súbditos mexicanos, utilizando descaradamente la horca, el paredón, y la eficaz y religiosa hoguera de la Inquisición.
Pero resulta que desde la terrible guerra civil librada a mitad del siglo XX por la partición en dos de Corea (y posteriormente en Vietnam), los militares occidentales se toparon de boca con la hasta entonces secreta técnica militar china del "lavado de cerebro." Inmediatamente los americanos incorporaron la citada técnica a la industria del Cine en Hollywood.
El plan, brillante por cierto, fue utilizar Hollywood para difundir internacionalmente propaganda en forma de entretenimiento, arrebatándole de paso el control mundial de las masas a la Iglesia católica. Hoy día está plenamente comprobado que las películas y la televisión multiplican geométricamente el lavado de cerebro a multitudes indefensas. El nivel de atontamiento de masas que los curas lograron en mil años, lo superaron eficientemente las películas en medio siglo. Y van por más.
Subliminalmente primero, y descaradamente después al ver que no hubo oposición alguna, las películas marcan desde hace cincuenta años la pauta de la moda (el american way of life, que es bastante bueno), los gustos (preferentemente por productos americanos, eficientes y de buena calidad), los grupos étnicos a admirar (el judío y el anglosajón), los grupos étnicos a odiar (árabes y mexicanos no-ladinos), política (la de los países del Primer Mundo occidental, aceptable), religión (la judeo-cristiana, hecha para idiotizar conquistados), el entretenimiento (televisión, cine, música, teatro; todo totalmente insulso y controlado por ladinos), los medios de informacion (totalmente etnocéntricos), el inmerecido elevamiento de policías a los altares (son realmente gángsters en uniforme), y una larga lista de etcéteras.
Ahora bien. Estrictamente hablando, la propaganda filmada no es ni buena ni mala, sino al revés volteado. Es lo que es, y ni hablar. Como decíamos de niños que dijo Dios a Adán y Eva (y en inglés, me imagino) cuando los puso de patitas a las puertas del Paraíso: "Aquí los dejo y que viva el vivo del más pendejo." Después de todo, allá los nacos que voluntariamente pagan boleto y se encierran en un teatro a que les doren la píldora disfrazada de diversión.
Pero resulta que una extensión de la propaganda filmada es la nefasta mercadotecnia, el arte de vender productos a base de mentiras y exageraciones. Con ese método vendía Fox aguas negras gaseosas, y con ese método nos vendieron los ladinos a Vicente Fox para presidente. Nos ofrecieron una imagen prometedora del encomendero gachupín, imagen que finalmente no correspondió a la realidad, pero para entonces ya era demasiado tarde para regresarlo por dónde salió. No pusimos atención a las increíbles promesas de Fox, nos tragamos el anzuelo, y ya traemos al latifundista de las patotas y a su fiel escudera Sancha, digo Marta, chupando la sangre de la mexicanada.
Luego entonces, para entender la manera de timar del Vendedor Fox, es menester analizar primero la táctica de la propaganda que nos llega diariamente de Hollywood.
Resulta que la Historia Universal (de por si ya muy tijereteada) nos la re-escriben mañosamente los productores, escritores y directores de cine ladinos en Hollywood......y les pagamos por ver su mugrero. No me refiero a que las películas medievales nos muestran guerreros europeos con armaduras chinas en lugar de las latas de atún que realmente usaban, ni que esas mismas tropas extrañamente combaten con técnicas de kung fu y utilizan formaciones militares chinas, ni que en sus monturas utilizan el estribo en periodos de la historia cuándo todavía el artilugio no había sido inventado en China.
No.
Me refiero al hecho de que Hollywood sea la meca de todas las mecas de la mentira filmada. El "entretenimiento," o películas, es negocio perfecto: No solo están subsidiadas para extender por el mundo su grado de racismo y violencia contra ciertos países, contra ciertos grupos étnicos, y contra las mujeres (los ladinos se congratulan a diario porque nacieron hombres), ¡sino que de pilón los mexicanos agraviados no decimos nada!
Al contrario, liderados por la publicidad, hasta colas forma la indiada para comprar boletos y asistir al último super éxito fílmico de Hollywood aunque esas películas nunca tienen un final que sea de ayuda en la vida personal del cinéfilo, pues los productores no regalan beneficios a los no-ladinos.
La propaganda en las películas es a veces encubierta o subliminal, como cuando tratan de imponernos la superioridad racial blanca, o abierta y dolosa como cuando denigran todo lo mexicano. Pero igual nos tragamos los insultos y hasta palomitas de maíz compramos para que nos sepan mejor. Hasta acá puedo oír las (merecidas) risotadas de los ladinos de Hollywood al carcajearse de nuestra estupidez. Gracias a Disney primero, y a los actuales mega-estudios, el mundo entero aprendió a odiar injustamente a mexicanos, y a otros grupos étnicos, por las películas.
Porque en la vida real yo encuentro a los mexicanos hospitalarios y a los alemanes generosos y atentos. Veo que no todos los colombianos son narcos, y al menos los árabes que conozco son corteses. En cambio, mi experiencia personal es que los ladinos son los hostiles ("ay, fuchi, a donde quiera que volteamos hay mexicanos"), pero ellos hacen las películas y se muestran inmerecidamente como héroes. Eso es propaganda. Ciertamente controlan la industria del entretenimiento bastante bien, pero algo anda mal en sus cabecitas cuando tienen que destilar tanto veneno contra el resto de la humanidad, y cobrarnos por ver. En sus películas un mexicano es, de menos, "greasy brown," pero en cambio ellos chillan queriéndole cobrar al mundo el mentado holocausto. Son injustos y malagradecidos, pero exigen compasión de los demás.
Y nosotros hincados, educados por curas y gobernantes, no debemos rezongar cuando nos insultan. El gobierno mexicano está compuesto de ladinos primos de los ladinos de Hollywood, de manera que nadie protege al mexicano no-ladino de ver basura filmada. Leía recientemente en Los Angeles Times que los productores americanos no le pueden vender a China mas de dos películas al año, de manera que no les pueden lavar el coco a los inventores del método de lavar cerebros. En cambio aquí......
Pero lo lamentable es que no hay justificación posible para propaganda racista, pues la naturaleza humana es tal que el hombre es simple y sencillamente el hombre. Ni mas, ni menos. Para efectos de humanismo, no hay hombres negros o blancos. El hombre es hombre, sea cuál fuere su color de piel, su religión, su idioma, su condición social. Creerse superior a otros porque su color de piel es diferente no es esnobismo, sino ignorancia de alto grado.
Pero gracias a Hollywood, desde niños aprendemos a odiar árabes porque están en conflicto armado con Israel, y odiamos a los mexicanos, o sea a nosotros mismos, porque eso sirve a los intereses económicos y territoriales de la casta que domina al mundo. Dependiendo de las guerras que libren en su momento los "Ejércitos aliados", odiamos a los iraquíes, a los iraníes, a los narcos, a los nazis, a los que no juegan béisbol, a los que no tienen la piel blanca, a los musulmanes, a los chicanos. Simultáneamente, las películas instruyen detalladamente a los cinéfilos jóvenes a robar con violencia, a violar mujeres y/o asesinarlas, a desear lujos materiales excesivos, a formar pandillas y a creerse que todo eso es bueno.
Para que luego los babosos juristas mexicanos ladinos, influenciados por lo que hacen los vecinos, quieran juzgar a los menores de edad que cometen crímenes azuzados por la propaganda filmada, como si fueran adultos. Pero es la sociedad la que debiera ser juzgada por fallarle a los jóvenes al no protegerlos haciendo pública la razón de ser de la porquería filmada. Un juez de Florida acaba de sentenciar a un jovencito de 14 años de edad a prisión perpetua por matar a una niña de seis, hace dos años, lanzándola como hacen los luchadores profesionales en la televisión. Fue sentenciado, esposado y con cadenas en los pies, como si fuera asesino a sueldo. Y no es el primer caso de niños matando a otros niños después de ver series violentas en la televisión. Y los jueces anglosajones en lugar de tapar el pozo, ahogan al niño.
México también produce, valga la repetición, avorazados productores ladinos expertos en propaganda. Aráu, ladino cubano exiliado en México (aunque dice que nació aquí), se pasó la vida de "bailarín" y mal cómico y luego retribuyó el favor rentándose para aparecer en películas gringas de "revolucionario mexicano" estúpido, borracho, sucio y sombrerudo. Ahora Aráu intenta explotar en su beneficio la figura de Emiliano Zapata. Piensa que los mexicanos estábamos esperando que viniera a contarnos la vida del agrarista. Dice Aráu que con su película "Zapata sería más famoso." Y Aráu se haría mucho más rico, agregaría yo, pues no creo que a estas alturas a Zapata le importe la fama.
Y como los ladinos de Hollywood aseguran que la mexicanada venimos (igual que negros e indios americanos) de un grupo genético "mediocre," Mentirosillo Fox nos vende sus mentiras por la televisión. (En cambio los ladinos son tan inteligentes que inventan babosadas acerca de sus propios actores, como la fábula para bobos de que Elizabeth Taylor tiene "¡ojos de color violeta!" Como si tal monstruosidad física fuera genéticamente posible.)
Bendito sea dios. Y pensar que solitos les damos el cordelito a los ladinos para que nos ahorquen.
* Master, Estrategia Militar China
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