Reflejos en un Espejo Chino

* Francisco J. Vargas


Columna #159: Dormidos con los Ojos Abiertos

"Dormir con los ojos abiertos" es una técnica china de concentración mental prácticamente desconocida en Occidente y que requiere un entrenamiento cuidadoso e intenso de al menos diez años. En China, este tipo de conocimiento secreto es utilizado usualmente por militares y por religiosos budistas y taoístas. Un ejemplo del nivel de control de la mente sobre el cuerpo que da esta técnica lo vimos en Vietnam, donde monjes budistas protestando la guerra se inmolaban y convertían en antorchas humanas, carbonizándose totalmente en minutos y sin exhalar un sólo quejido de dolor. En contraste, recordemos que los herejes que morían en la hoguera de la Santa Inquisición lo hacían lanzando escalofriantes alaridos.

El método es secreto porque su aprendizaje y práctica requiere mucha dedicación y poca gente puede dedicar diez años al aprendizaje de algo tan especializado, no porque los maestros no lo quieran enseñar. En la actualidad dormir con los ojos abiertos es un conocimiento que no sirve para ganarse la vida, mucho menos para mantener a una familia. Superficialmente podríamos entonces calificar esta técnica de concentración de "conocimiento para iniciados." Y ya no digo más acerca de esto para no hacer brincar al lector de su asiento gritando, "cuentos chinos." Mejor retomamos el tema, en su parte más profunda, dentro de unos años, cuando haya más información en manos del público y menos histeria e incredulidad.

Eso si: La persona que sepa este método puede estar sentada o parada, pero sumida en el sueño más profundo, y la gente a su alrededor juraría que está despierta pues tiene los ojos completamente abiertos.

Por eso, si usted ya ha tenido la extraña experiencia de toparse con un chino dormido pero despierto, de seguro le habrá quedado una sensación de inquietud pues es muestra de la capacidad sobrenatural del ser humano. Paradójicamente, conocimiento de este tipo lleva a muchos remisos mentales en Occidente, especialmente a los ladinos mexicanos en los medios de comunicación, a excusar su limitadísima experiencia cultural llamándole "cuentos chinos" a todo lo que ellos no entienden ni han visto antes.

Lo curioso es que en siglos pasados se oía por acá mucho más de la cultura china que hoy día. De hecho la frase "cuentos chinos" la acuñaron ladinos europeos hace mil años más o menos, cuando el número de viajeros al Oriente se incrementó a través de la Ruta de la Seda, misma que los habitantes del Oriente Medio utilizaban desde mucho más antes para ir a China directamente desde Roma. A través de esta ruta los misioneros católicos y mercaderes europeos no solamente aprendieron el caminito a China, sino que también podían regresar por el mismo a sus países de origen. Y contar lo que vieron.

Países como Persia, Roma y Grecia tenían fuertes contactos mercantiles con China desde mucho antes que Cristo naciera, así que muchos sabían de la existencia de China y de la maravilla de su cultura. Con decirle que muchos eventos mencionados en la Biblia --El Diluvio, el Arca de Noé, la partición de aguas en el Mar-- son curiosamente similares a eventos mencionados en escritos tradicionales de China. Lo que pasa es que cosas así se saben hasta que alguien escribe un libro sobre el tema, y a esa persona corresponde el mérito de extender en otros países el conocimiento de una cultura. Así ocurrió con China. Muchos europeos iban a China, pero sólo un viajero escribió un libro sobre ese país.

Porque fue un mercader ladino y veneciano, llamado Marco Polo, quien por primera vez describió en el siglo XIV los esplendores y costumbres de la rica cultura china. Marco Polo (nació en 1254 - murió en 1324) describió en un sorprendente libro algunas de sus experiencias en China, y en respuesta sus paisanos contemporáneos le inventaron y espetaron la frase "cuentos chinos." Pero si en tiempos de Marco Polo dudar del extraordinario conocimiento chino era natural y hasta esperado, hacer lo mismo en la actualidad es solamente ignorancia, pues hay muchas formas de verificar todo tipo de información.

El origen del libro de Marco Polo empezó así: El padre y tío de Marco, mercaderes de joyas, seda, especies y porcelana, ya viajaban a Oriente Medio antes de que el famoso autor viniera al mundo, y hasta conocían personalmente al Kublai Khan, líder de la dinastía mongol Yuan que gobernaba China después de derrocar al último emperador de la mítica dinastía Sung.

Originalmente liderados por Gengis Khan, los mongoles eran feroz tribu nómada y militarista que llegó a China desde las frías tierras al norte de la Muralla. La conquista de China les había tomado a los mongoles décadas e innumerables batallas, pero nunca se sintieron seguros en el Trono del Dragón ni cuando tenían firmemente establecida su propia dinastía, pues sabían que los chinos vivían esperando la oportunidad para derrocarlos y recuperar su independencia. Como buenos conquistadores, los mongoles gobernaban China con mano de hierro y no les tenían nada de confianza a los chinos, por lo tanto no les daban posiciones de poder. No solamente la presencia militar de los mongoles era exagerada, sino que a la primer provocación masacraban sin piedad a los súbditos. Por eso el Kublai Khan recibía con agrado la visita de extranjeros que le pudieran ayudar a gobernar China. Así que siendo extranjeros en territorio chino ocupado, el Khan y los Polo se aliaron fácilmente con el fin de explotar a los subyugados.

Igual que hoy, las religiones más arraigadas en la cultura china en esos días eran el budismo y el taoísmo, mismas que promovían secretamente entre la gente el derrocamiento de los odiados mongoles. De manera que el Kublai Khan pidió al padre y tío de Marco Polo que regresaran a Italia por unos cuantos sacerdotes católicos que reprimieran mentalmente a los chinos. Cuando los Polo regresaron a Venecia en 1269, después de quince años en China, Marco era un quinceañero huérfano de madre. De manera que cuando el padre y tío partieron de nuevo a China en el verano de 1271 se llevaron a Marco con ellos. Ya con 17 años, Marco tenía natural sed de aventuras e ignoraba que no volvería a ver Venecia sino hasta un cuarto de siglo después.

De Venecia viajaron a Jerusalem, de Jerusalem viajaron a la corte del Kublai Khan en China. Después de cuatro largos años, por fin Marco posó sus ojos en la fabulosa China, donde el Kublai Khan los recibió con gusto pues los pocos miles de mongoles en el poder eran insuficientes para controlar a millones de chinos. El emperador ya se sentía presionado por tener que administrar un país donde las rebeliones contra los mongoles se gestaban a cada momento y debían ser reprimidas con cruel violencia, de la cual Marco nos dejó escalofriantes descripciones. El imperio vivía bajo permanente toque de queda, y al anochecer nadie que fuera chino podía encender ni velas dentro de sus casa, mucho menos fuego.

El Kublai ordenó que militares mongoles de la corte le dieran educación militar china especial al joven Marco, con el fin de que les ayudase a controlar a los chinos. Ahí aprendió Marco no solamente artes marciales chinas, sino también los principios militares del estratega chino Sun Tzu. Después, representando al Kublai Khan, Marco asistió a muchas campañas militares actuando como supervisor adjunto del Ejército mongol. Su misión fue, durante dieciséis años, observar y describir después personalmente al Khan la situación militar, económica y política de cada ciudad y provincia que visitara.

En otras palabras, Marco era espía del Khan sobre los chinos y parte de su pago fue ser nombrado gobernador de la próspera ciudad de Yangzhou por tres años. Es decir, la paga en China para Marco fue elevadísima y el veneciano alcanzó una fortuna personal envidiable sin tener que hacerla de mercader como su tío y su padre. Fue tanto lo que Marco acumuló en joyas durante su estancia en China, que a su regreso en Venecia daba banquetes donde regalaba piedras preciosas a cada asistente.

En 1292, el Kublai Khan permitió a los Polo regresar a Venecia con la condición que custodiaran a una princesa mongol en su viaje hasta Persia, hoy Irán, donde ella se casaría con el mongol que gobernaba la región. Después de cumplir su misión, los Polo arribaron a Venecia en 1295. Ya nunca regresaron a China.

Dicen crónicas de la época que los Polo recibían a diario gente importante interesada en sus experiencias en "el imperio más grande del mundo," pero nadie creyó sus relatos, especialmente los de Marco. Después de oírlo describir sus experiencias como delegado diplomático del Khan para China y otros lugares del Oriente, y sus relatos sobre las costumbres y riquezas de China, la gente se carcajeaba a las espaldas de Marco tildándolo de loco. Le llamaban burlescamente "Marco Millones," y a su mansión "La Corte del Millones." Así nacieron los hoy famosos "cuentos chinos."

(Cuando Marco agonizaba y su confesor le pidió que se "retractara de sus mentiras," el moribundo le contestó que no había contado ni siquiera la mitad de lo que había visto en China, pues no se lo hubieran creído. En efecto: Marco hablo mucho de China, pero nunca mencionó las artes marciales chinas, ni las prodigiosas formaciones militares, ni el nombre de Sun Tzu, ni los palillos chinos, ni el te, ni la acupuntura, ni los secretos de la escritura china, ni los pies vendados de las mujeres chinas. Ni siquiera mencionó la Gran Muralla. Mucho menos habló de la técnica china de dormir con los ojos abiertos.)

Mientras tanto, dado que Marco hacía negocios en Venecia, cuando una guerra comercial estalló contra Génova en 1298 el veneciano invirtió dinero en la armada y luego fue hecho comandante honorario de la flota que enfrentó en batalla naval a los genoveses. Los venecianos perdieron la batalla. Aunque Marco demostró que si sabía técnicas de combate, en unas cuantas horas fue hecho prisionero por los genoveses. Junto con miles de sus paisanos, Marco se chupó un año en galeras hasta que su familia pagó rescate por el. Mientras tanto, para pasar el tiempo en la oscura prisión, Marco había dictado parte de sus experiencias a un romancero. este cuate las editó en un libro llamado "Los Viajes de Marco Polo." Para el caso que hizo la gente, mejor le hubieran llamado Cuentos Chinos. Después de recobrar su libertad Marco regresó a Venecia, donde finalmente murió en 1324.

Muy bien. Entonces, sabiendo nosotros que los "cuentos chinos" no son tales, entendemos que dormir con los ojos abiertos es parte de la realidad. Pero también encontramos que los mexicanos somos tan chingones como los chinos: ¡Nosotros también estamos dormidos con los ojos abiertos!

Lo malo es que nosotros, a diferencia de los chinos, estamos dormidos con los ojos abiertos sin estar conscientes de ello y sin ningún objetivo en particular, así que todo nos pasa de noche. Por eso los ladinos nos roban y reprimen sin que respinguemos. Repasemos entonces algunos de los hechos que pasan frente a nuestros ojos pero que nosotros no podemos discernir por más que pelamos infructuosamente los ojotes.

A. Estamos tan dormidos, pero tan dormidos, ¡que creemos que el petróleo es nuestro! No nos cae el veinte, a pesar de que tenemos los ojos abiertos, de que los únicos que se han beneficiado con el petróleo han sido los ladinos en el poder, los ladinos del sindicato petrolero, y sus cuates empresarios ladinos. Nosotros nomás pagamos por las deudas que ellos contraen utilizando al petróleo de aval. Por eso pagamos la gasolina a precios más altos que en muchos países que no son productores de petróleo. Por eso tenemos una deuda externa criminal, y nunca hemos metido a la cárcel a ningún ladino por sus delitos. No vemos nada.

B. Estamos tan dormidos, que aunque el Cocacolo Vicente Fox no ha hecho otra cosa desde que llegó a la presidencia más que afianzar el poder religioso vaticano en México, nadie ve ni dice nada. Poco a poco, en un año la Iglesia católica tiene más medios de comunicación que antes, más apoyo económico secreto del Gobierno que antes, y ya planea entregarle la educación pública a los charros negros. Esto a pesar de que la injerencia religiosa en la educación pública solamente ha causado enormes tragedias culturales en los países donde se ha practicado, incluyendo en México hasta antes de la Reforma. La fauna de santos (Juan Diego incluido) que el Vaticano otorgó a México y a Fox para engarrotar mentalmente a la indiada no tiene precedente. Obviamente el plan se ha estado gestando por décadas y los presidentes priístas hicieron su parte, aunque es Fox el presidente que más está haciendo por el monopolio vaticano. Ya se vislumbran los excesos religiosos habituales de los seudo-eunucos con sotana cada que el talibán-arzobispo Norberto "Ojón" Rivera abre el pico para inmiscuirse en la vida privada de los mexicanos. Es de vital importancia que a los sacerdotes no se les permita meterse en lo que no les importa respecto a la vida privada de los ciudadanos, sin embargo eso es precisamente lo que intentan Fox y los vaticanos. Pero a nosotros todo esto nos pasa con las luces apagadas en nuestro cerebro. Siempre corremos a tapar el pozo después que se ahoga el plebe.

C. Estamos tan dormidos, que no captamos que la Lotería Nacional es un fraude monstruoso en la que los premios están amañados para que los ladinos en el poder se repartan los "premios gordos" en detrimento de los compradores de boletos. Y el fraude no terminó con la caída de los priístas. Dado que priístas y panistas son los mismos ladinos, la Amigocha Marta procedió ya a repartir premios gordos de la Lotería entre sus parientes. Los gobernantes nos ven la cara de babosos y nosotros a ellos ni los vemos. Nadie en el Gobierno da cuentas del destino de los premios grandes de la Lotería ni nadie de los ciudadanos pide cuentas. Tanto dinero sin tener que dar cuentas a nadie es una tentación demasiado grande para Marta-de-Fox, voraz acaparadora de dinero del pueblo. Además, se sabe de funcionarios de la Lotería ladrones y de desvíos ilegales de dinero a campañas electorales, pero la información es guardada como si fuera secreto de Estado.¿Por qué tanto secreto? ¿Dónde está Controlaría? ¿Qué esconden? Y los negocios del Monte de Piedad no son menos turbios. Nada más que nosotros vemos sin ver.

D. Estamos tan dormidos, que no reaccionamos ante las continuas protestas de mujeres indígenas mexicanas en Chiapas, Guerrero, Veracruz e Hidalgo, que se quejan amargamente del acoso de que son víctimas a garras del salvaje H(orrible) Ejército mexicano (de ocupación). ¿Qué demonios tienen que preguntarles los changos verdes a las mujeres indígenas? ¿Con autorización de quién las interrogan violando los derechos de los ciudadanos expresados claramente en la Constitución? Y más importante, ¿por qué ocurre tal violación a los derechos humanos? ¿Por qué ese odio acendrado contra los indígenas? ¿Por qué hostigan a los campesinos al grado de hacerles difícil trabajar sus tierras? El Cocacolo Fox es el jefe directo de los generalotes verdes, ¿por qué permite el güey tal salvajada? Me imagino que es en beneficio de los ladinos mexicanos en general, pero no hay que ser tan trompudos aunque sean marranos. Está bien que vivan en el temor de un alzamiento nacional y abusen de la fuerza militar porque la indiada estamos dormidos, pero hay que tener auto-control, señores gobernantes.

Lo dicho: Vivimos la pesadilla nacional de la ocupación ladina con los ojos perfectamente abiertos......pero con la mente en neutral.


* Master, Estrategia Militar China

E-mail: visionpf@direct.ca


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