La pregunta no es ociosa, puesto que en China dicen que generalmente ni los ricos saben la respuesta, imagínese los pobres: "¿Para qué sirve el dinero?"
Usted puede enseñar a sus hijos el valor del dinero explicándoles pacientemente la naturaleza de un dólar, como hacen los padres de familia acaudalados, e instruirlos en el arte de cuidarse de caza-fortunas que busquen arruinarlos casándose con ellos o proponiéndoles falsos negocios supuestamente estupendos. Pero el dinero no sirve solamente para eso, sino para mucho más.
También se puede utilizar el dinero como arma, al engañar incautos asegurándoles que "el dinero no trae la felicidad," y que "solamente los pobres entran al Paraíso," como hacen los charros negros vaticanos con la indiada mexicana día y noche para atarantarlos, mientras sus cómplices mercaderes y políticos ladinos explotan a los ingenuos a más no poder. Pero en realidad, el dinero sirve para mucho más.
Porque aunque hay excepciones, ni los millonarios, ni los pobres, ni los curas meditan mucho sobre el uso adecuado del dinero. Es más, ni siquiera imaginan la pregunta, menos la respuesta. Sin embargo, de la correcta interpretación del profundo acertijo chino de cinco palabras depende la calidad de vida de la mayoría de la gente, sin importar si son ricos o pobres. La pregunta, y su respuesta, fueron originalmente formuladas hace dos milenios por astutos filósofos y hombres de negocios chinos, con tan buen tino que el principio sigue hoy tan vigente como el primer día que lo diseñaron.
Lo importante no es ser pobre o ser rico, sino saber usar correctamente el dinero en nuestras manos. Desafortunadamente, aunque parece fácil esto no se aprende más que de dos formas: o por intuición maravillosa, o bajo la guía de un buen maestro. Pero usualmente la gente anda demasiada ocupada haciendo montones de dinero, o trabajando de sol a sol por el sueldo mínimo, para pensar en "minucias" tales. Por eso, al final de su vida no les alcanza el dinero a los ricos para recuperar la salud perdida haciendo fortuna, ni a los pobres que enferman de tanto trabajar para medio comer. Y claro, los hijos de los ricos y los hijos de los pobres sufren también. Unos porque tienen dinero a manos llenas y no saben ni qué comprar, y otros porque el dinero no les alcanza ni para lo indispensable.
Y cuando llegan a la tercera edad, ricos y pobres sufren y mueren más o menos de las mismas enfermedades, aunque los ricos mueren en mejores hospitales, con enfermeras menos rabiosas y sádicas, y más tasajeados por cirujanos que intentaron regresarles una salud que ya perdida no se recupera con cirugías ni con medicinas. Y si los pobres sufren enfermedades letales que rápidamente les llevan a la tumba, igual estan los ricos, a quienes las medicinas solamente les alarga su agonía. Cuente usted los ricos y famosos que han muerto recientemente, y notará que no mueren mejor que los pobres, aunque los médicos les cobren pequeñas fortunas por hacerles transplantes y cirugías que los dejan peor de como estaban. Ni siquiera enfermedades fáciles de curar, como la diabetes, saben curar los matasanos en los hospitales, mucho menos cánceres y órganos internos dañados.
Hace días los periódicos mostraban la fotografía del supuestamente hombre más rico de México, un panzón ladino multimillonario en dólares (producto de concesiones de comunicaciones obtenidas de gobernantes ladinos corruptos) que se divierte comprando las mujeres más atractivas y los edificios más grandotes (ciertos "comunicadores" ladinos le limpiaron previamente el Centro Histórico del DF con dinero del erario para que se animara a comprar propiedades baratas ahí). El sesentón hombre de marras bebe los mejores vinillos y con el poder de su dinero hace que lo negro aparezca blanco. Sin embargo, se ve que no llegará fácilmente a una década más de vida, pues aparte del desgaste físico evidente por exceso de sexo, apenas camina unos metros y ya está jadeando con la lengua de fuera. ¿Para qué sirve el dinero si no se sabe realmente qué comprar? Muchas limusinas, muchas pirujitas de Televisa, muchos trajes caros, pero llegado el momento del inevitable desplome le llevarán a Houston (con suerte algún gobernante ladino pondrá aviones del gobierno a su disposición, y nos cargarán a nosotros la cuenta del hospital)--ciudad preferida por los ricachones ladinos mexicanos para sus cirugías--y ahí le dejarán médicamente como dejaron a JoLoPo: respirando todavía, pero en realidad hecho un despojo humano bueno para nada, excepto para sufrir dia y noche y causar enojos y molestias a sus herederos, quienes secretamente rezarán (o algo peor) para que estire la pata rápido y les deje su fortuna.
Un principio chino de alquimia (salud perfecta) asegura que es posible vivir hasta los cien años razonablemente saludable, pero si la persona necesita cirugía u hospitalización, es señal inequívoca de que no compró lo mejor de la vida.
Vea usted las fortunas que los gobernantes ladinos mexicanos pasados y presentes han robado al pueblo, y sin embargo no se ve que les haya servido de mucho tanto dinero. Aparte de gastos fastuosos y de darse la gran vida, no han dejado recuerdos positivos en la sociedad, pues su paso por la tierra no ha sido digno de ser recogido en las páginas de la historia. Está claro entonces que el problema no es hacer mucho dinero, tampoco ser pobre. Pero hay que saber al cien por ciento "para qué sirve el dinero," y eso no se aprende en la calle ni en las cantinas, tampoco en sectas secretas ni en universidades, ni siquiera en monasterios o en cultos. Y por razones obvias, no podré darle la respuesta sobre cómo adquirir lo mejor que el mundo ofrece. Dése de santos que le digo la pregunta.
Maldición, dirá usted exasperado, entonces ¿dónde se aprende?
Pues en ninguna parte…y en todas partes. Si es su destino saberlo, lo sabrá hasta sin preguntarlo. Todo es cuestión de yuan. Llámelo superstición si gusta, pero si no está en su destino encontrar la respuesta, entonces ni aunque suba al Everest encuerado y de rodillas la encontrará. Y si busca y busca, y porfiando la encuentra, lo mismo le puede costar millones de dólares, que un dólar. O nada.
¿Quién sabe lo que hay en su propio destino?
NUESTRO FÚTBOL: Por su propia naturaleza, debido a que el fútbol ya no es deporte sino un juego de apuestas, la corrupción impera en todos sus niveles. De ahí que los tiburones del dinero como Jorge Vergara, y las cerveceras y televisoras se hayan apoderado del fútbol mexicano.
Eso crea un círculo terriblemente vicioso, pues las cerveceras obligan que los partidos se jueguen al mediodía para que los espectadores consuman ríos de cerveza aunque eso cause violencia en los estadios, y las televisoras se ven obligadas por la publicidad de la cerveza, y por ser propietarias de equipos de primera división, a ocultar los casos de corrupción. Aparte está la necesidad de los dueños de equipos para amañar juegos, ya sea para las apuestas o para mantenerse en, o ascender a, la primera división. Las villanías de Burrillo en estos rubros, por ejemplo, no tienen igual en el fútbol mundial.
Pero si usted escucha a los (payasos) narradores y comentaristas ladinos de Televisa y Tvazteca (Orvañanos, José Ramón), nunca se imaginará que hay corrupción en el fútbol mexicano. No se sabe qué es peor, si matar o agarrar la vaca, pues dichos "periodistas" parecen ser más corruptos que los dueños de equipos y cerveceras, ya que lo hacen únicamente para poder comer. Es decir, son corruptos baratos. Y además, los muy desvergonzados nos quieren dar lecciones de moralidad, llamándose a sí mismos "honestos."
¿O acaso oyó usted a los títeres televisos discutir el pavoroso caso del bárbaro directivo del Puebla que amenazó pistola en mano a dos jugadores extranjeros para que le firmaran contrato de gratis?
¿O los eternos casos de evidente corrupción en el arbitraje nacional?
¿O la forma en que Carrillo y Lapuente trataron de mantener al Atlante en primera división amañando un juego?
¿O la manera en que el América "ganó" un campeonato donde el Necaxa hacía hasta lo indecible para perder y donde Zague y Luis Pérez (aprendices de corruptos que serán bien remunerados en el futuro con trabajo en Televisa-deportes) pateaban a todo mundo para hacerse expulsar y hacer fácil la derrota, algo que el árbitro detectó y por eso se negó a echarlos a pesar de sus repetidos hachazos?
¿O explicar los super inflados salarios en la FeMeFut, donde un ex-jugador como Ricardo Peláez tenía un puesto donde por acariciar todo el día un lápiz le "pagaban" veinticinco mil dólares mensuales, algo que ni siquiera cuando jugaba ganó, y que obviamente alguien de los ejecutivos se embolsaba?
¿Cuándo ha visto que los televisos comentaristas de fútbol agarren una "papa caliente" relacionada al fútbol?
¿Eso que hacen los televisos y tvaztecos, mostrar descarado pavor ante la posibilidad de discutir al aire situaciones serias, es periodismo deportivo?
¿Su conducta es realmente "honesta," como alegan?
¿Y si no lo es, tienen entonces ellos cara para criticar la conducta corrupta de otros miembros de la familia futbolera mexicana?
Y lo que es peor: ¿Esos son los ladinos más presentables que tienen los dueños de las televisoras? ¿O son los que más les convienen por entrarle entusiastamente a la corrupción?
Con razón se la pasan los televisos "expertos en fútbol" dizque hablando con "manos parlanchinas" y monos de peluche amarillos. No tienen ni cara ni derecho para hablarle de frente a gente de verdad. Son una vergüenza como personas y como "periodistas," porque encima nos quieren ver la cara de pendejos.
2. Es de alabar la singular prueba de inteligencia que el goleador del Santos, Jared Borgetti, ha demostrado fuera de la cancha. No se dejó dormir por el canto de las sirenas para irse a jugar (en realidad a calentar la banca) a Europa por unos méndigos dólares --tal y como lastimosamente hicieron y quieren hacer otros ilusos jugadores aztecas-- y prefirió firmar un buen contrato y quedarse a jugar entre su gente. Así no tuvo que sufrir humillaciones de gratis en otros lados, ni tuvo que regresar fracasado (pero dizque "mejorados" como Palencia, según los burlescos comentarios de los televisos y tvaztecos gachupines), y con la cola entre las patas, más los bolsillos vacíos.
Tres vivas para él.
3. A propósito del Santos, bonito uniforme el que utilizan esta temporada. Es difícil que directivos mexicanos hagan bien las cosas, pero esta vez cambiaron su uniforme para bien.
También en el Atlante tienen bonitos segundos uniformes. La temporada pasada y la presente han exhibido bellos uniformes. Si tan sólo adoptaran uno de esos uniformes alternos en lugar del uniforme regular que tan horrible se ve.
La UNAM, como de costumbre, volvió a cambiar diseño de uniformes y están peor que los de antes, que por cierto estaban para salir corriendo del estadio. Se ve que esa institución no produce gente de talento ni para saber escoger o diseñar uniformes. Están igual que los tarados directivos de la U de G. Por eso estamos como estamos.
Bonito también el segundo uniforme naranja que la temporada pasada tuvo el Monterrey. Pero ya sabemos que esos directivos están como el burro que tocó la flauta: les salen las cosas de chiripa. Es decir, no durará el regocijo. Luego un títere narrador de Teveazteca declaró el uniforme "horrible," porque dizque no tenía "ni una raya del primer uniforme." Vaya con el genio. ¿Será por eso que le llaman segundo uniforme?
Horribles los uniformes de los Colibríes, de los Jaguares, de los Tecos, de los Tigres, del Morelia, del América, y ya ni para qué seguirle.
Y a ver hasta cuándo se les prende el foco a los directivos de la FMF, y le disimulan un poquito los colores de la bandera al uniforme de la Selección. Eso y vernos los huaraches a los aficionados es lo mismo, pues la desvergonzada manipulación sentimental y patriotera es demasiado evidente. Imagínese si los gringos hicieran lo mismo, anduvieran tapados de barras y estrellas como su bandera. A lo mejor por eso en todas partes nos dicen tercermundistas.
4. Los "ratones verdes" por fin han pasado a mejor vida. El insultante remoquete ("the green mice") que la prensa inglesa enjaretó a los medrosos jugadores de la Selección mexicana en aquél pavoroso mundial en Inglaterra, se acabó ya. Duró el insulto desde que Nacho Trelles tuvo la Selección hasta que la dejó Aguirre, exceptuando el tiempo que la dirigió Menotti.
Pero con LaVolpe al frente, la Selección mexicana por fin parece equipo bien plantado. Al menos ya hubo menos chiflidos de la antes molesta afición en sus primeros dos juegos, y hasta buenas entradas. Eso indica que jugadores buenos siempre los ha habido en México, los maletas han sido los técnicos, con la preciosa ayuda de los encubridores títeres televisos quienes siempre los protegieron dándole atole con el dedo a los televidentes.
LaVolpe está armando su escuadra como hizo con Atlas y Toluca, con jugadores duros, serios, profesionales. Porque es una selección que va a sacar chispas, especialmente cuando juegue contra selecciones de renombre. Se ve maciza, sin miedo, y como decía antes, durísima.
A los aficionados no nos engañan tan fácilmente los femeputos, aunque nos digan constantemente que no sabemos de fútbol. Sabíamos que la Selección necesitaba un técnico de verdad, no de compadres con título de entrenador, mucho menos de un tecnico merolico como Hugo Sánchez quien nos quiere hacer creer (como si fuéramos babosos) que cuando la Selección pierda perderá LaVolpe, y cuando gane ganarán los jugadores.
Tampoco exigimos los mexicanos que la Selección gane todos sus juegos, pues a diferencia de Alberto de la Torre nosotros entendemos que los imponderables en un juego son muchos. Se puede perder por una mala decisión arbitral, por un platillo mal cocinado la mañana del juego, por el clima, por un pleito por teléfono con la esposa horas antes del partido, por la afición, por un muchacho reparte-balones, por una mala indicación técnica, por extrema mala suerte, etcétera. Lo que sí esperamos es que se manejen los partidos con seriedad, que vengan jugadores capaces aunque no todos sean ladinos ni parientes de los directivos, y que jueguen a ganar. Con un tecnico como LaVolpe, que sabe lo que hace, no nos queda duda de que los elementos básicos para el buen fútbol estarán presentes. Y esperamos que LaVolpe no diga "¿Y yo por qué?" e intervenga con más decisión para que los muchachos sean premiados adecuadamente después de cada juego, amistoso o no, y que ya nos les roben su trabajo los muertos-de-hambre directivos explotadores. Después de todo, son sus dirigidos.
No pedimos más.
Mi aventurada opinión es que para finales del año entrante (2004) el equipo principal irá tomando forma más definida. Y creo que para entonces nos dará gusto ver jugar a los muchachos tricolores. Y que ellos a la vez nos darán satisfacciones deportivas.
Nomás no comamos ansias.
5. Debido al compadrazgo y a la corrupción que necesariamente produce el manejar mucho dinero, desde la lejana época de Scopelli los dueños de la Selección mexicana de fútbol solamente han contratado tres técnicos con verdadero talento: Menotti, Velarde (fugazmente), y ahora LaVolpe. Los demás "ungidos" fueron ladinos del montón, producto del vil dedazo, principalmente del Azcarraga en turno al timón de Televisa. Porque, ¿cómo olvidar, por ejemplo, al inútil y medroso José Antonio Roca, quien llevo al Mundial en Argentina a un grupo niños, jugadores menores de edad para que fueran dóciles a la voz del amo, pues ningún jugador experimentado lo obedecía? Acabaron haciendo el ridículo. Y ya casi repetían los ladinos la película contratando a Hugol.
Y ya mejor aquí le paramos, o se nos disparará la adrenalina.
* Master, Estrategia Militar China
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